samedi 28 mars 2015

Nicaragua... el sueño de una generación (Documental sobre los Argentinos en Nicaragua).


El documental "Nicaragua... el sueño de una generación" de Roberto Persano, Santiago Nacif y Daniel Burak presentado en 2012, sigue dando vuelta en el mundo (Argentina, España, Suiza, Cuba, Nicaragua...). En Francia fue presentado en el festival Cinélatino de Toulouse en 2013 y Lyon en 2014.

El documental relata los itinerarios y recuerdos de los Argentinos que participaron en la Revolucion sandinista en los años 1980.

Roberto Persano y Santiago Nacif 

Palabra de los directores : Roberto Persano, Santiago Nacif y Daniel Burak.

El objetivo de la película es recuperar la gesta revolucionaria nicaragüense de finales de los años 70, a partir de la memoria de algunos de aquellos argentinos que formaron parte de dicho proceso, y ver de qué manera esa participación les dio un nuevo sentido a sus vidas. 

De este modo se busca generar una obra audiovisual que permita comprender la importancia histórica de la experiencia sandinista y, a través de ella, revalorizar el compromiso, la militancia, la solidaridad y la hermandad entre los pueblos. 

Traer a la luz este proceso revolucionario y los fuertes lazos solidarios que se vivieron intensamente entre pueblos latinoamericanos, nos permite también reabrir el debate sobre la situación en que se encuentran hoy en día nuestros países de Latinoamérica. Pensar los actuales intentos de la región por retomar una posición continental autónoma, libre y soberana. Frente a un discurso que se nos presenta como escéptico y desideologizado, la revolución sandinista parecería no haber dejado herencia alguna. Sus conquistas y virtudes son apreciadas como un incómodo recuerdo, un sabor amargo en la memoria de los pueblos latinoamericanos. 

Por eso, evocar la revolución sandinista, no debe ser considerado como un puro ejercicio de nostalgia; es la recuperación de una memoria a la que se ha intentado invisibilizar, pero que sin embargo sigue viva. Como muestra de su actual vigencia basta con ver las incontables luchas populares a lo largo de toda América tratando de forjar un mañana mejor. 

Porque pese a todo, la razón sigue estando del lado de los que sufren. Recuperar la memoria de la revolución sandinista es entonces recuperar la lucha por un mundo mas justo. 

Nicaragua... el sueño de una generación
Enlace facebook : https://es-la.facebook.com/pages/Nicaraguael-sueño-de-una-generación

samedi 14 février 2015

Proyecto de recuperación de la memoria histórica.

Internacionalistas en Nicaragua.
Proyecto de recuperación de la memoria histórica.


Durante los años 1980, miles de internacionalistas se fueron para la Nicaragua libre para contribuir a la construcción de un país más justo, tras 40 años de dictadura. En el contexto de la agresión militar impuesta por los Estados Unidos, las brigadas y los voluntarios internacionalistas se turnaron para participar a la construcción de estructuras sociales y apoyar a los esfuerzos de producción. Sus testimonios ayudaron a popularizar la Revolución Sandinista a miles de kilómetros de Managua.

Esta página de historia escrita por los internacionalistas es muy poco conocida. Algunos libros fueron publicados, algunos documentales editados pero donde los ex brigadistas y en los comités, centenares de documentos quedan esparcidos. (notas, fotografías, documentos…). 
Con el fin de honrar la memoria de los internacionalistas que fueron asesinados por la contra-revolución, proponemos que una exposición itinerante sea presentada en Nicaragua entre julio y agosto de 2016, 30 años después de la emboscada de Zompopera que costó la vida a Joël, Yvan, Berndt, William y Mario.

Queremos restituir el recuerdo de la Nicaragua vista por los internacionalistas a través de fotografías de los proyectos, de las brigadas, de las cosechas, de itinerarios particulares y colectivos de los que llegaron a la Nicaragua sandinista.
Mandamos este llamado a los ex brigadistas, a los comités, a las y los quienes por su participación ayudaran a ilustrar este movimiento histórico.

