jeudi 31 janvier 2013

Si se va la Brigada, quedara la Revolucion ? (2)

La preocupación y la tristeza empieza a jodernos cuando un campesino nos invita en su casita: Nos habla de su vida miserable y su reclutamiento en la Guardia Nacional antes del triunfo. Durante la dictadura, centenares de campesinos analfabetas como el, fueron reclutados y entrenados a matar a su propio pueblo: « Quienes somos? Tigres! Que beben los tigres? Sangre! la sangre del pueblo ! » Cuantos se transformaron en esbirros, en asesinos persiguiendo a los muchachos en la ciudad o la montaña? Nos decía que la Revolución le había devuelto su dignidad, le había dado esperanza. Le enseñaron a leer y a escribir al principio de los años 1980 cuando la Cruzada de alfabetización. La perspectiva de ver a la brigada ENABUS salir de la zona lo preocupaba mucho: temía de que volviera el terrateniente, recordaba su actitud y los golpes. Este terrateniente, colaborador de la Contra que poco a poco había saboteado la producción: lo que justifico su expropiación. Lo dejamos cantar su tristeza con su hijo mientras un brigadista nica toca la guitarra…

Sentado en las tablas que sirven de banca miro a Ramón, Pedro, Santamaría «el profe» y Jairo que se dirigen hacia el cafetal. Nos llaman para dar una « vueltecita ». En fila, pasamos el cafetal y penetramos en la selva ya más oscura. Bajo los capotes verde-olivo, miro los cañones… Recuerdo los días anteriores cuando nos fuimos a entrenar con Ramón y « el teniente »: disparar, tenderse, en cuclillas, avanzar con el fusil, dar saltos, correr… « Esta experiencia siempre les servirá » nos decían… Y yo, puta, a miles de kilómetros de mi casa, mis amigos, mis camaradas… Contaba dieciocho primaveras y avanzaba armado en esta montaña. Nos hicimos mas duro y lo jodido es que esta experiencia teníamos que guardarla sin compartirla con nadie.
Solos los nicas pueden orientarse en esta selva. Apenas Jairo daba con el machete que un miliar de insectos me caían encima y se pegaban a mi cuello sudado, los chayules me designaron como mascota, me amaban al punto que no quería abrir la boca para no tragármelos. Desaparecemos en esta vegetación. Volvimos a aprender a caminar. En Nicaragua, volvimos a aprender todo, caminar como gato en el lodo, filtrar el agua, comer todo lo que se puede comer, trabajar sin parar, cagar y dormir. « Quédate en fila!», « respeta las distancias !», « no haga bulla ! » « Que no ves las huellas! ». Realmente, no miraba nada y solo me fijaba en la camisa de Jairo. Pues Jairo encabezaba la columna, Santamaría me seguía, luego venían David y Ramón, Pedro cerraba la fila.



Descansamos cerca de un riachuelo, al pie de un árbol inmenso. Ramón nos explica que los monos están allá mas arriba y que ahora hay que avanzar sin ruido. La columna sigue progresando en este laberinto vegetal. A esta altura, estoy incapaz de orientarme. Pedro hace una señal y nos parramos, levanto la cabeza y allí están. Un grupo de varios monos, los monitos bien pegados a su mama pero ya el macho nos reparo y grita, parece tigre. El grupo de monos congós se desplaza y trata de huir. En fila, rastreamos y los seguimos, los compañeros ya se fijaron en el macho, creo que Santamaría disparo el primero y el congó replico tirando todo lo que tenía al alcance para defenderse, hasta su propia mierda… provocando los gritos de Ramón. Seguía mirando la cima cuando Pedro le pego el balazo y el pobre mono cayó. Lo fui a buscar, lo agarre y mire su cara de hermano triste, dio su último suspiro cuando lo levantaba. Esta noche la brigada lo repartirá en Santa Josefina

samedi 26 janvier 2013

Si se va la Brigada, quedara la Revolucion ? (1)

