jeudi 23 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (3)

Amenazas de desalojo y detenciones.
10 familias quedaron en Santa Josefina para enfrentar la amenaza de desalojo. Los jueces ordenaban y la policía ya había avisado que cumplirían. Además, varias quejas fueron presentadas por los dueños por “amenaza de muerte” o “violencia” de los colonos para terminar de pintar en negro el cuadro. Los habitantes tuvieron que ocupar el centro infantil, resistir al desalojo desde sus propias casas, quedar alerta en las noches con el apoyo de habitantes de otras comunidades, para no ser expulsados por “usurpadores”.
El Centro Infantil Rural de Santa Josefina
 (Foto L. Sanchis 1989-2014)
En mayo de 1992, un informe de la Organización Internacional del trabajo (OIT) de las Naciones Unidas hace referencia a la multiplicación de conflictos en el campo en Nicaragua. Varios sindicalistas de la ATC fueron encarcelados o asesinados.
- hacienda Santa Josefina: el 29 de junio de 1992 fueron detenidos 4 sindicalistas de la ATC, siendo posteriormente liberados por orden judicial;  En su comunicación de 13 de julio de 1993, el Gobierno indica que: - los trabajadores de la hacienda (Santa) Josefina fueron detenidos por orden judicial en base a una denuncia por amenazas presentada ante un juzgado en lo criminal por la propietaria de la hacienda; al no existir pruebas suficientes fueron puestos en libertad;
Hasta hoy, Doña Marina Lanzas de Amador expresa claramente su visión en una carta que publico La Prensa en abril de 2014:

“Más de cien usurpadores invasores que nos continúan deteriorando nuestra propiedad, están despalando nuestra montaña, nos saquean nuestra producción de café, nos amenazan de muerte y atacan a nuestros cortadores, para impedir que levantemos la cosecha y ellos seguírselas robando.”
Miembros de la Brigada ENABUS en su casa.
(Foto L. Sanchis 1989-2014)

Proyectos comunitarios.
Con tal perfil, nunca me hubiera atrevido a volver a esta montaña. Pero vi todo lo contrario. La comunidad de Santa Josefina, hoy desarrolla sus proyectos comunales con el apoyo de la alcaldía municipal de Matagalpa. El trabajo comunitario permite la construcción de presas para el servicio de agua corriente. El centro infantil construido hace 25 años por la solidaridad se convirtió en escuela rural. Cuenta con dos clases de primaria y un pre-escolar, tiene un techo nuevo y todas las puertas y ventanas fueron cambiadas.
Lo que parece evidente es que ninguno de los habitantes quiere volver al estatuto de simple mozo – acatando las órdenes del patrón, sin discutir. Para los que son tildados de “usurpadores invasores”,este tiempo ha terminado definitivamente. La comunidad seguirá luchando por el derecho de vivir en la tierra donde se empeño.
La historia de este pedazo de tierra se enraíza en más de un siglo de lucha y trabajo. La comunidad se desarrolla unida, el pueblito cuida sus infraestructuras mientras la casa-hacienda se derrumba detrás de sus alambres de púa. Los lotes de auto-consumo dan maíz y papas mientras la selva se traga el cafetal de los terratenientes.


Así deje a Santa Josefina cuando me monte en el bus que pitaba en la mañana. Pensaba volver hacia los recuerdos, la nostalgia pero es una historia viva que puedo contar. Una historia actual llena de risas y esperanza.
Galeron y cocina de los internacionalistas.
(Foto L. Sanchis 1989-2014).



El Centro Infantil, logro de la Revolucion frente a la Casa Hacienda en Santa Josefina.
(Foto L. Sanchis 2014).

samedi 18 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (2)

La derrota electoral

Con la derrota electoral del FSLN de febrero de 1990, se abrió una nueva era para los trabajadores del campo y los cooperativistas. Muchos esperaron con este voto la llegada de la Paz, tras tantos años de agresión. En realidad, los trabajadores del campo entraron en una nueva era de incertidumbre, expulsión y pobreza.