Contactos :        

André : zompopera.1986@gmail.com  

Loren : bloglorensanchis@gmail.com
                                          







Internationalistes au Nicaragua.
Projet de Récupération de la mémoire historique.

Durant les années 1980, des milliers d’internationalistes se sont rendus au Nicaragua libre pour contribuer à la construction d’un pays plus juste, après 40 années de dictature. Dans le contexte de l’agression militaire imposée par les Etats-Unis, les brigades et les volontaires internationalistes se relayèrent  pour participer à la construction des structures sociales et appuyer les efforts de production. Leurs témoignages aidèrent à faire connaitre la Révolution sandiniste à des milliers de kilomètres de Managua…

Cette page d’histoire écrite par les internationalistes est peu connue. Quelques ouvrages ont été publiés, des documentaires ont été édités mais chez les ex-brigadistes ou dans les comités, des centaines de documents restent éparpillés. (Notes, photographies, documents…)

Afin d’honorer la mémoire des internationalistes qui furent assassinés par la Contre-révolution, nous proposons qu’une exposition itinérante soit présentée au Nicaragua entre juillet et août 2016, soit 30 ans après l’embuscade de Zompopera qui coûta la vie à Joël, Yvan, Berndt, William et Mario.

Nous souhaitons restituer le souvenir du Nicaragua vu par les internationalistes au travers de photos des projets, des brigades, des récoltes, des itinéraires particuliers et collectifs de ceux qui se rendirent au Nicaragua sandiniste.

Nous lançons cette appel aux ex-brigadistes, aux comités, à celles et ceux qui par leur contribution nous aideront à illustrer ce mouvement historique. 


samedi 17 janvier 2015

The Sandinista Solidarity Movement (San Francisco 1974)


Por Alejandro Murguía, en conversation with Chris Carlsson, November 3, 1999


Era 1974. La primera movilización real que tuvimos, reunió unas 100 personas caminando en Mission Street llevando retratos de Sandino, haciendo bulla. Al principio éramos poquitos, como tantos otros movimientos. Ya en 1979, eran miles los que manifestaban en Mission Street. 
La organización se asentaba en los movimientos anteriores como “Los Siete de la raza”, el movimiento de los trabajadores del Campo (Farmworkers Movement) y los Brown Beret. Fue a través de estas experiencias que empezamos a conocer la comunidad, aprendimos a organizarnos, hacer contactos con la prensa, como montar una manifestación o exponer nuestras ideas. Fue importantísimo ya que sin esta experiencia previa, el Movimiento de Solidaridad Sandinista no hubiera podido levantarse.
Dora Maria Tellez y Walter Ferreti durante el asalto al Palacio (1978).

La gente con quien alcanzamos a trabajar como “Chombo” (Walter Ferreti), Casimiro Sotelo no tenían experiencia en esto. Solo acababan de llegar de Nicaragua un par de años antes y trabajaban de mecánico o lavando trastes. Conocían la comunidad nicaragüense pero no tenían experiencia en montar actos de protesta, sacar revistas o negociar con la alcaldía.

Arrancamos cuando entramos en contacto con dos figuras de la comunidad nica establecidas en San Francisco desde los años 30. Se trataba del Coronel Haslam y del Coronel Juan Ferreti (tio de Walter Ferreti), quienes fueron miembros del Estado Mayor de Sandino. Para nosotros, fue un enlace directo increíble. No solo decíamos que éramos los herederos de los Sandinistas, sino que teníamos documentos que nos designaban como sus representantes. Y más importante todavía, con esta relación directa, gracias a las historias contadas por el Coronel Juan Ferreti, sentíamos que Sandino estaba con nosotros.