19 de agosto de 1989

En la madrugada, me desperté al escuchar unas voces. Detrás de la puerta, están ya los compañeros trabajadores esperando el café antes de bajar al centro infantil. Algunos ya caminaron una hora para llegar hasta la UPE. Me junte con ellos y hablamos mientras me calentaba las manos apretando el vaso de café recién servido. Este café dulce era un encanto y te ayudaba a olvidar la humedad y el frio de la mañana. A las seis, nos fuimos para limpiar la obra y preparar el trabajo del lunes : se limpiaban las tablas, se enderezaban los clavos, se recuperaba todo lo que se podía en esta economía en crisis. Faltaba poco para poner el techo. El edificio de ladrillo se mira bonito.




Construccion del Centro Infantil Rural, UPE Santa Josefina - 1989 (foto L. Sanchis).

Mientras me encargo de la tarea revolucionaria de recuperar los clavos pegados en la tabla miro a los compañeros que se bañan alrededor del tanque de agua: por la mañana, los hombres medio se lavan allí; después de los tiempos de comida, cada quien lava sus trastes acompañado por los perros y las gallinas en busca de restos de comida; mas tarde van las mujeres a lavar la ropa y bañar a los chigüines que llenos de espuma, tiemblan bajo el agua fría. De vez en cuando se aparece un caballo para tomar agua, un agua bien fresquita contaminada por una gran variedad de bacterias y gusanitos, esta agua fresquita que diezma los rangos de los brigadistas que pasan días como cadáveres diarreicos entre vómitos y fiebre.

Seguimos el trabajo hasta el mediodía. Los brigadistas nicaragüenses se dan cuenta que dos cheles se quedaron en la UPE el fin de semana y entonces nos invitan a compartir la comida con ellos. Hablan de una sopa de pollo! Para ser digno de tal honor, me afeito, me pongo un pantalón azul limpio y una camisa que no huele tanto a podrido. Me adorno con la medalla del diecimo aniversario de la Revolución y ya estoy listo. Los nicas nos reciben y comemos lo suficiente como para sentirse satisfecho. Surgen las bromas habituales pero nos damos cuenta que sigue el ambiente pesado: pues, Ramón Ortega no ha vuelto de la reunión en Matagalpa. Los compañeros se miran muy preocupados. Se presiente que la brigada terminara pronto su misión en la zona: seis meses de trabajo para limpiar el cafetal y preparar la primera cosecha desde 1987, sacrificios para abrir una clase de primaria en el pueblo, el centro infantil en construcción, y la llama viva de la Revolución como lo recordaba siempre la bandera rojinegra que flotaba en la loma arriba de Santa Josefina.


la bandera anunciaba la UPE Santa Josefina - 1989 (foto L. Sanchis).


mercredi 23 janvier 2013

Omar Cabezas nos habla de la montaña... (3 y fin)



Omar Cabezas en Managua durante la entrevista (foto L. Sanchis - 2004)

Un buen día me llamó Ernesto Cardenal y me dijo: ´Omar, fíjate que en Cuba hay un concurso que se llama Casa de las Américas´. Yo ya había oído a Leonel Rugama hablar de este concurso, pero claro, este concurso era para los grandes escritores, con referencia. Entonces le dije que estaba loco, que cómo se le ocurría proponerme este concurso. Cómo iba a concursar en literatura. ´Si, -me contestó Cardenal—, pero hay un premio para testimonios´. Me daba lo mismo: cómo iba a mandar mi testimonio para que un jurado que no conocía, escoja cual vida es más bonita entre todos los libros que están contando su historia. No me parecía ético concursar para saber si mi vida era más bonita para que la premien. Yo tenía un problema con esto. ´No, --me dice— pero esto te corresponde a vos, puede servir de ejemplo para los jóvenes, las generaciones del futuro y esto…´ Por el lado político me cogió, pues. Bueno, le digo, pero fíjese que no tengo las grabaciones, porque mis amigas se quedaban con los casetes de recuerdo, porque les gustaba cómo hablaba… Y no solo esto, además Tomas no me va a dar permiso porque estamos hasta aquí de trabajo, porque yo era viceministro. ´No, --me dice Ernesto Cardenal—, yo voy a hablar con Tomás´.

