mercredi 31 décembre 2014

Sandino por Neruda (Canto general)


Pasa un año, 
                        pasan los años y seguimos tan tercos. 
Por un año 2015 de esperanza a todas y todos, de por aqui y mas alla...
fraterno saludo .                                                                          
                                                                                                                     Loren.


SANDINO 
(1926)
Fue cuando en tierra nuestra
se enterraron
las cruces, se gastaron
inválidas, profesionales.
Llegó el dólar de dientes agresivos
a morder territorio,
en la garganta pastoril de América.
Agarró Panamá con fauces duras,
hundió en la tierra fresca sus colmillos,
chapoteó en barro, whisky, sangre,
y juró un Presidente con levita:
«Sea con nosotros el soborno
de cada día.»
                        Luego, llegó el acero,
y el canal dividió las residencias,
aquí los amos, allí la servidumbre.

Corrieron hacia Nicaragua.
Calle de Altagracia (Ometepe 2014)

Bajaron, vestidos de blanco,
tirando dólares y tiros.
Pero allí surgió un capitán
que dijo: «No, aquí no pones
tus concesiones, tu botella.»
Le prometieron un retrato
de Presidente, con guantes,
banda terciada y zapatitos
de charol recién adquiridos.
Sandino se quitó las botas,
se hundió en los trémulos pantanos,
se terció la banda mojada
de la libertad en la selva,
y, tiro a tiro, respondió
a los «civilizadores.»

La furia norteamericana
fue indecible: documentados
embajadores convencieron
al mundo que su amor era
Nicaragua, que alguna vez
el orden debía llegar
a sus entrañas soñolientas.
Casa en Palacagüina (Las Segovias 2011)

Sandino colgó a los intrusos.
Los héroes de Wall Street
fueron comidos por la ciénaga,
un relámpago los mataba,
más de un machete los seguía,
una soga los despertaba
como una serpiente en la noche,
y colgando de un árbol eran
acarreados lentamente
por coleópteros azules
enredaderas devorantes.

Sandino estaba en el silencio,
en la Plaza del Pueblo, en todas
partes estaba Sandino,
matando norteamericanos,
ajusticiando invasores.
Y cuando vino la aviación,
la ofensiva de los ejércitos
acorazados, la incisión
de aplastadores poderíos,
Sandino, con sus guerrilleros,
como un espectro de la selva,
era un árbol que se enroscaba
o una tortuga que dormía
o un río que se deslizaba.
Pero árbol, tortuga, corriente
fueron la muerte vengadora,
fueron sistemas de la selva,
mortales síntomas de araña.
Loma de Tiscapa  (Managua 2014)

(En 1948
un guerrillero
de Grecia, columna de Esparta,
fue la urna de luz atacada
por los mercenarios del dólar.

Desde los montes echó fuego
sobre los pulpos de Chicago,
y como Sandino, el valiente
de Nicaragua, fue llamado
«bandolero de las montañas.»)

Pero cuando fuego, sangre
y dólar no destruyeron
la torre altiva de Sandino,
los guerreros de Wall Street
hicieron la paz, invitaron
a celebrarla al guerrillero,

y un traidor recién alquilado

le disparó su carabina.

Se llama Somoza. Hasta hoy
está reinando en Nicaragua:
los treinta dólares crecieron
y aumentaron en su barriga.

Ésta es la historia de Sandino,
capitán de Nicaragua,
encarnación desgarradora
de nuestra arena traicionada,
dividida y acometida,
martirizada y saqueada
Sandino en el Palacio de la Culura (Managua 2014)

mardi 16 décembre 2014

Nicaragua honró a brigadistas argentinos (2)

Nosotros después de la Revolución tuvimos una guerra, una contrarrevolución que no nos dejó gobernar en paz. El imperialismo norteamericano no se quedó de brazos cruzados e inmediatamente en el 80 se movilizan nuestros jóvenes guerrilleros y guerrilleras, desarmados para llevar el pan de la enseñanza con la cruzada de alfabetización. Mientras tanto, se organiza en Honduras una contrarrevolución financiada por el imperialismo de Estados Unidos que capacitó a mercenarios e inclusive contó con la participación de otras dictaduras, como ser la de Argentina. Así fue que comenzaron a asesinar a nuestro pueblo, por lo que tuvimos diez años de guerra prolongada donde no tuvimos una sola casa, una familia que no tuviera un muerto. La única manera de que el imperialismo dejara de seguir matando, fue haber perdido las elecciones. Sabíamos que íbamos a perder, incluso muchos sandinistas votaron en contra suyo. Entonces surgió un gobierno neoliberal que por 16 años mantuvieron una violación de los derechos humanos, con nuevas privatizaciones de servicios sociales básicos. Surgió otra vez la pobreza extrema y el analfabetismo. Cuando llegamos en 2007 era el 27 por ciento los analfabetos, cuando habíamos logrado eliminarla anteriormente. Entonces, cuando volvimos retomamos los programas sociales y nos organizamos territorialmente. Otra vez Nicaragua fue declarada libre de analfabetismo. Eso se lo debemos al legado de Sandino como al de nuestros mártires”, recordó la diplomática nicaragüense.
Internacionalistas en las brigadas de café.