1976 Manifestacion del Sandinista Solidarity Movement eMission (San Francisco), Roberto Vargas (izquierda) y Alejandro Murguia (derecha).Photo: Alejandro Stuart


samedi 10 janvier 2015

Charlie-Hebdo: asesinaron a amigos de Cuba en París

CHARB con la bandera cubana en la Fête de l'Humanité.

Bajado de la pagina Web : "Cayo Hueso" Desde Francia mi amor por Cuba.
Virgilio Ponce – Fotos: Facebook de Didier Lalande – Cubainformación.- 




Wolinski, Charb, Cabu, Tignous, Honoré así como otras personas murieron en un ataque terrorista en la sede de Charlie Hebdo.

Eran amigos de Cuba los trabajadores de Charlie-Hebdo y en múltiples ocasiones dibujaron para las asociaciones, “Cuba Linda” y “Cuba Si – Francia”, los vimos en la fiesta de l’Humanité en los kioscos de Granma, Cuba Linda, Cuba Sí… 

Wolinski, era Presidente de Honor de Cuba Sí y formaba parte de los viajeros de solidaridad que visitan el archipiélago cubano con Cuba Linda. Les escuchamos hablar sobre Cuba y su proceso en múltiples ocasiones con respeto y admiración.
En estos tristes momentos nos unimos a su familiares y amigos, nos solidarizamos con ellos, reciban nuestras sinceras condolencias.

Condenamos esta acción terrorista y decimos “YO SOY CHARLIE”.

WOLINSKI en la Fête de l'Humanité, 2012.
CHARB y TIGNOUS en la Fête de l'Humanité

mercredi 31 décembre 2014

Sandino por Neruda (Canto general)


Pasa un año, 
                        pasan los años y seguimos tan tercos. 
Por un año 2015 de esperanza a todas y todos, de por aqui y mas alla...
fraterno saludo .                                                                          
                                                                                                                     Loren.


SANDINO 
(1926)
Fue cuando en tierra nuestra
se enterraron
las cruces, se gastaron
inválidas, profesionales.
Llegó el dólar de dientes agresivos
a morder territorio,
en la garganta pastoril de América.
Agarró Panamá con fauces duras,
hundió en la tierra fresca sus colmillos,
chapoteó en barro, whisky, sangre,
y juró un Presidente con levita:
«Sea con nosotros el soborno
de cada día.»
                        Luego, llegó el acero,
y el canal dividió las residencias,
aquí los amos, allí la servidumbre.

Corrieron hacia Nicaragua.
Calle de Altagracia (Ometepe 2014)

Bajaron, vestidos de blanco,
tirando dólares y tiros.
Pero allí surgió un capitán
que dijo: «No, aquí no pones
tus concesiones, tu botella.»
Le prometieron un retrato
de Presidente, con guantes,
banda terciada y zapatitos
de charol recién adquiridos.
Sandino se quitó las botas,
se hundió en los trémulos pantanos,
se terció la banda mojada
de la libertad en la selva,
y, tiro a tiro, respondió
a los «civilizadores.»

La furia norteamericana
fue indecible: documentados
embajadores convencieron
al mundo que su amor era
Nicaragua, que alguna vez
el orden debía llegar
a sus entrañas soñolientas.
Casa en Palacagüina (Las Segovias 2011)

Sandino colgó a los intrusos.
Los héroes de Wall Street
fueron comidos por la ciénaga,
un relámpago los mataba,
más de un machete los seguía,
una soga los despertaba
como una serpiente en la noche,
y colgando de un árbol eran
acarreados lentamente
por coleópteros azules
enredaderas devorantes.

