“Nosotros después de la Revolución tuvimos una guerra,
una contrarrevolución que no nos dejó gobernar en paz. El imperialismo
norteamericano no se quedó de brazos cruzados e inmediatamente en el 80 se
movilizan nuestros jóvenes guerrilleros y guerrilleras, desarmados para llevar
el pan de la enseñanza con la cruzada de alfabetización. Mientras tanto, se organiza
en Honduras una contrarrevolución financiada por el imperialismo de Estados
Unidos que capacitó a mercenarios e inclusive contó con la participación de
otras dictaduras, como ser la de Argentina. Así fue que comenzaron a asesinar a
nuestro pueblo, por lo que tuvimos diez años de guerra prolongada donde no
tuvimos una sola casa, una familia que no tuviera un muerto. La única manera de
que el imperialismo dejara de seguir matando, fue haber perdido las elecciones.
Sabíamos que íbamos a perder, incluso muchos sandinistas votaron en contra
suyo. Entonces surgió un gobierno neoliberal que por 16 años mantuvieron una
violación de los derechos humanos, con nuevas privatizaciones de servicios
sociales básicos. Surgió otra vez la pobreza extrema y el analfabetismo. Cuando
llegamos en 2007 era el 27 por ciento los analfabetos, cuando habíamos logrado
eliminarla anteriormente. Entonces, cuando volvimos retomamos los programas
sociales y nos organizamos territorialmente. Otra vez Nicaragua fue declarada
libre de analfabetismo. Eso se lo debemos al legado de Sandino como al de
nuestros mártires”, recordó la diplomática nicaragüense.
Internacionalistas en las brigadas de café. |
JUAN PABLO SARKISSIAN, PERIODISTA DE EL CIUDADANO, FUE
UNO DE LOS 120 INTEGRANTES DE LA BRIGADA GENERAL SAN MARTÍN
“En el medio del monte íbamos a la cosecha a juntar el
grano rojito que son granos de café, plantas de un metro y medio de alto. Dan
un fruto colorado y por eso la llaman «la cosecha del rojito»”, afirma Juan
Pablo Sarkissian, periodista de El Ciudadano y uno de los 120 integrantes de la
Brigada General San Martín, la primera y más grande, que fue a colaborar con la
triunfante Revolución Sandinista hace 30 años.
Apenas triunfó el pueblo nicaragüense con su revolución y
junto al Frente de Liberación Nacional Sandinista pudo expulsar al dictador
Anastasio Somoza, recibió el ataque de los denominados “contras”, paramilitares
y mercenarios armados por la oligarquía nicaragüense y el gobierno de Estados
Unidos para desestabilizar a la nueva administración revolucionaria.
En ese contexto, el país necesitó el apoyo solidario de
todo el mundo. Hacia ese lugar fueron tanto los argentinos, como voluntarios de
todo el mundo.
“En Managua, nos encontramos con gente de todas partes.
Norteamericanos, holandeses, italianos”, recuerda Sarkissian, quien agrega que
luego de pasar algunos días en la capital nicaragüense, fueron a la zona rural
a la junta del café, donde tomó contacto con los campesinos y con la memoria
ardiente de la Revolución Sandinista.
“Te daban un canasto que te lo atabas a la cintura y con
las dos manos trabajabas. El otro implemento era una bolsa de arpillera de
plástico y con el canasto lo sacabas y lo metías en la bolsa. En la jornada
venía un camión que juntaba la producción”, sostiene el brigadista y ferviente leproso.
Sarkissian también recuerda que “se arrancaba temprano, a
las cinco de la mañana, y la jornada era todo el día” y que lo más complicado
era lidiar con la lluvia.
Defensa y cosecha en la montaña. |
“En Nicaragua hay lluvia todo el tiempo y lo habitual era
estar mojado. Así que, por más que lloviera, se salía a trabajar lo mismo. Por
eso, cuando volvíamos a la cabaña, siempre teníamos una muda de roja seca y la
otra se armaba un fogón para secarla. Si por alguna cuestión había que salir
otra vez, te ponías la ropa húmeda”, expresó el periodista.
En tanto, en el balance de la experiencia, el contacto
con los campesinos y el intercambio de experiencias, fue lo más apreciado.
“En total, éramos más de 600 cosecheros, y la brigada
unos 120, por lo que eran mayoría nicaragüenses. Siempre estábamos en contacto
con la gente, con los campesinos y charlábamos sobre su forma de vida, la
nuestra, sus experiencias políticas, la Revolución, etc.”, rememora Sarkissian.
Los brigadistas compartían sus actividades campesinas con
otras políticas en las que eran visitados por guerrilleros o dirigentes
políticos de todo el mundo, y que, después de la faena agrícola, el agotamiento
hacía que se cenara y se durmiera temprano.
Sarkissian también recuerda los problemas de adaptación
al régimen alimentario, con algunas enfermedades, porque comían tortillas de
maíz y poca carne.
“En cuanto a la carne, era muy raro porque los
nicaragüenses no tienen eso en sus dietas. Sólo de chancho, y no siempre. Una
vez se cayó una vaca de un barranco y hubo que aprovecharla. La cuerearon e
hicieron algo. Sin embargo, los nicaragüenses no supieron aprovechar, como
nosotros, las achuras de ese animal”, cerró Sarkissian, haciendo referencia a
la costumbre argentina de comer hasta las entrañas de la vaca.
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Brigada argentina durante la cosecha de café. |
AHI ESTUVE YO TAMBIEN CON 25 JOVENES CUBANOS
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