JUAN PABLO SARKISSIAN, PERIODISTA DE EL CIUDADANO, FUE UNO DE LOS 120 INTEGRANTES DE LA BRIGADA GENERAL SAN MARTÍN

“En el medio del monte íbamos a la cosecha a juntar el grano rojito que son granos de café, plantas de un metro y medio de alto. Dan un fruto colorado y por eso la llaman «la cosecha del rojito»”, afirma Juan Pablo Sarkissian, periodista de El Ciudadano y uno de los 120 integrantes de la Brigada General San Martín, la primera y más grande, que fue a colaborar con la triunfante Revolución Sandinista hace 30 años.
Apenas triunfó el pueblo nicaragüense con su revolución y junto al Frente de Liberación Nacional Sandinista pudo expulsar al dictador Anastasio Somoza, recibió el ataque de los denominados “contras”, paramilitares y mercenarios armados por la oligarquía nicaragüense y el gobierno de Estados Unidos para desestabilizar a la nueva administración revolucionaria.
En ese contexto, el país necesitó el apoyo solidario de todo el mundo. Hacia ese lugar fueron tanto los argentinos, como voluntarios de todo el mundo.
En Managua, nos encontramos con gente de todas partes. Norteamericanos, holandeses, italianos”, recuerda Sarkissian, quien agrega que luego de pasar algunos días en la capital nicaragüense, fueron a la zona rural a la junta del café, donde tomó contacto con los campesinos y con la memoria ardiente de la Revolución Sandinista.
Te daban un canasto que te lo atabas a la cintura y con las dos manos trabajabas. El otro implemento era una bolsa de arpillera de plástico y con el canasto lo sacabas y lo metías en la bolsa. En la jornada venía un camión que juntaba la producción”, sostiene el brigadista y ferviente leproso.
Sarkissian también recuerda que “se arrancaba temprano, a las cinco de la mañana, y la jornada era todo el día” y que lo más complicado era lidiar con la lluvia.
Defensa y cosecha en la montaña.

En Nicaragua hay lluvia todo el tiempo y lo habitual era estar mojado. Así que, por más que lloviera, se salía a trabajar lo mismo. Por eso, cuando volvíamos a la cabaña, siempre teníamos una muda de roja seca y la otra se armaba un fogón para secarla. Si por alguna cuestión había que salir otra vez, te ponías la ropa húmeda”, expresó el periodista.
En tanto, en el balance de la experiencia, el contacto con los campesinos y el intercambio de experiencias, fue lo más apreciado.
En total, éramos más de 600 cosecheros, y la brigada unos 120, por lo que eran mayoría nicaragüenses. Siempre estábamos en contacto con la gente, con los campesinos y charlábamos sobre su forma de vida, la nuestra, sus experiencias políticas, la Revolución, etc.”, rememora Sarkissian.
Los brigadistas compartían sus actividades campesinas con otras políticas en las que eran visitados por guerrilleros o dirigentes políticos de todo el mundo, y que, después de la faena agrícola, el agotamiento hacía que se cenara y se durmiera temprano.
Sarkissian también recuerda los problemas de adaptación al régimen alimentario, con algunas enfermedades, porque comían tortillas de maíz y poca carne.

En cuanto a la carne, era muy raro porque los nicaragüenses no tienen eso en sus dietas. Sólo de chancho, y no siempre. Una vez se cayó una vaca de un barranco y hubo que aprovecharla. La cuerearon e hicieron algo. Sin embargo, los nicaragüenses no supieron aprovechar, como nosotros, las achuras de ese animal”, cerró Sarkissian, haciendo referencia a la costumbre argentina de comer hasta las entrañas de la vaca.
Brigada argentina durante la cosecha de café.

dimanche 7 décembre 2014

Nicaragua honró a brigadistas argentinos (1)

La embajadora del país centroamericano, Norma Moreno, reconoció a un grupo de brigadistas santafesinos que colaboró con la Revolución Sandinista cuando viajaron como voluntarios, entre otros miles de todas partes del mundo.

Publicado el 17 de noviembre de 2014 en El Ciudadano Web (Argentina)

“Nuestro pueblo está muy agradecido, nuestra Revolución, nuestro por el comandante presidente Daniel Ortega, todos sentimos un profundo afecto y admiración pueblo argentino y a otros pueblos hermanos, cuyos jóvenes, pibes dejaron su patria por ir a vivir la experiencia de la Revolución nicaragüense”, expresó la embajadora de Nicaragua en Argentina, Norma Moreno antes del acto de homenaje y reconocimiento a los brigadistas argentinos que, hace 30 años, fueron al país centroamericano que había sido escenario de una revolución social, a colaborar con trabajo para poner en marcha ese proceso.
El pasado viernes 30 de octubre se entregaron diplomas a brigadistas argentinos que viajaron a colaborar con la Revolución Sandinista hace 30 años. La embajadora de ese país junto a militantes del Partido Comunista, homenajearon a los voluntarios en el Cefma (en La Toma) en un evento en el que también se recordó la primera vez que fue homenajeado Ernesto Che Guevara en Rosario.