Sandino estaba en el silencio,
en la Plaza del Pueblo, en todas
partes estaba Sandino,
matando norteamericanos,
ajusticiando invasores.
Y cuando vino la aviación,
la ofensiva de los ejércitos
acorazados, la incisión
de aplastadores poderíos,
Sandino, con sus guerrilleros,
como un espectro de la selva,
era un árbol que se enroscaba
o una tortuga que dormía
o un río que se deslizaba.
Pero árbol, tortuga, corriente
fueron la muerte vengadora,
fueron sistemas de la selva,
mortales síntomas de araña.
Loma de Tiscapa  (Managua 2014)

(En 1948
un guerrillero
de Grecia, columna de Esparta,
fue la urna de luz atacada
por los mercenarios del dólar.

Desde los montes echó fuego
sobre los pulpos de Chicago,
y como Sandino, el valiente
de Nicaragua, fue llamado
«bandolero de las montañas.»)

Pero cuando fuego, sangre
y dólar no destruyeron
la torre altiva de Sandino,
los guerreros de Wall Street
hicieron la paz, invitaron
a celebrarla al guerrillero,

y un traidor recién alquilado

le disparó su carabina.

Se llama Somoza. Hasta hoy
está reinando en Nicaragua:
los treinta dólares crecieron
y aumentaron en su barriga.

Ésta es la historia de Sandino,
capitán de Nicaragua,
encarnación desgarradora
de nuestra arena traicionada,
dividida y acometida,
martirizada y saqueada
Sandino en el Palacio de la Culura (Managua 2014)

mardi 16 décembre 2014

Nicaragua honró a brigadistas argentinos (2)

Nosotros después de la Revolución tuvimos una guerra, una contrarrevolución que no nos dejó gobernar en paz. El imperialismo norteamericano no se quedó de brazos cruzados e inmediatamente en el 80 se movilizan nuestros jóvenes guerrilleros y guerrilleras, desarmados para llevar el pan de la enseñanza con la cruzada de alfabetización. Mientras tanto, se organiza en Honduras una contrarrevolución financiada por el imperialismo de Estados Unidos que capacitó a mercenarios e inclusive contó con la participación de otras dictaduras, como ser la de Argentina. Así fue que comenzaron a asesinar a nuestro pueblo, por lo que tuvimos diez años de guerra prolongada donde no tuvimos una sola casa, una familia que no tuviera un muerto. La única manera de que el imperialismo dejara de seguir matando, fue haber perdido las elecciones. Sabíamos que íbamos a perder, incluso muchos sandinistas votaron en contra suyo. Entonces surgió un gobierno neoliberal que por 16 años mantuvieron una violación de los derechos humanos, con nuevas privatizaciones de servicios sociales básicos. Surgió otra vez la pobreza extrema y el analfabetismo. Cuando llegamos en 2007 era el 27 por ciento los analfabetos, cuando habíamos logrado eliminarla anteriormente. Entonces, cuando volvimos retomamos los programas sociales y nos organizamos territorialmente. Otra vez Nicaragua fue declarada libre de analfabetismo. Eso se lo debemos al legado de Sandino como al de nuestros mártires”, recordó la diplomática nicaragüense.
Internacionalistas en las brigadas de café.

