La guerra de las comunidades.
Pocos estudios se preocupan por la historia de estas comunidades
diseminadas en el territorio matagalpino donde fueron a parar decenas de
brigadas extranjeras. Entre la Revolución y la guerra, vivíamos momentos
históricos. El proyecto de remodelación de la tenencia de tierra, de la
propiedad y del acceso a la tierra no era algo inédito en este lugar. Un siglo
antes, los indígenas matagalpas habían vivido un cataclismo con el despojo de
sus tierras. El bus me llevaba al lugar donde esperaba escuchar la continuación
de esta historia vivida que tanto me había marcado.
Los indígenas matagalpas vivieron una presión creciente debido a las nuevas
leyes que permitían la denuncia de las tierras ejidales, la negación de sus
costumbres y ritos tradicionales, la liquidación de la representación legal de
las autoridades indígenas, la obligación de trabajo en infraestructuras públicas
(como el telégrafo)… En marzo de 1881, se desato la rebelión en el territorio
contra el gobierno central.
El 31 de marzo de 1881, unos mil indígenas cercaron Matagalpa y la
atacaron, enfrentándose a la pequeña guarnición y a grupos de ladinos que se
sumaron a la defensa del poblado. Los indígenas de Jucuapa participaron al levantamiento,
junto a grupos de Uluse, El Horno, El Gorrión, San Pablo, San Marcos, El Zapote,
El Matasano y Potrero de Yasica, armados de sus tafixtes (flecha de punta afilada).
Tras el asalto, las autoridades locales pretendieron negociar con los
sublevados. Lo que permitió al gobierno nicaragüense preparar y mandar sus
tropas que llegaron el 10 de agosto. (Dora María Téllez, Muera la gobierna, 1999, p.16-17). Hasta el final de 1881, se llevo a cabo la
“pacificación” de la región dejando un saldo de unos 5000 muertos, lo que el
historiador Ortega Acuna llego a calificar de “genocidio” (Historia
general de Centroamérica, tomo 4, p. 311)
Los mapas publicados al final en “Muera la gobierna” de Dora María Téllez, indican que el sector de Santa Josefina
pertenecía a la comunidad indígena de Matagalpa. Tras el genocidio, fueron
miles de manzanas las que fueron disponibles para la expansión cafetalera.
Entre 1889 y 1891, en la comarca de Jucuapa arriba, 300 mzs fueron denunciadas para
plantar café.
Eddy Khül no comparte el hecho de que el desarrollo de la caficultura fuera
responsable del levantamiento indígena. (Eddy Khül, Nicaragua y su café, 2004, p. 128). En 1881, eran todavía pocas las fincas de café por
Matagalpa pero ningún desarrollo hubiera sido posible sin las leyes que
permitieron el despojo de las tierras indígenas. El objetivo de esta reforma
gubernamental era crear disponibilidades de tierras para los hacendados en una
zona donde ya se experimentaba el café desde 1870.
Mario Samper, historiador especialista de la caficultura en Centroamerica
afirma que “La presión sobre la tierra
comunal cuando se iniciaba el crecimiento agroexportador asociado al café se
conjunto con la reimposición del trabajo forzoso para desencadenar la guerra de
las comunidades en 1881”. (Samper,
en Historia general de Centroamérica, tomo 4, p. 64)
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