“Ellos fueron a vivir con nuestros campesinos y campesinas, a comer porotos los tres tiempos, porque es la comida básica de los proletarios de la región norte de nuestro país, de la zona rural. Realmente dejaron todas sus comodidades para aportar su granito de arena con nuestra revolución y con nuestra producción. Levantar la producción es convivir con el campesinado y también una forma inmensa de dar amor, afecto. Es una forma de mística, compromiso y militancia. El pueblo de Nicaragua agradece muchísimo y es por eso que vamos a rendirles homenaje, porque se lo merecen. Ellos no lo pidieron pero tenemos el deber moral, como sandinistas, de entregarles un reconocimiento a estos compañeros y compañeras. También vamos a aprovechar para homenajear a quienes estuvieron en otros frentes, en otras tareas de la revolución, como la campaña nacional de alfabetización, en las brigadas de salud”, relató la embajadora nicaragüense.
Después de decenas de años bajo la dictadura de la familia Somoza que sumió en la pobreza a los nicaragüenses, triunfó en 1979 la Revolución Sandinista, un proceso que convocó a toda la sociedad y principalmente a los jóvenes de las clases más postergadas.
“La de Nicaragua fue una revolución de niños, niñas y jóvenes. La lucha armada fue protagonizada por la juventud. Porque queríamos la libertad de nuestro pueblo, naturalmente. Esa dictadura nefasta dejó mucha muerte, mucho dolor, mucha sangre y el enriquecimiento de unos pocos. Existía una violación sistemática y sistémica de todos los derechos humanos fundamentales, de los derechos sociales básicos. Implementaron la privatización de salud, de los servicios básicos, de la vivienda. No había programas de vivienda para la gente humilde y a la universidad sólo podían ir los hijos y las hijas de la oligarquía. Por eso fue que se organizó el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Uno de sus fundadores es Carlos Fonseca Amador, a quien este 8 de noviembre recordaremos con un acto homenaje”, recuerda Moreno de sus inicios en el Sandinismo.

Para ayudar a ese proceso, viajaron de todas partes voluntarios al igual que sucedió con la Guerra Civil española. Desde Argentina fue la Brigada General San Martín, que ayudó en la recolección de café y en la que participaron los rosarinos, justamente los que fueron reconocidos, Pablo Jorge Bertinat, Lucía Viale, Oscar Pellegrini, Juan Pablo Sarkissian, Sergio Shillman, Roberto García, Fidel Vivanco, Diana Polito, Gabriel Andrés Vergara, Rogelio Bramajo y Pablo Krazuc. Ese apoyo a un pueblo hermano fue contrapeso a políticas de otros países.

dimanche 16 novembre 2014

Testimonio de Alvaro Carrera "Joaquin". Un Venezolano en el Frente Sur. (2)

Treinta y cuatro años después

(Epílogo, apostilla o “posfacio”)

          Inicio estas difíciles líneas enfrentado de entrada a un problema de semántica. No quise escribir un prólogo o introducción para esta nueva edición de mi viejo “Nicaragua: Frente Sur”, a tantos años de las llevadas a imprenta en los años ochenta. Lo que escribí en Nicaragua debe quedar así, pero siento que es de justicia añadir algunos comentarios sobre personas y circunstancias que si bien no pertenecen al período de la guerra propiamente, fueron relevantes en las experiencias que tuve en suerte vivir en los días posteriores a dicho triunfo, los cuales valga enfatizar fueron tan rigurosos como los previos a ese 19 de julio de 1979 que se convirtió en fecha aniversaria del triunfo de la Revolución Sandinista.

          Los alemanes tienen una palabra, nachwort, que los diccionarios traducen al castellano como “epílogo”, sin que en mi humilde opinión se aplique realmente al caso. Lo que ocurre, pienso, es que realmente no existe una palabra que traduzca el nachwort alemán, como si la hay paravorwort, que se traduce correctamente como prólogo, prefacio, etc. Elnachwort alemán debería ser traducido por una palabra que –aún- no existe en castellano: “posfacio”. Que seria un texto añadido al final de un libro, sin que implique necesariamente la continuidad de este como en efecto lo establece el término “epílogo”.

          Mi “posfacio” no constituye pues una continuación del libro, sino que se refiere a este, con la distancia añadida de ser escrito habiendo transcurrido nada menos que treinta y cuatro años. Tiempo normalmente más que suficiente para  olvidar situaciones y detalles, pero los tiempos anormales de la guerra no se olvidan y permanecen indelebles en el corazón y la mente de quienes los vivieron. O al menos así ocurre en mi caso.

          Luego de tantas explicaciones y vueltas lo que quiero es escribir algunos recuerdos sobre compatriotas que si bien llegaron a Nicaragua después del triunfo, no fueron ajenos a la experiencia de la guerra, que en el teatro de operaciones del Frente Sur se prolongo durante varios meses en la forma tanto de lucha contra las bandas remanentes de guardias nacionales y efectivos de la EEBI que nos hostigaban con saña, como en la confusa y ardua labor de reconstruir e intentar organizar la vida militar y civil en una región que había sido asolada por la guerra durante tanto tiempo.

          A los días del triunfo llegaron a Peñas Blancas, sede del nuevo mando o autoridad sandinista en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica, un pequeño grupo de venezolanos internacionalistas, que por una razón u otra no alcanzaron a llegar antes del 19 de julio, aún habiéndolo así querido.



          La labor desempeñada por estos combatientes, que bien se ganaron ese titulo, fue de sumo valor en las cosas positivas logradas. Ellos llegaron en un momento sumamente complejo para quienes quedamos a cargo de custodiar la frontera. Ocurre que la totalidad de los mandos y veteranos de la guerrilla por razones y necesidad obvias se habían ido a Managua y las ciudades grandes del país. Ahora debían hacerse cargo de los ministerios, organismos de gobierno, misiones internacionales, etc. Quedamos entonces en Peñas Blancas los que básicamente éramos tropa de base y un par de combatientes internacionalistas con alguna formación de cuadro político. No era mucho, o era muy poco, para la magnitud de la misión planteada.