JUAN PABLO SARKISSIAN, PERIODISTA DE EL CIUDADANO, FUE UNO DE LOS 120 INTEGRANTES DE LA BRIGADA GENERAL SAN MARTÍN

“En el medio del monte íbamos a la cosecha a juntar el grano rojito que son granos de café, plantas de un metro y medio de alto. Dan un fruto colorado y por eso la llaman «la cosecha del rojito»”, afirma Juan Pablo Sarkissian, periodista de El Ciudadano y uno de los 120 integrantes de la Brigada General San Martín, la primera y más grande, que fue a colaborar con la triunfante Revolución Sandinista hace 30 años.
Apenas triunfó el pueblo nicaragüense con su revolución y junto al Frente de Liberación Nacional Sandinista pudo expulsar al dictador Anastasio Somoza, recibió el ataque de los denominados “contras”, paramilitares y mercenarios armados por la oligarquía nicaragüense y el gobierno de Estados Unidos para desestabilizar a la nueva administración revolucionaria.
En ese contexto, el país necesitó el apoyo solidario de todo el mundo. Hacia ese lugar fueron tanto los argentinos, como voluntarios de todo el mundo.
En Managua, nos encontramos con gente de todas partes. Norteamericanos, holandeses, italianos”, recuerda Sarkissian, quien agrega que luego de pasar algunos días en la capital nicaragüense, fueron a la zona rural a la junta del café, donde tomó contacto con los campesinos y con la memoria ardiente de la Revolución Sandinista.
Te daban un canasto que te lo atabas a la cintura y con las dos manos trabajabas. El otro implemento era una bolsa de arpillera de plástico y con el canasto lo sacabas y lo metías en la bolsa. En la jornada venía un camión que juntaba la producción”, sostiene el brigadista y ferviente leproso.
Sarkissian también recuerda que “se arrancaba temprano, a las cinco de la mañana, y la jornada era todo el día” y que lo más complicado era lidiar con la lluvia.
Defensa y cosecha en la montaña.

En Nicaragua hay lluvia todo el tiempo y lo habitual era estar mojado. Así que, por más que lloviera, se salía a trabajar lo mismo. Por eso, cuando volvíamos a la cabaña, siempre teníamos una muda de roja seca y la otra se armaba un fogón para secarla. Si por alguna cuestión había que salir otra vez, te ponías la ropa húmeda”, expresó el periodista.
En tanto, en el balance de la experiencia, el contacto con los campesinos y el intercambio de experiencias, fue lo más apreciado.
En total, éramos más de 600 cosecheros, y la brigada unos 120, por lo que eran mayoría nicaragüenses. Siempre estábamos en contacto con la gente, con los campesinos y charlábamos sobre su forma de vida, la nuestra, sus experiencias políticas, la Revolución, etc.”, rememora Sarkissian.
Los brigadistas compartían sus actividades campesinas con otras políticas en las que eran visitados por guerrilleros o dirigentes políticos de todo el mundo, y que, después de la faena agrícola, el agotamiento hacía que se cenara y se durmiera temprano.
Sarkissian también recuerda los problemas de adaptación al régimen alimentario, con algunas enfermedades, porque comían tortillas de maíz y poca carne.

En cuanto a la carne, era muy raro porque los nicaragüenses no tienen eso en sus dietas. Sólo de chancho, y no siempre. Una vez se cayó una vaca de un barranco y hubo que aprovecharla. La cuerearon e hicieron algo. Sin embargo, los nicaragüenses no supieron aprovechar, como nosotros, las achuras de ese animal”, cerró Sarkissian, haciendo referencia a la costumbre argentina de comer hasta las entrañas de la vaca.
Brigada argentina durante la cosecha de café.

dimanche 7 décembre 2014

Nicaragua honró a brigadistas argentinos (1)

La embajadora del país centroamericano, Norma Moreno, reconoció a un grupo de brigadistas santafesinos que colaboró con la Revolución Sandinista cuando viajaron como voluntarios, entre otros miles de todas partes del mundo.

Publicado el 17 de noviembre de 2014 en El Ciudadano Web (Argentina)

“Nuestro pueblo está muy agradecido, nuestra Revolución, nuestro por el comandante presidente Daniel Ortega, todos sentimos un profundo afecto y admiración pueblo argentino y a otros pueblos hermanos, cuyos jóvenes, pibes dejaron su patria por ir a vivir la experiencia de la Revolución nicaragüense”, expresó la embajadora de Nicaragua en Argentina, Norma Moreno antes del acto de homenaje y reconocimiento a los brigadistas argentinos que, hace 30 años, fueron al país centroamericano que había sido escenario de una revolución social, a colaborar con trabajo para poner en marcha ese proceso.
El pasado viernes 30 de octubre se entregaron diplomas a brigadistas argentinos que viajaron a colaborar con la Revolución Sandinista hace 30 años. La embajadora de ese país junto a militantes del Partido Comunista, homenajearon a los voluntarios en el Cefma (en La Toma) en un evento en el que también se recordó la primera vez que fue homenajeado Ernesto Che Guevara en Rosario.

