vendredi 3 octobre 2014

Santa Josefina en la insurrección de 1978.

El repliegue de los muchachos hacia Apante.

Mario Mairena M escribe en “La insurrección de los muchachos”.
Cuando los muchachos levantados en armas conocieron de la masacre en el Hotel Soza, se desprendieron hacia el lugar dándose un enfrentamiento que llevó a los guardias hacia un hotel que estaba frente al lugar de la barbarie.
La mediación fracasó por la masacre del Hotel Soza y el avance ya incontenible de tropas bien apertrechadas por el norte y sur, iniciándose las ya conocidas operaciones limpieza de la Guardia Nacional, en las cuales el delito era ser joven.El grueso de los muchachos ante la evidente superioridad de la GN se miró obligado a replegarse hacia el cerro Apante y las propiedades ubicadas en la parte sur de la ciudad, pasando por donde don Uriel Pineda, Salvador Amador en la hacienda Santa Josefina, terminando en la hacienda La Luz, de Julio Rivera.Entre la columna de muchachos, cuyo número llegaba casi a los mil, estaba Víctor Guevara, Sadie Rivas, Néstor López, Mercedes Tijerino, Ermes y Noel Matuz, Guillermo González, Ernesto Cabrera, Sergio Cruz, Salvador Gutiérrez, Aníbal Rivas, Erwin Cárdenas, Guillermo González, Silvia Soza, Santos Sobalvarro, todos dirigidos por José González Picado.”
Monumento de la insurreccion de los muchachos
(foto : L. Sanchis, Matagalpa, 1989)

Salvador Amador Lanzas

Haber llegado a Santa Josefina no fue tanto debido al azar ya que el hijo de Salvador Amador Kühl, Salvador Amador Lanzas era colaborador del Frente Sandinista. En el libro “Ser madre en Nicaragua: testimonios de una historia no escrita” de Roser Solà, María Pau Trayner publicado en 1988, doña Marina Lanzas de Amador habla de su hijo:
Él trabajaba acá, en una de las fincas nuestras. Su papa se la había dado para que se dedicara exclusivamente a eso. (…) Se daba completamente a todos sus empleados, les daba clase en la tarde. Antes, aquí en Nicaragua, el horario de los trabajadores era de 6 a 12 y de 2 a 4; pero él implanto que fuera una sola jornada hasta el mediodía para que así los empleados pudieran tener más tiempo libre y les pudiera dar clases en la tarde”.


 
La bandera Rojinegra en Santa Josefina.
(foto : L. Sanchis, Santa Josefina, 1989)

Muerte de Salvador Amador lanzas

En las memorias de la lucha sandinista, compilado por la Comandante Verónica Baltodano, aparece el testimonio de José González quien relata las circunstancias de la muerte de Salvador Amador Lanzas :
Cuando la insurrección de agosto de 1978, que se llamó la “insurrección de los muchachos”, ésta fue en realidad un desborde de presión popular que terminó siendo una sublevación, porque nosotros no teníamos orientaciones de lanzarnos.
Estaba a cargo del Regional Faustino Ruiz “El Cuje”, el compañero Crescencio Rosales Cabrera, quien había llegado de la montaña y tenía algunos padecimientos médicos. A veces en reuniones cuando pasábamos varios días de desvelo por el trabajo, le daban como cuadros de epilepsia. Seguro el desvelo, el cansancio, la mala alimentación.
Era un compañero de unas cualidades increíbles y una firmeza revolucionaria. Estuvimos en contacto con él.
Después de la insurrección de agosto del 78, hay un operativo en el cual participan dos compañeros destacados de Matagalpa, Sócrates Baldizón y José Adrián Castillo, conocido como “Cuchumbeco”. Ellos hacen una operación en un jeep Toyota PJ-40 color rojo, similar al que usaba Salvador Amador, quien movía usualmente a Crescencio. El operativo era súper simple, era recuperar un mimeógrafo del Colegio Monseñor Carrillo, para las tareas de propaganda. Los compañeros incluso anuncian que el operativo es del Frente Sandinista; la Guardia recibe la denuncia y comienzan a buscar un jeep Toyota rojo. Y se le pegan al de Salvador que, en ese momento, se movía ajeno a todo lo que pasaba. Como ellos se dan cuenta que los van siguiendo, todavía Crescencio puede desprenderse de unos papeles que andaba, y luego logra hacer unos disparos. A Salvador lo capturan y asesinan dándolo como muerto en combate. (Cayeron el 2 de noviembre de 1978).

Sandino y Carlos Fonseca en la UPE La Pintada.
(foto : L. Sanchis, La pintada, 1989)

Pero también es verdad que a Crescencio lo tenían penetrado, porque después del triunfo de la Revolución, tuve acceso a los archivos de la OSN y de la Sección del Servicio Anticomunista (SAC) y pude ver que una de las personas donde llegaba Crescencio, tenía carnet del SAC. Además, había una serie de informes de nosotros, que sólo podían ser elaborados por alguien que estaba dentro. A Crescencio, ellos no lo querían quebrar sino seguir, porque a ellos no les interesaba un cuadro por aquí o por allá, sino las redadas y los quiebres de los principales cuadros.”

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