dimanche 21 juillet 2013

Un combatiente chileno en la Revolucion de Nicaragua

Un 19 de julio, en un pequeño país centroamericano, fue derrotada la tiranía de casi medio siglo de la “Dinastía Somoza”. En Nicaragua, alrededor de cuatrocientos chilenos internacionalistas, antes, durante y luego, en la defensa de la revolución, combatieron junto a un pueblo de luz conducido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional contra una dictadura apoyada en todos los ámbitos por el Pentágono norteamericano.
Por Andrés Figueroa Cornejo

José Miguel Carrera Carmona, fue uno de esos chilenos.Publicó su libro testimonial Misión Internacionalista: De una población chilena a la Revolución Sandinista.



¿Cómo fuiste a parar a la Revolución nicaragüense?
“Yo salí becado a estudiar medicina a Cuba durante  el gobierno de la Unidad Popular dos semanas antes del golpe de Estado. En Chile yo era presidente de un liceo de San Miguel y mi madre, sin avisarme, me postuló a la beca, la obtuve y partí a la Mayor de la Antillas con permiso notarial de mi papá porque entonces  tenía 17 años.”
¿Cuál era el fin?
“Que retornáramos al país a servir como doctores en el servicio público.”
¿Cómo te enteraste del golpe en Cuba?
“En Matanza (costa norte de Cuba) yo supe del golpe a través de radio Reloj. Y La incomunicación con mi  familia duró 15 años. La primera reacción que tuvimos  fue volver rápidamente a Chile a ver qué podíamos hacer. Pedimos instrucción militar. Ya la prioridad para nosotros no era ser médicos. Sin embargo, los cubanos nos dejaron estudiando dos años más.”
Pero no terminaste medicina…
“En abril del 75, el día en que se conmemora la batalla de Playa Girón –donde los cubanos derrotaron un intento de invasión desde Estados Unidos-, fuimos convocados para ser finalmente militares. Así pasamos a convertirnos, de un día para otro, en soldados rasos del Ejército de Cuba. Y no fue cosa de un partido no más. En el grupo de chilenos había socialistas, comunistas, miristas, independientes, etc.”
¿Qué aprendiste?
“En mi caso se me instruyó como oficial de tropas generales. Después llegaron muchachos más jóvenes que fueron integrándose como cadetes. El 76 nos graduamos de subtenientes. Nuestro sueño era partir a Chile. El 79 ya éramos un grupo serio. Se encontraba, por ejemplo, Galvarino Apablaza, el Comandante Salvador que ahora está en Argentina y quien fue nuestro jefe histórico.”

Galvarino Apablaza, el Comandante Salvador 


“APRENDÍ QUE EL VALOR DE LA PALABRA SE EMPEÑA COMO PRINCIPIO Y ESTRATEGIA.”