“Ellos fueron a vivir con nuestros campesinos y campesinas, a comer porotos los tres tiempos, porque es la comida básica de los proletarios de la región norte de nuestro país, de la zona rural. Realmente dejaron todas sus comodidades para aportar su granito de arena con nuestra revolución y con nuestra producción. Levantar la producción es convivir con el campesinado y también una forma inmensa de dar amor, afecto. Es una forma de mística, compromiso y militancia. El pueblo de Nicaragua agradece muchísimo y es por eso que vamos a rendirles homenaje, porque se lo merecen. Ellos no lo pidieron pero tenemos el deber moral, como sandinistas, de entregarles un reconocimiento a estos compañeros y compañeras. También vamos a aprovechar para homenajear a quienes estuvieron en otros frentes, en otras tareas de la revolución, como la campaña nacional de alfabetización, en las brigadas de salud”, relató la embajadora nicaragüense.
Después de decenas de años bajo la dictadura de la familia Somoza que sumió en la pobreza a los nicaragüenses, triunfó en 1979 la Revolución Sandinista, un proceso que convocó a toda la sociedad y principalmente a los jóvenes de las clases más postergadas.
“La de Nicaragua fue una revolución de niños, niñas y jóvenes. La lucha armada fue protagonizada por la juventud. Porque queríamos la libertad de nuestro pueblo, naturalmente. Esa dictadura nefasta dejó mucha muerte, mucho dolor, mucha sangre y el enriquecimiento de unos pocos. Existía una violación sistemática y sistémica de todos los derechos humanos fundamentales, de los derechos sociales básicos. Implementaron la privatización de salud, de los servicios básicos, de la vivienda. No había programas de vivienda para la gente humilde y a la universidad sólo podían ir los hijos y las hijas de la oligarquía. Por eso fue que se organizó el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Uno de sus fundadores es Carlos Fonseca Amador, a quien este 8 de noviembre recordaremos con un acto homenaje”, recuerda Moreno de sus inicios en el Sandinismo.

Para ayudar a ese proceso, viajaron de todas partes voluntarios al igual que sucedió con la Guerra Civil española. Desde Argentina fue la Brigada General San Martín, que ayudó en la recolección de café y en la que participaron los rosarinos, justamente los que fueron reconocidos, Pablo Jorge Bertinat, Lucía Viale, Oscar Pellegrini, Juan Pablo Sarkissian, Sergio Shillman, Roberto García, Fidel Vivanco, Diana Polito, Gabriel Andrés Vergara, Rogelio Bramajo y Pablo Krazuc. Ese apoyo a un pueblo hermano fue contrapeso a políticas de otros países.

dimanche 16 novembre 2014

Testimonio de Alvaro Carrera "Joaquin". Un Venezolano en el Frente Sur. (2)

Treinta y cuatro años después

(Epílogo, apostilla o “posfacio”)

          Inicio estas difíciles líneas enfrentado de entrada a un problema de semántica. No quise escribir un prólogo o introducción para esta nueva edición de mi viejo “Nicaragua: Frente Sur”, a tantos años de las llevadas a imprenta en los años ochenta. Lo que escribí en Nicaragua debe quedar así, pero siento que es de justicia añadir algunos comentarios sobre personas y circunstancias que si bien no pertenecen al período de la guerra propiamente, fueron relevantes en las experiencias que tuve en suerte vivir en los días posteriores a dicho triunfo, los cuales valga enfatizar fueron tan rigurosos como los previos a ese 19 de julio de 1979 que se convirtió en fecha aniversaria del triunfo de la Revolución Sandinista.