Muchas comunidades rurales fueron desarticuladas al ritmo de las recuperaciones de tierras, retrocesiones de propiedad.
Cosecha de 1990 en Santa Josefina.
Santa Josefina como otras UPEs de la Empresa de Reforma Agraria “Chale Haslam” estaba programada para ser devuelta a sus ex dueños: Don Salvador Amador Kühl y doña Marina Lanzas de Amador. La directiva de la “Chale Haslam” estableció que cuatro unidades de producción iban a ser devueltas. Iván Zelaya informo a Don Lino, entonces mandador en Santa Josefina que la comunidad figuraba en la lista junto a La estrella, Los Alpes y Las piedrecitas.
Midiendo la cosecha en santa Josefina.
El Capataz y al fondo, el Mandador, Don Lino en 1990.
El gobierno de Doña Violeta orientaba hacia la restitución de propiedades. Soplaban vientos de la contra-reforma agraria: Lo que había sido confiscado o intervenido para restablecer la justicia en el campo, desarrollar programas sociales y facilitar acceso a la tierra a los desposeídos, se esfumaba.

“Fuimos relegados por los Gobiernos neoliberales después de los 90, porque ellos le dieron prioridad a otra forma de organización económica del país; pusieron los intereses y todo su esfuerzo y trabajo, para que la economía pequeña de nuestras comunidades rurales y urbanas desapareciera, prevaleciendo el espacio para la gran empresa y para la creación y el asentamiento en nuestro país, de las grandes multinacionales, que vinieron a cercenar también, gran parte de la propiedad de la tierra que la Revolución había entregado a los campesinos y campesinas en los años 80.” (Movimiento Cooperativo Nacional. Municipio de Sébaco, Matagalpa, Palabras de Pedro Haslam, 18 de agosto del 2007.)

Contra-Reforma Agraria


En septiembre de 1990, el procurador general de justicia y presidente de la Comisión Nacional Revisión de Confiscaciones ordeno “que se proceda a la entrega de dicho inmueble a la señora Marina Lanzas de Amador, sin ninguna restricción en el uso y disfrute del bien restituido” 

El expediente estaba cerrado.


Mapa de Santa Josefina con fotos de la cosecha de 1990.
Por su parte, la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), por su parte, propuso a los colonos una reubicación: Se evocaron 500 mzs en el sector de San Ramón. Que tan segura podría parecer esta alternativa cuando los tiempos de contra-reforma agraria habían venido. Habría que salirse de ahí, dejar como ajeno lo que tanto había costado: Ya la UPE de 1990 no era la finca de 1986: ya contaba con casas dignas, con un SIR y sobre todo un cafetal apto a la producción tras tres años de esfuerzo para reactivar una plantación abandonada. La historia de los colonos no se limito a la ocupación del lugar sino que lo trabajaron y le dieron valor.

De esto se trataba: negar los esfuerzos de cada uno de los pobladores y quitarles derecho a los trabajadores del campo. Ahí se situaba la mayor injusticia, mas allá de una escritura, se trataba de la dignidad de cada uno.
A pesar de la orientación de la Empresa agraria Chale Haslam y de la propuesta de la ATC, muchos pensaron que era más conveniente no moverse de santa Josefina y buscar otro compromiso.
Pintas de los brigadistas resisten al tiempo en la pared de la casa hacienda.
(Santa Josefina, foto L. Sanchis, 2014)
Salvador Amador Kühl, quien reclamaba el regreso de la propiedad, entonces propuso lo siguiente a los colonos de Santa Josefina: Se comprometió en respetar las viviendas ocupadas desde la revolución y distribuir 3 ha para autoconsumo a cada uno. “Las palabras son de aire y van al aire”. Un mes más tarde, don Salvador volvió a reclamar la totalidad de la propiedad y empezó a presionar a los trabajadores.