¿Cuándo emprendieron camino a Nicaragua?
“En mayo del 79 nos reunieron a unos cincuenta chilenos. Estaban Raúl Pellegrin, Days  Huerta, Edgardo Javier Lagos, Miguel Rojas, entre muchos otros. Y nos movilizaron al famoso “Punto Cero”, que era una escuela de formación guerrillera. Allí nos visitó Fidel Castro y nos dijo que era inminente el  triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua y que precisaba ayuda. Al poco tiempo partimos a Panamá con un maletín pequeño y completo. Parecíamos una delegación deportiva. Nos alojaron en una casa de seguridad de nicaragüenses que dirigía un sacerdote español de nombre San Ginés. El grupo ya era más graneado, había mujeres y latinoamericanos de todas partes. Y en un avión destartalada aterrizamos en lo que después supimos que era Costa Rica.”
¿Por qué Costa Rica?
“Peñas Blancas une Costa Rica y Nicaragua, es un sitio estratégico. Por otra parte, nunca habíamos estado en una guerra. Y una guerra es un enredo de gente, fuego de artillería, balas. No es lo mismo hablar de la guerra que platicar con ella. El objetivo era sostener ese territorio, denominado Frente Sur, para obligar a la Guardia Nacional (Fuerzas Armadas) de Anastasio Somoza a concentrar fuerzas para enfrentarnos y liberar a los guerrilleros que peleaban en otros lugares.”
¿Qué otro rol jugaste tú y tus compañeros en el Frente Sur?
“El Frente Sur tuvo también la misión de estancar a la principal fuerza militar dictatorial, la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería, que la dirigía el hijo de Somoza, “Tachito”. Eran todos oficiales bien formados en Estados Unidos. Y, sin duda, allí las mujeres que estaban con nosotros cumplieron un papel fundamental.”
¿Cómo supiste del triunfo de la revolución?
“Por radio nos enteramos el 17 de julio que Somoza había renunciado al poder. El 18 bajó el nivel de disparos. Por primera vez escuchamos pájaros en vez de aviones. Y el 19 de julio todo el mundo comenzó a disparar al aire. Era la victoria.”
¿Para qué el libro?
“Yo quiero rescatar los valores de ese grupo humano, en condiciones muy diferentes a las actuales. Quise destacar los principios para que un día Chile sea verdaderamente libre. Muchos jóvenes nos dicen que nosotros tuvimos la oportunidad de conocer y vivir con una generación anterior muy rica y paradigmática. Y ocurre que a veces los dirigentes políticos dividen al pueblo mediante el sectarismo partidista. Y el enemigo no hace distinción de partido, sino de clase social.”
¿Cuán distintos son los pueblos?
“Nuestro pueblo no se diferencia en nada cuando lucha con el de Nicaragua, El Salvador, el de Cuba u otro. La diferencia está en los dirigentes. Aquí mienten y negocian a espaldas de la gente.”
¿Por qué escribir el testimonio 31 años después de ocurridos los hechos?
“Nuestra generación fue muy modesta. Nadie pensó en ser escritor. Yo, de hecho, no le consulté a nadie y me hago responsable. Y lo más importante de la Revolución Nicaragüense, para mí, fue lograr la formación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y luchar frente a la injusticia. Ese relato está pendiente.”
¿Cómo observas al Chile actual?

“En Chile sólo los poderosos viven bien y el resto sobrevivimos. Ya no podemos darles más oportunidades. Ahora la mayoría debemos ser el gobierno. Uno de los problemas es que muchos dirigentes perdieron la fe en el pueblo y la voluntad de ganar. Todo lo contrario que Allende.”


vendredi 19 juillet 2013

Himno del Frente. 19 de julio

HIMNO DE LA UNIDAD SANDINISTA
(música y letra: Carlos Mejía Godoy)
Adelante marchemos compañeros
avancemos a la revolución
nuestro pueblo es el dueño de su historia
arquitecto de su liberación.
Combatientes del Frente Sandinista
adelante que es nuestro el porvenir
rojinegra bandera nos cobija
¡Patria libre vencer o morir!
Los hijos de Sandino
ni se venden ni se rinden
luchamos contra el yankee
enemigo de la humanidad.
Adelante marchemos compañeros
avancemos a la revolución
nuestro pueblo es el dueño de su historia
arquitecto de su liberación.
Hoy el amanecer dejó de ser una tentación
mañana algún día sugirá un nuevo sol
que habrá de iluminar toda la tierra
que nos legaron los mártires y héroes
con caudalosos ríos de leche y miel.
Adelante marchemos compañeros
avancemos a la revolución
nuestro pueblo es el dueño de su historia
arquitecto de su liberación.




vendredi 12 juillet 2013

Begoña García Arandigoien, medico internacionalista.(2)

Fue ejecutada extrajudicialmente

La Comisión destinó un apartado especial a la ejecución extrajudicial de la joven navarra: «caso García-Arandigoyen». Y concluyó lo siguiente: Por un lado, que Begoña «fue ejecutada extrajudicialmente por efectivos de la cuarta compañía BIC PIPIL de la Segunda Brigada de Infantería bajo el mando inmediato del teniente Roberto Salvador Hernández y el mando superior del teniente coronel del Ejército, José Antonio Almendáriz (hoy día diputado del conservador Partido de Conciliación Nacional PCN), Ejecutivo de la Segunda Brigada». Y, por otro lado, que «dichos oficiales encubrieron el hecho» con la colaboración de la tercera comandancia de la Policía Nacional, así como los peritos y las autoridades judiciales que reconocieron el cuerpo sin vida.