Un día, Tomás me dice: Omar subí. –él estaba en el quinto piso y yo en el cuarto—. Mira, me dice, me dijo Ernesto que vos querés sacar un libro. ¡Yo no quiero hacer ni mierda!, la conteste. Él es el que quiere que yo lo haga. Tomás replicó: bueno, de todas maneras esto es importante y por esto te voy a dar ocho días para que escribas este libro. Te voy a conseguir una casa en la Laguna de Apoyo, voy a ver para que te metan todas las cosas que vos necesites. Y me vas a escribir este libro en ocho días, porque tenemos demasiado trabajo. Y ándate ahora, terminó. Pero mira, Tomás, es que no tengo los casetes –y tengo que contarle la verdad al viejo—. ´Anda que te los presten´, dijo. Fíjate que ninguna de mis amigas quería prestarme los casetes. Al fin, aceptaron darme una copia de los casetes. Me metí ahí con todas las copias, simplemente las ordene cronológicamente con todos los documentos y cuando faltaba un lapso de seis meses que no contaba, entonces yo escribía y le ponía un puente. Estuvo el libro, lo mande al premio.
Como a los tres meses, a mí se me había olvidado esto, me llamó Tomás: ´Omar, me acaban de llamar de Cuba diciendo que ganaste´. ¿Que gané qué?, le pregunté. ´El premio´, me contestó. ¡Hijuelagranputa, qué jurado más irresponsable!, pensé. Y ahí empezó todo…

Luego, hasta 1988, por ahí ó 1989, no me acuerdo bien, me vino la presión para escribir el segundo libro. Eduardo Galeano me había dicho que mejor hiciera tres libros, que hiciera una trilogía, porque en este tiempo él estaba escribiendo Las memorias del fuego, y estaba con la onda de la trilogía. Entonces, teóricamente yo me metí a hacer la segunda parte de las tres, pero estando ahí durante un mes de vacación, yo me dije: ¿y cuando regresemos, la gente va a empezar a preguntar: y el tercero? Y me va a meter una presión como la que me metieron para el primero. Entonces me tiré no una trilogía, sino que hubo un libro así como de 700 o 600 páginas. Y en este momento perdimos las elecciones y como que se perdió el interés por la revolución y se desorganizó la parte del Frente que miraba mis libros, porque yo done mis derechos de autor para los huérfanos de la guerra y para Los Pipitos.

P- Hoy en la actualidad, ¿ya no piensa grabar… ya no, digo, escribir?
R- Yo me casé con la última mujer con quien grabé el primer libro. Es madre de mis gemelos, que nacieron con síndrome de Down. Fue lo que me inspiró a fundar Los Pipitos. Ellos nacieron en septiembre de 1986, en 1987 hicimos la asociación de padres de familia Los Pipitos, y en 1987-88 hice el segundo libro y después, en este ínterin, perdimos las elecciones. Los primeros años fueron años muy duros en que los gringos trataron de demolernos, trataron de acabar con todos los logros de la revolución, y trataron de demoler al Frente. Los gringos tienen el sentido de remate. Como nos golpearon con la pérdida del gobierno, trataron de irse a fondo, sin importarle las consecuencias. Entonces yo pensaba tal vez escribir un tercer libro. Como que ya te sentís un poco picado, que ibas contando una historia y quieres saldar la cuenta con el lector, con la juventud, con el mundo o con lo que sea. Porque el libro, el primero, por ejemplo, tiene más de 400 ediciones en 27 países. Fue nominado varias veces, se hizo una película que se presentó en el festival de Nueva York, fue muy divulgado hasta el día de hoy. Acabo de regresar de Venezuela, hace como 15 días, que nos invitaron los chavistas a hacer un intercambio de experiencia allá. Y después que estuve en una conferencia en una universidad, llegaron varios jóvenes y profesores a que les autografiara un libro y descubrí que era un libro pirateado por un editor español. Sentía la necesidad por escribir quizás unos cuentos, quizás una novela. Pero no soy un escritor de profesión. Hasta ahora ando con una gana terrible de contar lo que paso de 1990 para acá. Por eso quiero ocupar una conferencia que di cuando estuve en Santiago de Chile. Anteriormente estuve en Chile en 1972 cuando yo era vicepresidente de una organización en la Universidad y fui a un congreso estudiantil continental que había allá. Ahí conocí a Allende y también a Víctor Jara y me acuerdo que le caí muy bien, pues amanecimos una noche bebiendo vino en las escaleras de un edificio, hacia un frió terrible y amanecimos en las escaleras que dan en las aceras. Entonces cuando me invitaron allá, me fui. Me invitaron a hablar y cuando empiezo a hablar yo ya no puedo dejar, esto es mi problema. Me van a mandar los filmes y las transcripciones grabadas de las conferencias que di allí. Y dos meses después me invitaron a Venezuela y también pedí el favor que me mandaran grabaciones.