El conflicto se perfilaba para las familias cuando el gobierno Chamorro había prometido la paz. Más de la mitad de las 23 familias optaron por la alternativa presentada por la ATC. 13 familias de colonos se fueron para San Ramón. Esta opción, por linda que pareciera parecía dudosa en un contexto de reclamos de tierras. Quien iba a garantizar tierra a un grupo de obreros agrícolas? El programa agrario de Doña Violeta se iba para el camino opuesto.

10 familias quedaron en Santa Josefina para enfrentar la amenaza de desalojo.
Resultaba evidente que había que quedar unidos y organizarse. En 1991, se decidió formar la cooperativa “Bernardino Díaz Ochoa”.

La experiencia no resulto y fracaso dos años más tarde.


En Santa Josefina, la Casa-hacienda frente a las casas de los pobladores.
(Santa Josefina, foto L. Sanchis, 2014) 

samedi 11 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (1)

Creación de la UPE

Santa Josefina paso en el sector estatal en los años 1986-1987. La información que nos fue dada era que la UPE estaba en situación de abandono productivo. Lo que pudo ser asimilado a un “sabotaje económico” dada la importancia del rubro café para la generación de divisas en un país sometido a una agresión militar. Entonces, Santa Josefina fue intervenida y no confiscada como la mayoría de las otras UPEs.

El cafetal de la UPE Santa Josefina (Foto L. Sanchis, 1989)
La UPE paso bajo responsabilidad de la Empresa de Reforma Agraria “Chale Haslam”. Con la intervención del gubernamental, se procedió a la construcción de viviendas decentes para los colonos quienes iban a trabajar en el lugar. El programa de construcción de viviendas esta todavía asociado en la memoria de los lugareños a chilenos. Sin poder determinar si se trato de una brigada chilena, pues, la gente recuerda que chilenos participaron en el proyecto.
Las casas construidas por "los chilenos" y la reserva de agua
en Santa Josefina . (Foto L. Sanchis, 1989)

Cuando llegaron los primeros colonos a la nueva UPE, reubicados desde una cooperativa, las casas estaban a punto de ser terminadas. La tarea principal fue de limpiar el cafetal, quitando la maleza o tumbando algunos árboles para permitir la futura cosecha.
Grupo de mujeres trabajadoras del campo comiendo en el cafetal.
(Foto L. Sanchis, 1989)

Rumbo al cafetal, Santa Josefina.
(Foto L. Sanchis, 1989)

Construccion del SIR por la brigada francesa "Roja y negra",
Santa Josefina. (Foto L. Sanchis, 1989)


vendredi 3 octobre 2014

Santa Josefina en la insurrección de 1978.

El repliegue de los muchachos hacia Apante.

Mario Mairena M escribe en “La insurrección de los muchachos”.
Cuando los muchachos levantados en armas conocieron de la masacre en el Hotel Soza, se desprendieron hacia el lugar dándose un enfrentamiento que llevó a los guardias hacia un hotel que estaba frente al lugar de la barbarie.
La mediación fracasó por la masacre del Hotel Soza y el avance ya incontenible de tropas bien apertrechadas por el norte y sur, iniciándose las ya conocidas operaciones limpieza de la Guardia Nacional, en las cuales el delito era ser joven.El grueso de los muchachos ante la evidente superioridad de la GN se miró obligado a replegarse hacia el cerro Apante y las propiedades ubicadas en la parte sur de la ciudad, pasando por donde don Uriel Pineda, Salvador Amador en la hacienda Santa Josefina, terminando en la hacienda La Luz, de Julio Rivera.Entre la columna de muchachos, cuyo número llegaba casi a los mil, estaba Víctor Guevara, Sadie Rivas, Néstor López, Mercedes Tijerino, Ermes y Noel Matuz, Guillermo González, Ernesto Cabrera, Sergio Cruz, Salvador Gutiérrez, Aníbal Rivas, Erwin Cárdenas, Guillermo González, Silvia Soza, Santos Sobalvarro, todos dirigidos por José González Picado.”
Monumento de la insurreccion de los muchachos
(foto : L. Sanchis, Matagalpa, 1989)