El rotativo digital conservador "La Prensa Digital'' publicó un extenso reportaje sobre el fatal desenlace de la joven vasca que llegó a El Salvador para ejercer como personal sanitario. Almendáriz, que gracias al decreto de 1993 sigue con inmunidad sobre su responsabilidad en crímenes de guerra, defendió desde el principio, contra viento y marea, la versión oficial de que García Arandigoien falleció en un cruce de disparos, pero finalmente, hace unos años, declaró lo siguiente: «Yo, personalmente, he pedido perdón infinidad de veces en público por lo que cometí en mi odio. Hoy soy cristiano y sé que en vez de humillarme, eso me ha granjeado un mayor perdón de Dios. Siento que me he quitado un gran peso de encima porque he pedido perdón, pero también he perdonado a quienes asesinaron de 50 balazos a mi padre».

El 21 de septiembre, el embajador español en El Salvador aterrizaba en Barajas junto a los restos mortales de la médica navarra. El embajador entregó a Peio varias fotografías que la embajada tomó al cadáver después de desenterrarlo de la fosa en la que permaneció al menos cuatro días. El día siguiente, el cuerpo sin vida de la cooperante navarra llegaba al Hospital de Navarra para efectuarle una autopsia. Begoña García recibió seis disparos; una de ellas en la nuca. El sepelio, multitudinario, se llevó a cabo al día siguiente en Gares, en el que el día 22 fue designado como jornada de recuerdo de la joven médica. La autopsia se sumó a los expedientes judiciales abiertos en Iruñea; el juez ordenó un examen más exhaustivo. Un mes más tarde se supo que el orificio de la nuca fue por un disparo realizado «a corta distancia», exactamente a dos centímetros. A mediados de noviembre la Embajada española mandó una carta de protesta a la cancillería salvadoreña; incluía la autopsia realizada en Iruñea, que contradecía frontalmente la versión oficial.
«De todo logra sobreponerse uno...»
El reportaje publicado en un diario digital de El Salvador, narra cómo el teniente Roberto Salvador Hernández organizó un grupo de militares para verificar una información sobre un mitin que habría celebrado el ERP días antes en las inmediaciones de Santa Ana. Relata cómo dieron con los guerrilleros, cogidos in fraganti, y dispararon directamente.

El Ejército envió un equipo militar para verificar las consecuencias del enfrentamiento. Acudieron un técnico del laboratorio criminalístico y también un fotógrafo. El relato afirma que encontraron dos cadáveres de dos mujeres en el patio de la finca militar del Ejército. No hubo ningún reconocimiento judicial y enterraron los cuerpos. Dos días después el cónsul de la Embajada española acudió a negociar la exhumación de los cadáveres. El encargado fue el ejecutivo de la brigada, José Antonio Almendáriz, ahora diputado. Se abrieron investigaciones que no llegaron a nada. Un año después la Comisión de la Verdad concluía que la brigadista había sido ejecutada.

«De todo logra sobreponerse una persona, incluso del miedo». Parece ser que ésa fue la última frase que la joven médica empleó en Nicaragua, horas antes de entrar en El Salvador, para responder al guerrillero exiliado que le advirtió sobre los riesgos de la guerra.

Cada 22 de septiembre en Gares se recuerda a la joven médico fallecida en El Salvador; en la pancarta que se colocó en el ayuntamiento el día que su cuerpo llegó al pueblo se podía leer lo siguiente: “Amabas a tu pueblo, a tu valle, a tu gente. Dabas todo de ti y no pedías nada. ¿Cómo no quererte?”

samedi 6 juillet 2013

Begoña García Arandigoien, medico internacionalista. (1)

El 10 de setiembre de 1990, en el departamento salvadoreño de Santa Ana, la médico de Gares, Begoña García Arandigoien (Alba), resultaba herida de bala durante un enfrentamiento entre una patrulla de las Fuerzas Armadas de El Salvador y una columna de la guerrilla Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). La versión oficial fue que la brigadista vasca murió a consecuencia del cruce de disparos entre ambos.


La realidad, en cambio, distaba mucho de eso. Begoña García fue herida, pero capturada viva por los militares salvadoreños. Después, fue violada, torturada y ejecutada con un tiro en la nuca, además de recibir otros cinco disparos en el cuerpo y sufrir roturas del fémur y los dos brazos. La joven formaba parte del personal sanitario de aquella columna guerrillera que fue acribillada a tiros en los cafetales de las faldas del volcán de Santa Ana.