Ahora me muero por contar lo que ocurrió. Entonces, no hay que asustarse si aparezco con un tercer libro contando la historia de lo que pasó de 1990 para acá, que me parece que es una odisea por todavía estar aquí platicando nosotros, porque los norteamericanos se tiraron una operación de demolición del FSLN después que perdimos las elecciones. Y no han podido pues, más bien vamos para arriba. Parece más bien que vamos a hacer un gobierno de nuevo en un par de años. No solo es que no nos detuvieron, porque claro, nos pegaron muchísimo. Pero empezamos a resistir, a reagruparnos y vamos para adelante. Perdimos el gobierno por los votos cuando lo ganamos a balazos. Bajados a votazos, minándonos por la guerra. Y entregamos el gobierno normalmente y después de 15 años volver de nuevo por los votos. Y a mi me gustaría contar toda esta experiencia de lo que fue la resistencia que hay contra los gringos. Claro, remontando las cosas para atrás, obviamente. A mi me encanta la idea de hacerlo.

dimanche 20 janvier 2013

Omar Cabezas nos habla de la montaña... (2)

P- ¿Cuándo sintió la necesidad de contarnos esta parte de la historia clandestina de Nicaragua?

R- Lo que ocurrió es que yo conocí a una periodista, a una reportera de guerra del Washington Post, en plena insurrección, y estaba bajando de la montaña en dirección de Estelí, precisamente. Se llamaba Alma Guillermo Prieto. Ella y yo nos hicimos amigos, 15 días antes del triunfo de la revolución. Después, ella me llamó diciéndome que la editorial mexicana Siglo XXI le había financiado un libro que era una historia oral de la revolución y ella pensaba hacerlo a partir de entrevistas con comandantes, y quería que yo fuera uno de los comandantes. Entonces yo le di una entrevista, hicimos como 12 horas de grabación. Después ella me entregó un fólder y me dijo: ´mira, vos sos escritor y no te has dado cuenta´. ¿Por qué?, le pregunte. Ella me dio una trascripción de la grabación que hicimos en su casa y me dejó de leerlo. Y cuando lo leí, pues me quedé encantado. Ella me dijo que era textualmente lo que había dicho y entonces, me dijo que escribiera. Yo le dije que no, que era loca. Y se fue.
Mi oficina era contigua a las del comandante Bayardo Arce, que tenía una secretaria que se llamaba Nazarena Navas. Era bella, era linda y me gustaba. Yo no hallaba cómo entrarle a ella. Ella era lectora de literatura latinoamericana, yo siempre la miraba con libros de García Márquez, Vargas Llosa, Galeano. Entonces, para acercarme a ella empleé este truco.