          Los alemanes tienen una palabra, nachwort, que los diccionarios traducen al castellano como “epílogo”, sin que en mi humilde opinión se aplique realmente al caso. Lo que ocurre, pienso, es que realmente no existe una palabra que traduzca el nachwort alemán, como si la hay paravorwort, que se traduce correctamente como prólogo, prefacio, etc. Elnachwort alemán debería ser traducido por una palabra que –aún- no existe en castellano: “posfacio”. Que seria un texto añadido al final de un libro, sin que implique necesariamente la continuidad de este como en efecto lo establece el término “epílogo”.

          Mi “posfacio” no constituye pues una continuación del libro, sino que se refiere a este, con la distancia añadida de ser escrito habiendo transcurrido nada menos que treinta y cuatro años. Tiempo normalmente más que suficiente para  olvidar situaciones y detalles, pero los tiempos anormales de la guerra no se olvidan y permanecen indelebles en el corazón y la mente de quienes los vivieron. O al menos así ocurre en mi caso.

          Luego de tantas explicaciones y vueltas lo que quiero es escribir algunos recuerdos sobre compatriotas que si bien llegaron a Nicaragua después del triunfo, no fueron ajenos a la experiencia de la guerra, que en el teatro de operaciones del Frente Sur se prolongo durante varios meses en la forma tanto de lucha contra las bandas remanentes de guardias nacionales y efectivos de la EEBI que nos hostigaban con saña, como en la confusa y ardua labor de reconstruir e intentar organizar la vida militar y civil en una región que había sido asolada por la guerra durante tanto tiempo.

          A los días del triunfo llegaron a Peñas Blancas, sede del nuevo mando o autoridad sandinista en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica, un pequeño grupo de venezolanos internacionalistas, que por una razón u otra no alcanzaron a llegar antes del 19 de julio, aún habiéndolo así querido.



          La labor desempeñada por estos combatientes, que bien se ganaron ese titulo, fue de sumo valor en las cosas positivas logradas. Ellos llegaron en un momento sumamente complejo para quienes quedamos a cargo de custodiar la frontera. Ocurre que la totalidad de los mandos y veteranos de la guerrilla por razones y necesidad obvias se habían ido a Managua y las ciudades grandes del país. Ahora debían hacerse cargo de los ministerios, organismos de gobierno, misiones internacionales, etc. Quedamos entonces en Peñas Blancas los que básicamente éramos tropa de base y un par de combatientes internacionalistas con alguna formación de cuadro político. No era mucho, o era muy poco, para la magnitud de la misión planteada.

          La llegada de veteranos de otros conflictos vino a reforzar nuestra labor en forma determinante. Ellos se integraron rápidamente y a los pocos días eran parte indiscutida del contingente sandinista acantonado en Peñas Blancas. Sobre los venezolanos de este grupo es que quiero escribir unas pocas líneas, cometiendo a conciencia la injusticia de dejar por fuera a costarricenses, colombianos, mexicanos, españoles y otros que padecieron similares rigores y efectuaron iguales o mayores aportes que los venezolanos. Pero ni soy el indicado para ello, ni es el propósito de estas páginas intentar ofrecer un diccionario de los internacionalistas que pasaron por la guerra nicaragüense.

          El primero en llegar fue el compatriota Alí Gómez García, conocido en la guerrilla venezolana como “Alicate” o “Vargas”, quien adoptó en Nicaragua el nombre de guerra de “Nicanor”. El llego a Peñas Blancas en los primeros días de agosto del 79. Yo lo había visto cosa de un par de meses antes en San José de Costa Rica, a donde me habían mandado para exámenes médicos por las secuelas de una explosión de mortero que me dejo atolondrado durante varios días. En una calle de San José me encontré de frente don Doris Francia, a quien me unían vínculos de amistad, luego de trabajos conjuntos realizados con el movimiento político Ruptura, instrumento de trabajo legal de los remanentes de las viejas FALN venezolanas. Doris estaba acompañada nada menos que del legendario Douglas Bravo, quien andaba aún clandestino y perseguido por la policía política venezolana. Y con ellos estaba “Alicate”, quien era algo así como la mano derecha o el hombre de confianza de Douglas.

