samedi 22 mars 2014

Uruguay propone a internacionalista como Embajador en Nicaragua (2013)


El Nuevo diario, nicaragua, 1 feb 2013.

El Gobierno uruguayo propuso al combatiente internacionalista y actual director de Política del Ministerio de Defensa de su país, Carlos Silva, para ocupar el cargo de Embajador en Managua, según confirmó a Efe el alto funcionario.
Silva, histórico dirigente del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, al que también perteneció el presidente uruguayo, José Mujica, participó en 1979 en la lucha por derrocar al dictador Anastasio Somoza y luego permaneció un tiempo más en el país como asesor del Ejército Sandinista.
Según explicó Silva a Efe, de momento solo ha sido propuesto como embajador por el presidente y la Cancillería uruguaya, y falta la aprobación del parlamento para que el nombramiento sea efectivo.
Aún así, Silva se mostró “muy contento” con la propuesta y con la perspectiva de volver “a un lugar con amigos queridos de muchos años” y con un plan de trabajo “igualmente productivo” que el que lo llevó allí en primer lugar.
     
Abrirán Embajada.
“Como plan de trabajo, para empezar hay que abrir la Embajada de nuevo, que de momento está cerrada (cerró en 1993 por recortes). Y hay que explorar varios rubros donde ambos países tienen mutua conveniencia. El punto de vista cultural, político, comercial, turístico... Y ahora con la creación de la Celac, tenemos cosas que trabajar en la integración de América Latina”, apuntó.
Actualmente, la Embajada de Uruguay en El Salvador es concurrente en Nicaragua.

Tristes recuerdos.
Carlos Silva indicó que de su participación en la guerra nicaragüense guarda “recuerdos tristes, como ocurre con toda guerra”, aunque también mantiene memorias “imborrables del compañerismo y de hacer lo que pudimos hacer, junto a otros 50 uruguayos que estuvimos por allí y que dimos una mano en sacar a Somoza, el peor dictador que había en esa época”.

dimanche 16 mars 2014

Benjamín Linder sembro esperanza.(1987)

Tenía 27 años, ingeniero, californiano, amante de la justicia y de la equidad. Vino a Nicaragua en 1983, persiguiendo sus sueños. Fue uno de los muchos internacionalistas asesinados por la contra en los años 80 y el único estadounidense. Su muerte recorrió el mundo y se convirtió en noticia de primera plana en muchos países a finales del mes de abril de 1987, además de avivar la polémica existente en los Estados Unidos por su participación y apoyo directo de su gobierno a la contra.
Trabajó en la entonces Planta Geotérmica Patricio Ryan en Momotombo. Apoyó al Circo Nacional y a la Escuela de Circo. Vivió en El Riguero y de ahí se le veía salir a recorrer Managua en su monociclo, a veces de civil y a veces en su uniforme de payaso, llamando a las vacunaciones, campañas de limpieza y otras actividades comunales.
Con frecuencia, participó en actividades de CISAS haciendo malabarismos con los alimentos para enseñar sobre dieta balanceada o vestido del “Monstruo del Sarampión” para motivar la vacunación.

Ben era un tipo pequeño, menudo, de pelo rojizo, más parecía un adolescente que un hombre de más de 20 años, siempre pelando los dientes con una sonrisa que le cruzaba de oreja a oreja y dispuesto a dar y aguantar chistes. Sus amistades le hacían bromas cuando hablaba con pasión de las microplantas eléctricas, diciéndole que eran las apropiadas para su tamaño. Su físico era lo más alejado de la imagen del gringo chele y fortachón que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en los estadounidenses.
Tenía un hermano que estuvo en Nicaragua cortando café y una hermana. Su padre y su madre vivían en Portland, Oregon, al norte de los Estados Unidos.
En las palabras de su hermano John, durante el funeral en Matagalpa, “Vino porque Nicaragua representaba la esperanza. Y esta esperanza es muy profunda para morir con una persona... Esta esperanza está en todos nosotros.” Y esa esperanza, su ejemplo, y el cariño de muchos es lo que hoy brilla en las casas y calles de El Cuá, de El Bote y de otras comunidades que tienen luz y han cambiado sus vidas por el sueño de Benjamín, la perseverancia de Rebecca Leaf, el activismo de la familia Linder y quienes integran la Asociación Benjamín Linder.
La muerte de Benjamín inspiró a Sting en 1987 a escribir y cantar la canción Fragile en su álbum Nothing Like the Sun (Nada como el Sol). Hoy existen dos Casas Benjamín Linder –una en Managua y otra en Michigan, Estados Unidos–, un Café en León, una Asociación en El Cuá, una Sala de Conferencias y muchos otros esfuerzo y lugares que guardan su memoria.