Una vez le dije: Nazarena, fíjate que una periodista loca del Washington Post me vino a decir que yo era escritor por esto. Le dije: Léelo amor, y entonces lo empezó a leer. Me dijo: ´No me friegues, esto es literatura y de la buena; tienes que escribir. Y si no podes escribir, pues grabas´. ¡Y cómo me voy a poner a grabar! Voy a parecer loco, así con la grabadora: bla bla bla bla.
´ No, --me dijo—, yo te acompañó a grabar´. Bueno, le dije, entonces empezamos a grabar; vale decir, empezamos a hacer el amor y grabábamos desnudos. Ella lo transcribía después. Cuando se dio el primer año de la revolución, invitamos a todos los grandes intelectuales de América Latina en aquel tiempo. El padre (Ernesto) Cardenal, que era ministro de Cultura, en una conspiración con la secretaria, publicó sin mi permiso ni autorización un extracto de la grabación en uno de los primeros ejemplares de la revista Nicarauac. Ese 19 de julio, después del acto de la plaza de la revolución, Bayardo Arce dijo: ´vámonos a mi casa a echarnos unos tragos´; él le dijo a todos los intelectuales. Estaba García Márquez, estaba Eduardo Galeano, Julio Cortázar, y no sé quien más… Pues ahí estuvimos hablando de cualquier cosa, de la organización del pueblo, etc. Pero, indefectiblemente, García Márquez, el Gabo, metió el tema de la literatura. Estaba diciendo que no es cierto eso de las musas para inspirarse, que la mejor musa era una mesa de trabajo con una página en blanco y fajarse, y escribir, y que eso requería oficio. Y que había que guardarla seis meses y volver a sacar la pagina y corregirla. Así era el oficio. Empezó a decir que aquí en Nicaragua van a ver que van a hacer una nueva literatura. Dijo: ´Aquí acabo de leer un trabajo muy bueno y se ve que el hombre, el compañero que lo escribió, lo pulió: se mira que lo trabajó… Es comandante incluso, cómo es que se llama…Se llama Omar Cabezas´. Todo el mundo se volteó y yo me puse colorado. ¡Hay mi madre!, pensé, ¡si supiera este hombre que lo hice desnudo, que no lo corregí nunca, se va a morir! Entonces me quedé calladito. Y eso me puso una presión, verdad. Los compañeros me decían que escribiera. Pero esta compañera que me había ayudado a grabarlo se fue para Panamá, porque era panameña. Entonces yo deje de grabar. Pero me gustaba la idea de hacer el amor y grabar. Luego yo me encuentro con otra amiga y le expliqué cómo hacía las grabaciones. Después ella se fue para Bulgaria a estudiar. Yo todavía era soltero y cuando me encontraba a una amiga yo le proponía hacer las grabaciones…Y así fue, fueron unas cuantas noches bellas con unas amigas lindas.


Museo de cultura - Managua - 2011 (Foto L. Sanchis)

mercredi 16 janvier 2013

Omar Cabezas nos habla de la montaña... (1)

Enrevista en Managua, 2004. Laurent Sanchis.
Revision “Ivn”

Tuvimos la oportunidad de encontrar a Omar a finales de 2004. El pretexto era hablar de Leonel Rugama, poeta y militante sandinista pero no pude resistir de hacerle preguntar acerca de su "obra". Nos relato como nació el libro... contra su propia voluntad.
La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, de Omar Cabezas (León, Nicaragua, 1950), se convirtió en un relato de referencia casi obligatoria para intelectuales y periodistas que en la década de 1980 se interesaban en la literatura que producía Nicaragua bajo el entonces gobierno revolucionario de los sandinistas (1979-1990).
El relato de Cabezas, que fue comandante guerrillero sandinista, ganó el Premio Casa de las Américas en la rama de testimonio (1982). Pero Cabezas resiente las acusaciones de escritor en su contra. Cuenta en esta entrevista que el relato, traducido en varios idiomas y que fue una ventana para comprender parte de la historia de su país, nació de plena desnudez: con su novia de turno, luego de la hora del amor, contaba sus experiencias, mientras su pareja grababa, para luego transcribir el relato.
La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, es un texto de cercanías, sin ninguna duda. Julio Cortázar escribía en una carta dirigida a Omar Cabezas: "Sin duda ya sabrás por muchos otros lectores que una de sus características más salientes es la imantación, quiero decir que apenas se lo empieza a leer uno se queda como pegado a él y ya es imposible abandonarlo hasta el final". Y el poeta nicaragüense, José Coronel Urtecho, expresó que el libro estaba escrito "en nicaragüense, en puro nicaragüense, en la lengua que todos nosotros hablamos”.