          La llegada de veteranos de otros conflictos vino a reforzar nuestra labor en forma determinante. Ellos se integraron rápidamente y a los pocos días eran parte indiscutida del contingente sandinista acantonado en Peñas Blancas. Sobre los venezolanos de este grupo es que quiero escribir unas pocas líneas, cometiendo a conciencia la injusticia de dejar por fuera a costarricenses, colombianos, mexicanos, españoles y otros que padecieron similares rigores y efectuaron iguales o mayores aportes que los venezolanos. Pero ni soy el indicado para ello, ni es el propósito de estas páginas intentar ofrecer un diccionario de los internacionalistas que pasaron por la guerra nicaragüense.

          El primero en llegar fue el compatriota Alí Gómez García, conocido en la guerrilla venezolana como “Alicate” o “Vargas”, quien adoptó en Nicaragua el nombre de guerra de “Nicanor”. El llego a Peñas Blancas en los primeros días de agosto del 79. Yo lo había visto cosa de un par de meses antes en San José de Costa Rica, a donde me habían mandado para exámenes médicos por las secuelas de una explosión de mortero que me dejo atolondrado durante varios días. En una calle de San José me encontré de frente don Doris Francia, a quien me unían vínculos de amistad, luego de trabajos conjuntos realizados con el movimiento político Ruptura, instrumento de trabajo legal de los remanentes de las viejas FALN venezolanas. Doris estaba acompañada nada menos que del legendario Douglas Bravo, quien andaba aún clandestino y perseguido por la policía política venezolana. Y con ellos estaba “Alicate”, quien era algo así como la mano derecha o el hombre de confianza de Douglas.

          Ese día, o mejor dicho, esa noche, nos citamos en una tasca de San José a donde acudí con Libertad Araujo, quien era mi compañera en ese tiempo y había volado a San José para ayudarme en mi convalecencia. Pasamos largas horas y un par de botellas de ron conversando sobre todos los temas posibles. Creí entender que Doris, Douglas y “Alicate” andaban en tareas de insurgencia revolucionaria en Honduras. Y que estaban en San José solo de tránsito. La compartimentación obligaba a ser discretos.

          A la mañana siguiente, probablemente revitalizado por los tragos con tan relevantes camaradas, me regrese en autobús a la frontera, donde me reincorpore a mis tareas de elemento de tropa. Poco tiempo después se dio el triunfo y a los días llego “Alicate”, planteando que quería ir a Managua e incorporarse al nuevo Ejército Popular Sandinista. En medio de la conversación que tuvimos me menciono que entre otras cosas era explosivista. Ello me motivo a plantearle, o rogarle quizás sería el término más apropiado, que se quedara con nosotros en Peñas Blancas, para hacerse cargo de la recuperación y desmantelamiento de la gran cantidad de artefactos explosivos que quedaron diseminados por la zona. El se mostró conforme, adoptó el nombre de Nicanor y desde ese día pudimos ufanarnos de contar con el mejor explosivista que había en Nicaragua.

          Nicanor era un hombre con una sólida formación guerrillera. Trabajador incansable, de iniciativa descollante. Lleno de sentimientos humanos y buen humor. Era toda una referencia como revolucionario y hombre de acción, siempre al tanto de las noticias, con visión estratégica, espíritu crítico, ánimo didáctico. Fundó y se convirtió de inmediato en el jefe de la unidad de explosivos de la Guarnición de Peñas Blancas.

          La presencia de Nicanor motivó que a las pocas semanas llegaran por allí a visitarlo otros dos comandantes guerrilleros venezolanos, Elegido Sivada “Magoya” y Antonio Zamora “El Camarita”, quienes andaban en los mismos trajines de insurgencia revolucionaria de Douglas Bravo y Doris Francia. Ellos pasaron de tránsito hacia Managua. Les regale un par de pistolas con sus respectivos “portes de arma”, expedidos por el Comando sandinista de Peñas Blancas, para que no anduvieran desarmados por un país aún en armas. Del encuentro permanece el testimonio fotográfico que se adjunta a esta edición del libro.

          Nicanor murió en acto de servicio en el Ejército Popular Sandinista el 8 de mayo de 1985. Yo estaba recién saliendo de un segundo carcelazo en el Cuartel San Carlos y la noticia me impacto. Luego llegaron referencias de las altas responsabilidades que él había llegado a adquirir en las filas sandinistas. Y del aprecio que allí se le tenía. Escribí entonces en Tribuna Popular, el periódico del Partido Comunista, unas líneas dirigidas a “La Flaca” y “El Mugre”, su compañera y su hijo, quienes pasaron largas semanas en esos meses iniciales de revolución en Peñas Blancas. Pero nunca más supe de ellos. De la memoria viva de Nicanor permanece su formidable libro “Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñángara”, que lo hizo merecedor del premio Casa de las Américas 1985, reeditado en 2005 y 2012 por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, bajo cielo bolivariano.

          Literalmente al mismo tiempo que Nicanor llegaron otros dos venezolanos a Peñas Blancas, Marcial Rodríguez y Antonio Herguetta.

          Marcial Rodríguez, es un hombre multifacético. Siendo sargento técnico de la Fuerza Aérea Venezolana participó en el alzamiento de Puerto Cabello y fue a dar como preso político a la llamada Isla del Burro, en los comienzos del proceso insurreccional en Venezuela. De allí salió para incorporarse a la guerrilla, dónde fue comandante de la Brigada Móvil “Fabricio Ojeda” de las FALN, en la cual por cierto fue jefe de Nicanor, poco más que un muchacho en ese tiempo. Pasó posteriormente por el Cuartel San Carlos y de allí, sorpresivamente, se dedico a escribir y aportó una media docena de libros de relatos revolucionarios.