Begoña Garcia Arandigoien, vistiendo una camiseta del Diecimo aniversario de la Revolucion Sandinista (1989)

Han transcurrido años desde que Begoña García Arandigoien, que entonces tenía 24, perdiera la vida a manos del Ejército Salvadoreño. Ahora, dos décadas más tarde, han aflorado más datos sobre la ejecución. Se ha conocido la versión de quienes flanquearon la columna guerrillera y cómo transcurrieron los siguientes días desde el prisma de los militares salvadoreños. Al descubrirse que se trataba de una cooperante extranjera, la repercusión internacional puso en el ojo del huracán a la cúpula que dirigía con mano de hierro la república salvadoreña; un régimen que cegó la vida de decenas de miles de personas, entre ellas la del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, de las cuatro monjas Mariknol o las de seis jesuitas, encabezados por Ignacio Ellacuría, en 1989.

La médica vasca, que había cursado la carrera de Medicina en la Universidad de Navarra, llevaba años cooperando en la Cruz Roja de carreteras y estaba trabajando como médica interina en el quirófano de un hospital de Iruñea. Rondaba el año 1988 cuando decidió abandonar este modo de vida y cogió un avión en Bilbao rumbo a Managua, la capital de Nicaragua. Fue allí cuando conoció a un guerrillero del ERP que estaba en condición de exiliado. Rafael Velázques, a su vez, tuvo conocimiento de que la vecina de Gares -aunque nacida en Alicante el 11 de marzo de 1966 tras el exilio al que se vieron forzados sus padres debido a la persecución franquista- era una joven brigadista de Askapena. «Española, ¿verdad?», le preguntó de forma directa Velásques en su primer encuentro con Begoña García. «Vasca», espetó ella de forma tajante.
La médico de una columna guerrillera

Era octubre, cuando llegó a Managua, y tenía intención de permanecer tres o seis meses. Pero, tal y como señalaba a sus padres en una carta, se sentiría «culpable de abandonarles», a los nicaragüenses, si volvía a Euskal Herria. Finalmente se comprometió a regresar para las navidades de 1990.

Un año después de que llegara a Nicaragua, «Alba» entró en El Salvador. Así era como la conocían los salvadoreños. Era el 20 de septiembre de 1989. Aunque indicó a los de la aduana el lugar en el que se iba a hospedar, Begoña García Arandigoien se dirigió directamente a la zona controlada por el Ejército Revolucionario del Pueblo del FMLN. Allí pasó a formar parte de una columna guerrillera como médica.
Un guerrillero llamado Hércules, según recoge el citado medio, compartió con ella los últimos momentos de su vida. Aquél 10 de septiembre era un lunes. La columna guerrillera se adentró en unos cafetales, en la ladera del volcán Santa Ana. Tuvieron conocimiento de que un grupo del Ejército había acampado cerca la noche anterior. Dada la escasa protección que ofrecen los cafetales, la cuadrilla guerrillera debía andar casi en cuclillas para no superar el 1,5 metros de altura. Fue la misma brigadista vasca la que, sobre las dos de la tarde, alertó al mando guerrillero de ruidos que creía haber oído. Acto seguido, el silbido de los continuos disparos se apoderó de la quebrada en la que estaban apostados los guerrilleros. Después del tartamudeo de las metralletas solo se escuchó un grito; un proyectil había alcanzado a la brigadista de Gares.

Nada más se supo de Begoña García... hasta dos días después. No era, además, la única del grupo que seguía desaparecida tras la huida forzada por los disparos del Ejército. La radio Venceremos, emisora del FMLN, informó de que «Begoña García, compañera internacionalista de origen vasca, fue asesinada salvajemente por el Ejército en un hospital de campaña en el cantón La Montañita, del departamento de Santa Ana, el pasado 10 de septiembre...». A la misma hora y a miles de kilómetros de distancia, desde Euskal Herria, un amigo íntimo de Begoña sintonizaba la misma emisora. Peio sabía que el día 11 o 12 de septiembre, a lo sumo, Begoña estaría en Santa Ana, localidad en la que iba a trabajar en protección civil. Fuera de la selva; y fuera, en parte, del conflicto directo.