Salvador Amador Lanzas

Haber llegado a Santa Josefina no fue tanto debido al azar ya que el hijo de Salvador Amador Kühl, Salvador Amador Lanzas era colaborador del Frente Sandinista. En el libro “Ser madre en Nicaragua: testimonios de una historia no escrita” de Roser Solà, María Pau Trayner publicado en 1988, doña Marina Lanzas de Amador habla de su hijo:
Él trabajaba acá, en una de las fincas nuestras. Su papa se la había dado para que se dedicara exclusivamente a eso. (…) Se daba completamente a todos sus empleados, les daba clase en la tarde. Antes, aquí en Nicaragua, el horario de los trabajadores era de 6 a 12 y de 2 a 4; pero él implanto que fuera una sola jornada hasta el mediodía para que así los empleados pudieran tener más tiempo libre y les pudiera dar clases en la tarde”.


 
La bandera Rojinegra en Santa Josefina.
(foto : L. Sanchis, Santa Josefina, 1989)

Muerte de Salvador Amador lanzas

En las memorias de la lucha sandinista, compilado por la Comandante Verónica Baltodano, aparece el testimonio de José González quien relata las circunstancias de la muerte de Salvador Amador Lanzas :
Cuando la insurrección de agosto de 1978, que se llamó la “insurrección de los muchachos”, ésta fue en realidad un desborde de presión popular que terminó siendo una sublevación, porque nosotros no teníamos orientaciones de lanzarnos.
Estaba a cargo del Regional Faustino Ruiz “El Cuje”, el compañero Crescencio Rosales Cabrera, quien había llegado de la montaña y tenía algunos padecimientos médicos. A veces en reuniones cuando pasábamos varios días de desvelo por el trabajo, le daban como cuadros de epilepsia. Seguro el desvelo, el cansancio, la mala alimentación.
Era un compañero de unas cualidades increíbles y una firmeza revolucionaria. Estuvimos en contacto con él.
Después de la insurrección de agosto del 78, hay un operativo en el cual participan dos compañeros destacados de Matagalpa, Sócrates Baldizón y José Adrián Castillo, conocido como “Cuchumbeco”. Ellos hacen una operación en un jeep Toyota PJ-40 color rojo, similar al que usaba Salvador Amador, quien movía usualmente a Crescencio. El operativo era súper simple, era recuperar un mimeógrafo del Colegio Monseñor Carrillo, para las tareas de propaganda. Los compañeros incluso anuncian que el operativo es del Frente Sandinista; la Guardia recibe la denuncia y comienzan a buscar un jeep Toyota rojo. Y se le pegan al de Salvador que, en ese momento, se movía ajeno a todo lo que pasaba. Como ellos se dan cuenta que los van siguiendo, todavía Crescencio puede desprenderse de unos papeles que andaba, y luego logra hacer unos disparos. A Salvador lo capturan y asesinan dándolo como muerto en combate. (Cayeron el 2 de noviembre de 1978).

Sandino y Carlos Fonseca en la UPE La Pintada.
(foto : L. Sanchis, La pintada, 1989)

Pero también es verdad que a Crescencio lo tenían penetrado, porque después del triunfo de la Revolución, tuve acceso a los archivos de la OSN y de la Sección del Servicio Anticomunista (SAC) y pude ver que una de las personas donde llegaba Crescencio, tenía carnet del SAC. Además, había una serie de informes de nosotros, que sólo podían ser elaborados por alguien que estaba dentro. A Crescencio, ellos no lo querían quebrar sino seguir, porque a ellos no les interesaba un cuadro por aquí o por allá, sino las redadas y los quiebres de los principales cuadros.”