          En Peñas Blancas Marcial hizo gala de su experiencia guerrillera y formación militar profesional. Como combatiente demostró ser un hombre de acción de formidables cualidades. Organizado, meticuloso, letal. No recuerdo ninguna operación contra-bandidos, como  llamábamos a la lucha contra los merodeadores y elementos dispersos del somocismo, en que Marcial no estuviese presente. Como militar profesional asumió la difícil labor de impartir formación de orden cerrado a los guerrilleros que se mostraran voluntarios para tan irritantes ejercicios. De esta tarea surgió lo que sinceramente creo fue el primer grupo de guerrilleros, al menos en la zona sur de Nicaragua, que eran capaces de formar y marchar con marcialidad. Algunos de ellos incluso con “paso de ganso”, para sorpresa y deleite de quienes acudían a las formaciones o concentraciones de personal de tropa que hacíamos de tanto en tanto.

          Marcial regreso a Venezuela casi al mismo tiempo que yo. Estuvimos presos juntos un par de veces, en la DISIP y en la DIM, cuando quedaba aún en los altos del Cuartel San Carlos. Y también en el demolido Reten de Catia, antro carcelario de triste renombre. Luego las circunstancias de la vida nos alejaron pero la amistad y camaradería perduran. De cuando en cuando aún hablamos.

          Luego llegó Antonio Herguetta, un veterano cuadro político formado en la Juventud Comunista, dirigente local en Caricuao, Caracas. Fui a recibirlo al aeropuerto de San José de Costa Rica, a donde llegó cargado con dos maletas contentivas de las obras completas de Lenin, enviadas por el PCV, las cuales fueron recibidas con sorna en una Guarnición donde casi se pasaba hambre y el papel higiénico brillaba por su ausencia, con lo cual el destino de dichos libros estaba sellado.

          Antonio adoptó el nombre de guerra de “Ismael”. Como siempre fue un gran jodedor afirmaba que su nombre era un homenaje a Ismael Rivera “Maelo”, hoy en día casi desconocido pero que para la época era nada menos que “El Sonero Mayor”. Ismael aporto la increíble capacidad de resolver cosas que solo es inherente a un verdadero “toero” u “hombre orquesta” que no conoce el significado de la flojera. Las anécdotas de su paso por Nicaragua darían material para un libro. Se hizo respetado y querido por todos los combatientes, entre los cuales efectuó lo que seguramente fue el más importante trabajo de masas en su carrera de profesional revolucionario.

          Al regresar a Venezuela, no podía ser de otra forma, estuvimos presos juntos en la DISIP (dos veces) y en la DIM (una sola vez, afortunadamente). En los tigritos de Las Brisas Antonio con su inagotable capacidad de buen humor hacia más llevadero el encierro, aportando al mismo tiempo iniciativas como mini-fogatas hechas con trozos de envases de jugo, para recalentar durante el día el café que sólo servían por la mañana. 

           Luego las circunstancias de la lucha nos llevaron por distintos caminos. Y nunca volví a saber de él. Perduran sin embargo el afecto fraternal y la nostalgia por tan extraordinario amigo y camarada.

          Otra persona a la que quiero referirme con especial afecto es a una camarada venezolana que llegó a Peñas Blancas en esos días, de la cual vergonzosamente he olvidado su nombre de guerra. Y nunca conocí el verdadero. Ella, guerrillera nata, propuso la creación de una escuelita para los niños campesinos de los alrededores. Al obtener el visto bueno solicitó materiales para la escuela, los cuales no obtuvo por tratarse de una necesidad secundaria ante la suma de otras urgencias. Entonces optó por instalar su “aula” frente al Comando de la Guarnición de Peñas Blancas, donde comenzó a dar clases sin cuadernos, lápices ni nada parecido. Al reclamarle la escogencia del sitio menos adecuado para sus alumnos, alegó que ese sitio era el más concurrido por la gente en tránsito y tenía la esperanza de que al ver a los niños recibir clases sin ningún recurso didáctico, la gente se motivaría y comenzaría a aportar materiales. Lo que en efecto ocurrió.

          Esa escuelita fue algo extraordinario. Venían niños difíciles, traumatizados por la guerra, que no sabían leer ni escribir. Y la compañera se afanaba tanto en alfabetizarlos como en volverlos a la normalidad infantil. También le daba clases a adultos, en unas jornadas inacabables en las cuales nunca se la vio desfallecer. A donde quiera que esté, vaya mi recuerdo y saludo afectuoso. Ella le dio calor humano a Peñas Blancas y logró que endurecidos guerreros volvieran a percibir ese sentimiento que llamamos ternura.

          Finalmente, quiero mencionar lo que para mi fue uno de los momentos más emotivos en todo ese tiempo. Habían transcurrido quizás unos diez días o un par de semanas desde el triunfo y me estaba desempeñando como responsable o comandante de la Guarnición de Peñas Blancas. El trabajo era intenso, en gran medida por la cantidad de refugiados, curiosos y viajeros en general que venían a Nicaragua desde Costa Rica, y allí, en la línea fronteriza, había que anotar los datos de sus documentos personales y tomar las precauciones de rigor para evitar la entrada de agentes provocadores o espías, que entre paréntesis nunca identificamos ninguno. Ese trajín comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde, cuando exhaustos cerrábamos la frontera. El cansancio nos impuso cerrar igualmente la frontera los días domingo, para permitirle algún descanso al escaso personal con que contábamos.