"Fragile"
If blood will flow when flesh and steel are one
Drying in the colour of the evening sun
Tomorrow's rain will wash the stains away
But something in our minds will always stay
Perhaps this final act was meant
To clinch a lifetime's argument
That nothing comes from violence and nothing ever could
For all those born beneath an angry star
Lest we forget how fragile we are

On and on the rain will fall
Like tears from a star like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are how fragile we are

On and on the rain will fall
Like tears from a star like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are how fragile we are
How fragile we are how fragile we are

Escrito en homenage a Benjamín Linder.

samedi 8 mars 2014

Una bandera sandinista entre Nicaragua y Frankfurt

Por Daniel Kersffeld, El telégrafo ecuador 21 de junio de 2013
La izquierda latinoamericana posee en su historia diversas iniciativas y campañas de apoyo que indirectamente contribuyeron también a forjar un espíritu de unidad entre sus activistas, más allá de las fronteras geográficas e, incluso, por sobre las diferencias políticas. Sin duda, una de las primeras acciones que contribuyeron a profundizar los lazos y redes entre los militantes latinoamericanos tuvo relación con la lucha encabezada por el Gral. Augusto C. Sandino frente a la invasión estadounidense a Nicaragua. Y particularmente, fue una bandera arrebatada al ejército norteamericano en plena batalla la que contribuiría a difundir a escala global la gesta heroica desarrollada en Centroamérica.

La bandera en cuestión había sido capturada por P. Sánchez, general del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), y entregada por el propio Sandino al venezolano Gustavo Machado, representante del Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC), poco antes de su retorno a México. El estandarte llevaba la siguiente inscripción redactada de puño y letra por el general rebelde: “Esta bandera fue avanzada a la 47 Cía. 11 Rgto. del cuerpo de marinos de los EE.UU. en el combate de “El Zapote” el 14 de mayo de 1928. Patria y Libertad. El Chipotón, 25-5-28.-A.C. Sandino”.   

A su regreso a México, y en el puerto de Veracruz, una verdadera multitud se agolpó para conocer  la bandera conquistada: lo mismo ocurriría algunas semanas más tarde en pleno Distrito Federal e, incluso en Guadalajara, cuando cerca de cuatro mil personas asistieron al evento expresamente organizado por el Partido Comunista de México (PCM) y por el MAFUENIC para su presentación. Los oradores que intervinieron en los distintos mítines daban cuenta de la trascendencia política del acto y de la fraternidad latinoamericana que cada vez con mayor fuerza rodeaba a estos encuentros: además de la participación de Diego Rivera y del poeta Germán List Arzubide, se contó con los discursos pronunciados, entre otros, por dirigentes exiliados como el boliviano Tristán Maroff y el peruano Jacobo Hurwitz. Con todo, la bandera alcanzaría una popularidad todavía mayor cuando el jefe del PCM, el diputado Hernán Laborde, la desplegara en pleno Palacio Legislativo: las presiones de Washington fueron esta vez enormes, exigiendo al gobierno mexicano la devolución de su insignia, e incentivando una redada contra los comunistas y el desafuero del legislador rebelde.

Así y todo, el estandarte pudo una vez más ser mantenido a resguardo. Con la causa sandinista cada vez con mayor notoriedad internacional tendría lugar un nuevo desafío,  de tipo consagratorio: la exhibición de la ya famosa bandera en el Congreso Antiimperialista mundial que iba a realizarse en la ciudad alemana de Frankfurt entre el 21 y el 30 de julio de 1929, y al que acudirían algunos de los más renombrados luchadores anticoloniales de la época. Al poeta Germán List Arzubide se le asignó la  misión de transportar la bandera hacia Alemania y, con este objetivo, envolvió su propio cuerpo en ella, manteniéndola oculta en sus ropas durante su recorrido por los Estados Unidos: únicamente fue exhibida en Nueva York durante los festejos del 4 de julio, cuando, de modo irreverente, fue colgada desde la ventana del departamento que   compartió con el escritor chileno Armando Zegrí.
Sandino (Palacagüina, 2011, foto L. Sanchis)

Una vez que arribó a Frankfurt, List Arzubide fue recibido por los organizadores del Congreso y su presentación fue programada nada menos que para la sesión principal. En el presidium se encontraban, entre otros, el escritor francés Henri Barbusse, por aquellos años, en la cima de su popularidad, junto con Nehru, el líder independentista de la India, Sem Katayama, cuadro comunista japonés con actuación previa en México, y Abdel Krim, principal referente del antiimperialismo africano. En su discurso, un Barbusse emocionado se refirió a la situación particular de Nicaragua y a la lucha desenfrenada del EDSN en contra del invasor estadounidense, destacando el papel de Sandino al eternizar su nombre como “General de Hombres Libres”. A continuación, List Arzubide fue invitado a subir al estrado, desde donde desplegó la bandera convertida a estas alturas en un símbolo del valor irredento de los combatientes nicaragüenses mientras una multitud comenzaba a entonar las estrofas de La Internacional.

Así, pese a todos los contratiempos y obstáculos, finalmente la bandera estadounidense arrebatada a sangre y fuego en Nicaragua se hacía presente en Frankfurt, posibilitando, con ello, la difusión mundial de la gesta sandinista y la obtención de infinidad de apoyos internacionales. Seguramente, esto no hubiera sido posible sin el valor y la audacia de un amplio y diverso conjunto de activistas que, en su apoyo a Sandino, supieron recrear la solidaridad como valor primario de la izquierda, y una cada vez más férrea identidad latinoamericana.