Omar Cabezas durante la entrevista - Managua 2004 (Foto L. Sanchis).


P- Cuando se publicó La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, de repente su nombre pasó a formar parte del panorama literario nicaragüense. ¿Qué recuerda del súbito interés por su relato?

R- Lo primero que me provocó fue mucha presión. Verdad, porque una vez que se publicó el primer libro, me empezaron a presionar por el segundo libro. Entonces, esto me provocó mucha angustia, una presión social, política, masiva. Aquí en Nicaragua fue la presión más grande. Me paraba en un semáforo y la gente montada en un bus me decía: ´¿Y el segundo libro?´. Si iba a un restaurante o a una fiesta, la gente me presionaba mucho por el segundo libro. Igual ocurría en el extranjero. Entonces, la primera cosa fue que me provocó una presión sicológica de alguna manera, pero además me ocasionó acusaciones infundadas. Como, por ejemplo, que me acusaban de escritor. Y esa acusación yo nunca la he asumido, nunca aceptaba que me acusaran de escritor…

P- ¿Usted cómo se consideraba: como autor, un testigo, alguien que cumplió con el deber de memoria…?

R- Yo tenía ganas de hablar, una razón muy egoísta. Tenía ganas de contar lo que había vivido. Y hay que recordar que el libro yo no lo escribí: el libro yo lo conté. Este libro no es escrito: este libro es hablado, a una grabadora, con una muchacha. Lo que yo quería era hacer el amor y contar las cosas que yo había vivido. Y eso lo contaba completamente desnudo además… Después el libro tuvo mucho éxito por el premio (Casa de las Américas) y todo este rollo. Quiero decir que esto está alejado de pretensiones de educación, de formación… Más bien, tiene que ver con mi característica: que yo tenía ganas de hablar, pues. Como estaba la revolución empezando, me presentaban como si fuera escritor. Y me preguntaban cual era mi opinión sobre la revolución y los intelectuales, que cual era el autor que más había influido en mi vida… Y quiero aclararte que cuando hice este libro, lo único que había leído, porque yo no era un lector de literatura, yo era más bien un lector de sociología –soy abogado de profesión— pero a mí lo que me fascina es la sociología. Y entonces, me hacían esta pregunta que cuál era el autor que más había influido en mi obra. Ninguno decía, porque yo solo había leído El Quijote de la Mancha, porque me lo impusieron los profesores del primer año de universidad, de la clase de español. Claro, de tantas preguntas, tuve que empezar a leer, porque me daba pena. Por vergüenza personal, más bien.

dimanche 6 janvier 2013

Aviso a los Brigadistas de la CNA en El Tortuguero, Nicaragua.


32 años han pasado de aquella epopeya mundial juvenil que la UNESCO reconoció como la Cruzada Nacional de Alfabetización más grandiosa de todos los tiempos. Por la misma guerra y diferentes razones, sus protagonistas se han esparcido por Nicaragua y el mundo.

El Libro “Brigadistas”-Testimonios de dos brigadistas- Juana Rodríguez y Eveling Echegoyen, en la cual se narran aventuras y experiencias inolvidables en un contexto histórico único de la historia de Nicaragua.