          Pues un domingo tempranito llegó un combatiente a despertarme, diciendo que del lado costarricense, en la línea fronteriza, estaba un venezolano preguntando por su hijo, que era compañero nuestro. Medio dormido le pregunte como se llamaba ese venezolano, pero no lo había anotado. “¿Y el hijo, cómo se llama?”,  “Pues Alberto, o Álvaro, o algo así”. Me pare como un rayo y me fui corriendo a la línea fronteriza, donde en efecto estaba mi papá con una sonrisa que no le cabía en la cara. Mi viejo venia con unos camaradas del Partido Comunista de Costa Rica, que no se llama o llamaba así pero que eso era. Y de entonces tengo la primera anécdota de los dos días que literalmente obligue a mi papá a quedarse en Peñas Blancas. Le dije que pasaran a Nicaragua, pero me respondió que no se podía, que la frontera estaba cerrada los domingos. “No joda, papá, si esa orden la di yo”.

          Mi viejo estuvo dos días allí. Teníamos tiempo sin vernos y aparte de que no conocía mi nombre de guerra, “Joaquín”, la única noticia que había recibido de mi era que había resultado herido en combate, lo cual sólo era una verdad a medias, porque una conmoción cerebral no es exactamente una herida, ni de guerra ni de nada.

          El Partido Comunista de Venezuela en esa época no simpatizaba mucho con los sandinistas. Apreciaban la caída de la dictadura somocista, pero veían al Frente Sandinista como una creación de la socialdemocracia internacional. Lo cual también era una verdad a medias puesto que el FSLN acunaba a todo el amplio espectro de opositores a Somoza, desde eso que llaman ultra-izquierda hasta las más rancias organizaciones social demócratas, Acción Democrática de Venezuela incluida destacadamente en ese conglomerado. Entonces mi viejo venia a algo así, sospecho, como calibrar y tomar contacto a nombre del PCV con la dirección sandinista. Nunca me lo dijo.

          Lo que si me dijo era que tenía prisa en llegar con los camaradas ticos hasta Managua. Le ofrecí un medio de transporte y una escolta, pero para dos días después. El discutió un poco, sin mucha insistencia, y acepto quedarse esos dos días en Peñas Blancas, compartiendo con un hijo con el cual no había pasado más de dos horas desde que era un niño.

          Las otras anécdotas del encuentro quedan para la familia. Este es un libro de guerra, no las remembranzas de un viejo nostálgico. 



Álvaro Carrera

Puerto Ayacucho, 19 de Julio de 2013




UCCA.-PRES.-   www.uncafeconangiolillo.com

samedi 8 novembre 2014

Testimonio de Alvaro Carrera "Joaquin". Un Venezolano en el Frente Sur.

Por Clemente Balladares, publicado el 20 de agosto de 2012. 


Alvaro Carrera, alias Joaquín, cuenta en primera persona sus experiencias de la guerra contra la dictadura de Somoza en un texto que me prestó su hermano Luis José Cova. Es la segunda edición del Fondo Editorial Carlos Aponte publicada en 1987. Es un librito muy económico de 128 quebradizas páginas amarillentadas por el tiempo y de una minúscula letra tipo arial narrow 10. El libro se titula Nicaragua: Frente Sur (Diario de Guerra de “Joaquin”).

Jamás había hallado un diario de combate narrado por su protagonista venezolano con una vivencia tan cercana de esas descarnadas experiencias. Ni en la Guerra de Independencia (Autobiografía de Páez, 1867; Cuentos de Venezuela, editado por Richard Longeville Vowell, 1831), menos en la Guerra Federal u otros veteranos como Rafael de Nogales Méndez, he leído descripciones tan directas de las campañas vividas en el terreno, la ropa que vistes, de que te alimentas –cuando hay comida-, tus compañeros de batalla, el armamento y que hace el mismo sobre los seres humanos cuando lo usas en toda su letalidad.
Según narra Joaquín, transcurre el año 1979, último de la dictadura Somocista, fueron cinco los venezolanos voluntarios en el FSLN, incluida una mujer llamada Lucia, el alias de Mariana Yonuss Blanco. Los otros tres eran: Jurado (Paul del Rio), Enrique Cova –mejor conocido como Cumaná, y Douglas. Con cierta vergüenza confiesa que los venezolanos son el grupo más pequeño de internacionalistas. No así uno de los más aguerridos, ya que siempre pedían la primera línea de fuego.

Son combatientes marxistas todos, quienes superan las carencias y el fragor de la guerra con la fuerza que les da la convicción.
Portada de "Nicaragua : Frente Sur, escrito por Alvaro Carrera (1987).
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En el 2013, se preparaba una nueva edicion del libro, Alvaro Carrera escribio un "posfacio"...

"Posfacio" para la edición 2013 de Nicaragua: Frente Sur
A mis camaradas, amigos y familiares:
El Ministerio Bolivariano del Poder Popular para la Educación, se propone, a través de la imprenta de los maestros (Fondo Editorial del IPASME), reeditar -no se por que causa- mi viejo libro "Nicaragua: Frente Sur". En vista de la inevitabilidad de ello (no le consultan a uno, ni le informan, sino que uno se entera "de vaina"), apele a mis restantes derechos de autor para solicitarles que incorporaran al texto original un "prefacio" que debería ir al final y por ende denominarse "posfacio", a lo cual presuntamente accedieron (habrá que ver el libro cuando salga para constatar si en efecto me pararon bolas).
Aquí se los mando por si no sale publicado  para que se enteren de lo que quise decir y a lo mejor no me dejaron. O no me dejan, porque aún no ha sido editado.En fin, los quiero mucho, aunque sea torpe en demostrarlo...

samedi 1 novembre 2014

Recordar a Ambrosio Mogorrón.

En octubre pasado, me llego un comentario de Douglas. Me mando estas lineas en recuerdo al enfermero español Ambrosio Mogorrón, caido en San José de Bocay, 24 de mayo de 1986.


Conocí a Ambrosio en el Barrio San Judas de Managua, en la casa de un cura obrero francés Jean Louis Genoud. Cuando llegaba era una maravilla ver a un hombre de lentes gruesos, escaso cabello y voz grave hablar del trabajo que realizaba “en la montaña”.

En algunas ocasiones don Nardo Fornos, peluquero, agricultor y sandinista a toda prueba, le decía que era necesario que tomará medidas de precaución y se auxiliara con tropas del ejército. Ambrosio siempre contestaba que si daba la apariencia de estar vinculado con las fuerzas armadas, el campesinado dudaría de su trabajo y perdería la confianza. 

Su muerte fue noticia de primera plana y ocho columnas en el Diario Barricada, organo oficial del FSLN. Casualmente el día de la publicación me fui a cortar el pelo y encontré a Nardo quién también era el distribuidor de Barricada, Con los ojos llorosos al preguntarle únicamente me extendió el periódico, No eran necesarios los comentarios. Fue la única vez en mi vida que un barbero me corta el pelo sin pronunciar palabra alguna. Al final estabamos tan serios que Nardo me dijo “ya nos parecemos a Ambrosio”.


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Retrato de Ambrosio publicado en el folleto
"Benjamin Linder, arribo cargado de sueños".

Carta a Ambrosio Mogorrón, a 23 años de su caída

Cartas de los Lectores | 22 mayo de 2009

Por José María Recover
El sábado 24 de Mayo de 1986 dos vehículos se encuentran en el camino que entra a Los Cedros en el término de San José Bocay, dialogan unos momentos y reanudan su marcha. En el vehículo que entra a la comunidad de los Cedros van compañeros que son reconocidos líderes populares de la comarca, todos ellos infatigables luchadores del avance y el bienestar para sus comunidades.
Entre ellos va Ambrosio Mogorrón, el enfermero vasco de Bocay y que se encontraba en esa jornada en plena campaña de vacunación para los más pequeños.
En ese trascurso de entrar y salir el vehículo de los Cedros, la muerte estaba sembrada, la barbarie estaba servida. Una mina antitanque fue colocada en un charco del camino, senda segura por la que el vehículo estaría obligado a pasar de vuelta. La ocasión era circunstancial y única, nunca tantos dirigentes y activistas comunitarios habían estado tan juntos y pensarían que había que aprovecharlo. Ocurrió lo que la “contra” buscaba, apagar sus vidas, acabar en un solo acto con estos compañeros y lo que ellos significaban, el tesón, el coraje, la lucha, la organización, las cooperativas, la sencillez, la humildad, en una palabra cercenar la belleza.
Carta a Ambrosio:
Querido amigo, la última vez que te vi allá en mi casa en San Judas, me quedé preocupado. Me contabas que la situación estaba muy fregada, las incursiones de la “contra” eran muy fuertes y muy difícil realizar tu trabajo de salud, que muchas veces os quedabais incomunicados. Tú me decías… ya ves no puedo ni salir de Bocay para visitar a los campesinos que por sus dolencias no pueden llegar hasta aquí. Mientras te ponías tu pijama de cuadros grises se dejaban ver tus heridas en las canillas de las piernas, ¿no será lesmania? ¡No! me decías, ¡estas heridas por allá son normales!, y con tus ojos grandes, hundidos y mirándome fijamente me decías… yo tengo medicamentos o recursos a la mano, es la pobre gente quien no los tiene y ni siquiera puede bajar a buscarlos ahora por los ataques de la “contra”.
Mañana me voy para Bocay… ¡pero si llegaste ayer, yo le respondía!... si pero aquí ya he hecho lo que tenía que hacer y allí me necesitan… Te marchaste temprano, sigiloso, sin hacer ruido para no molestar a nadie, como siempre y fue la última vez que te volví a ver.
Ambrosio, ahora soy yo quien te viene a ver.
Mucha agua ha caído y muchas cosas han cambiado desde entonces, Managua sigue siendo la ciudad ajetreada y de locos que a vos te parecía, ahora tiene más vehículos y algunas carreteras de circunvalación que intentan descongestionar el tráfico. El tejido humano es el mismo, la gente madruga, sale a trabajar, tiene sueños y esperanzas y sale todos los días en busca de conseguir lo mejor para él y los suyos, claro que habiendo estado varios gobiernos neo-liberales en el poder han diezmado con sus políticas los beneficios sociales de los más débiles, de los sectores siempre más necesitados.
Pero te cuento mejor el camino a Bocay.
El camino a Bocay en bus, como tu contabas es largo y se hace pesado, ahora lo están arreglando, claro que como había llovido está la zona de “la pegaera” en la que con una mezcla de mucha paciencia y destreza por parte del conductor evitará que nos fuésemos “al guindo”.
Me dio mucha alegría ver en el camino como los niños y jóvenes se dirigían a las escuelas y los institutos. El bus por un momento se llenó de ellos, invadieron gratamente aquel espacio reducido con su alegría característica, todo ello aderezado con ese grato olor a talco y cabellos húmedos de cuerpos recién aseados, me recordó la etapa de la alfabetización y como vos decías… es que un pueblo que se forma jamás volverá a ser esclavo.
Llegamos al río y pasamos “la gusaera”, el agua hasta el eje de las ruedas. ¿Te acuerdas cuando me contabas?... cuando está crecido no se puede pasar y hay que esperar o hacer malabares para cruzarlo.
Después de 7 horas llegamos a San José de Bocay, estaba nervioso, yo quería verte y mi corazón palpitaba fuerte ante la duda de si te podría encontrar. Seguro que ahora no lo reconocerías y te sorprenderías, la comunidad es más grande y con mucha actividad económica. En el camino preguntamos por el centro de salud y rápido nos indicaron. Ya no es aquella casita de tablas rajadas con la banca de madera en la puerta donde vos dispensabas las pocas medicinas de las que disponían, ¡Ambrosio sentate y escucháme con atención!
El centro de Salud es ahora GRANDE con letras en mayúsculas, tiene varios edificios, casa materna, algunas especialidades y un laboratorio que hace exámenes patológicos y cultivos, pero lo más grande e importante, tiene en él personas como vos que se esfuerzan todos los días por dar lo mejor de sí, con humildad, con sencillez, tiene doctores y doctoras y está ahí en el laboratorio Josefa Morales “Chepita”, tu gran amiga y compañera de trabajo de la que tantas veces nos hablaste con cariño, con ella en el laboratorio está ahora también Alba Azucena, todos ellos como vos lo harías, sin desfallecer, apenas sin descansar, dejando el descanso para luego o para cuando se pueda, en circunstancias adversas y difíciles de las que vos conoces y algunos conocemos.
Ambrosio si pudieras verlo se sentirías orgulloso, te hemos buscado, hemos venido a verte y al fin lo hemos conseguido, estás ahí en tu centro de salud, no porque estés en la placa que lleva tu nombre, si no porque estás impregnado en la gente y con la gente como a vos te gustaba, hermano y amigo no en vano tienes la medalla al merito al trabajo José Benito Escobar, sobre todo tienes la medalla del pueblo de Bocay que te quiere y te recuerda, siempre te recordaremos. Amigo ahora en este centro y como vos lo soñabas, descansa en paz.
Tu amigo que no te olvida
José María Recover