Ante la posibilidad de publicar este libro en Nicaragua para hacerlo accesible a los nicaragüenses y editar una segunda edición; me urge contactar a ex brigadistas que estuvieron con Juana Rodríguez en las entonces montañas vírgenes de El Tortuguero y Walpa que tengan fotos de esa época.


Las mismas son para agregarlas de inmediato al libro ya publicado: Brigadistas.
http://books.google.com/books/about/Brigadistas.html?id=CTv6ZlSxD2QC


Dichas fotos las pueden enviar por correo electrónico escaneadas y con una nota autorizando la publicación en el libro antes descrito.

También pueden realizar aportes, aclaraciones y despejar dudas que tengan al respecto.  

Los ex brigadistas que envíen fotos conservaran sus derechos (de autor) sobre las mismas.


Las pueden enviar al siguiente correo:


Carlos Arturo Jiménez




jeudi 3 janvier 2013

Nos quedamos en la UPE ! (3 y fin)

Como a las tres de la tarde, antes que la lluvia complicara el transito, un Kamaz azul se aparca cerca del galerón donde duermen las dos brigadas francesas. Nuestro coordinador, Walter nos llama para subirnos y así llegar a Matagalpa antes que anocheciera. Nosotros, aprovechamos el transporte para ir a la Pintada, un caserío cercano donde reparamos unos días antes, una linda presa de agua con una cascada maravillosa cercada de arboles y de rocas. Durante el camino, cantamos como siempre: el himno del Frente, « la jeune garde », el canto de la Unidad… Cuando el camión entra en la Pintada, con David saltamos y lo dejamos alejarse, los compas se pierden en el polvo de la carretera. Que alegría! Estamos solos en la montaña! Agarramos un caminito cerca unas baracas y llegamos a la cascada.

Allí si que nos lavamos bien. Cambiaba del pozo de Santa Josefina. Nos apuramos de regresar por el camino entre los cafetales porque ya oscurecía, allá a lo lejos en el valle se miran las luces de un caserío. El viento hace vibrar los cables tendidos entre los postes que inicialmente llevaban la luz en la montaña pero no hasta nuestra UPE; desde que una noche de relámpagos dejo el transformador alemán y democrático quemado. Llegamos a nuestro galerón en la oscuridad total, solo se adivinaban las vacilaciones de las luces de las lamparitas de petróleo que tenían los campesinos silenciosos en sus hogares. Golpeamos a la puerta de la cocina contigua al galerón. Juanita se sorprendió al ver aparecer nuestras caras en la noche. Lleno nuestros platos de gallo pinto y le deseamos una buena noche. Cerró la puerta y la luz se alejo hasta el fondo de la baraca.

Nos instalamos para el festín sobre los sacos de dormir rodeados por las mochilas colgadas a los clavos de las paredes de tablas, la ropa tendida que esperaba secarse algún día. Busque las candelas y una caja de fósforos preservados de la humedad. Cuando encendimos las candelas se hizo más grande el galerón pintado de blanco que con letras negras deseaba la « bienvenida a los compañeros internacionalistas ». Entonces, los « compañeros internacionalistas », nos pusimos a buscar sin escrúpulos todo lo que podía comerse en aquel cajón metálico donde se escondía la « reserva estratégica» de la brigada: encontramos algunas galletas, nueces y una latita de carne, la « carne del diablo » decía la etiqueta. Procedimos a la repartición justa del botín, el comunismo a la hora de la cena. Empezamos a comer; la luz de la candela daba un color amarillo a mi comida, algo irreal. Lo palpable era nuestra alegría de estar en Nicaragua, viviendo lo cotidiano de una Revolución, perdidos en un caserío que no mencionaban los mapas.

Chepe Leon y Juanita sentados en los "banquitos" del galeron de los internacionalistas.

Como todas las noches, me dormí rápido, me derrumbe vencido por el cansancio. En la noche el canto triste de unos campesinos me despertó un rato, un rato suficiente para sentir mi cuerpo flacucho invadido por las pulgas… por suerte, el sueño me alejo de esta terrible sensación.