jeudi 23 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (3)

Amenazas de desalojo y detenciones.
10 familias quedaron en Santa Josefina para enfrentar la amenaza de desalojo. Los jueces ordenaban y la policía ya había avisado que cumplirían. Además, varias quejas fueron presentadas por los dueños por “amenaza de muerte” o “violencia” de los colonos para terminar de pintar en negro el cuadro. Los habitantes tuvieron que ocupar el centro infantil, resistir al desalojo desde sus propias casas, quedar alerta en las noches con el apoyo de habitantes de otras comunidades, para no ser expulsados por “usurpadores”.
El Centro Infantil Rural de Santa Josefina
 (Foto L. Sanchis 1989-2014)
En mayo de 1992, un informe de la Organización Internacional del trabajo (OIT) de las Naciones Unidas hace referencia a la multiplicación de conflictos en el campo en Nicaragua. Varios sindicalistas de la ATC fueron encarcelados o asesinados.
- hacienda Santa Josefina: el 29 de junio de 1992 fueron detenidos 4 sindicalistas de la ATC, siendo posteriormente liberados por orden judicial;  En su comunicación de 13 de julio de 1993, el Gobierno indica que: - los trabajadores de la hacienda (Santa) Josefina fueron detenidos por orden judicial en base a una denuncia por amenazas presentada ante un juzgado en lo criminal por la propietaria de la hacienda; al no existir pruebas suficientes fueron puestos en libertad;
Hasta hoy, Doña Marina Lanzas de Amador expresa claramente su visión en una carta que publico La Prensa en abril de 2014:

“Más de cien usurpadores invasores que nos continúan deteriorando nuestra propiedad, están despalando nuestra montaña, nos saquean nuestra producción de café, nos amenazan de muerte y atacan a nuestros cortadores, para impedir que levantemos la cosecha y ellos seguírselas robando.”
Miembros de la Brigada ENABUS en su casa.
(Foto L. Sanchis 1989-2014)

Proyectos comunitarios.
Con tal perfil, nunca me hubiera atrevido a volver a esta montaña. Pero vi todo lo contrario. La comunidad de Santa Josefina, hoy desarrolla sus proyectos comunales con el apoyo de la alcaldía municipal de Matagalpa. El trabajo comunitario permite la construcción de presas para el servicio de agua corriente. El centro infantil construido hace 25 años por la solidaridad se convirtió en escuela rural. Cuenta con dos clases de primaria y un pre-escolar, tiene un techo nuevo y todas las puertas y ventanas fueron cambiadas.
Lo que parece evidente es que ninguno de los habitantes quiere volver al estatuto de simple mozo – acatando las órdenes del patrón, sin discutir. Para los que son tildados de “usurpadores invasores”,este tiempo ha terminado definitivamente. La comunidad seguirá luchando por el derecho de vivir en la tierra donde se empeño.
La historia de este pedazo de tierra se enraíza en más de un siglo de lucha y trabajo. La comunidad se desarrolla unida, el pueblito cuida sus infraestructuras mientras la casa-hacienda se derrumba detrás de sus alambres de púa. Los lotes de auto-consumo dan maíz y papas mientras la selva se traga el cafetal de los terratenientes.


Así deje a Santa Josefina cuando me monte en el bus que pitaba en la mañana. Pensaba volver hacia los recuerdos, la nostalgia pero es una historia viva que puedo contar. Una historia actual llena de risas y esperanza.
Galeron y cocina de los internacionalistas.
(Foto L. Sanchis 1989-2014).



El Centro Infantil, logro de la Revolucion frente a la Casa Hacienda en Santa Josefina.
(Foto L. Sanchis 2014).