          Ese día, o mejor dicho, esa noche, nos citamos en una tasca de San José a donde acudí con Libertad Araujo, quien era mi compañera en ese tiempo y había volado a San José para ayudarme en mi convalecencia. Pasamos largas horas y un par de botellas de ron conversando sobre todos los temas posibles. Creí entender que Doris, Douglas y “Alicate” andaban en tareas de insurgencia revolucionaria en Honduras. Y que estaban en San José solo de tránsito. La compartimentación obligaba a ser discretos.

          A la mañana siguiente, probablemente revitalizado por los tragos con tan relevantes camaradas, me regrese en autobús a la frontera, donde me reincorpore a mis tareas de elemento de tropa. Poco tiempo después se dio el triunfo y a los días llego “Alicate”, planteando que quería ir a Managua e incorporarse al nuevo Ejército Popular Sandinista. En medio de la conversación que tuvimos me menciono que entre otras cosas era explosivista. Ello me motivo a plantearle, o rogarle quizás sería el término más apropiado, que se quedara con nosotros en Peñas Blancas, para hacerse cargo de la recuperación y desmantelamiento de la gran cantidad de artefactos explosivos que quedaron diseminados por la zona. El se mostró conforme, adoptó el nombre de Nicanor y desde ese día pudimos ufanarnos de contar con el mejor explosivista que había en Nicaragua.

          Nicanor era un hombre con una sólida formación guerrillera. Trabajador incansable, de iniciativa descollante. Lleno de sentimientos humanos y buen humor. Era toda una referencia como revolucionario y hombre de acción, siempre al tanto de las noticias, con visión estratégica, espíritu crítico, ánimo didáctico. Fundó y se convirtió de inmediato en el jefe de la unidad de explosivos de la Guarnición de Peñas Blancas.

          La presencia de Nicanor motivó que a las pocas semanas llegaran por allí a visitarlo otros dos comandantes guerrilleros venezolanos, Elegido Sivada “Magoya” y Antonio Zamora “El Camarita”, quienes andaban en los mismos trajines de insurgencia revolucionaria de Douglas Bravo y Doris Francia. Ellos pasaron de tránsito hacia Managua. Les regale un par de pistolas con sus respectivos “portes de arma”, expedidos por el Comando sandinista de Peñas Blancas, para que no anduvieran desarmados por un país aún en armas. Del encuentro permanece el testimonio fotográfico que se adjunta a esta edición del libro.

          Nicanor murió en acto de servicio en el Ejército Popular Sandinista el 8 de mayo de 1985. Yo estaba recién saliendo de un segundo carcelazo en el Cuartel San Carlos y la noticia me impacto. Luego llegaron referencias de las altas responsabilidades que él había llegado a adquirir en las filas sandinistas. Y del aprecio que allí se le tenía. Escribí entonces en Tribuna Popular, el periódico del Partido Comunista, unas líneas dirigidas a “La Flaca” y “El Mugre”, su compañera y su hijo, quienes pasaron largas semanas en esos meses iniciales de revolución en Peñas Blancas. Pero nunca más supe de ellos. De la memoria viva de Nicanor permanece su formidable libro “Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñángara”, que lo hizo merecedor del premio Casa de las Américas 1985, reeditado en 2005 y 2012 por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, bajo cielo bolivariano.

          Literalmente al mismo tiempo que Nicanor llegaron otros dos venezolanos a Peñas Blancas, Marcial Rodríguez y Antonio Herguetta.

          Marcial Rodríguez, es un hombre multifacético. Siendo sargento técnico de la Fuerza Aérea Venezolana participó en el alzamiento de Puerto Cabello y fue a dar como preso político a la llamada Isla del Burro, en los comienzos del proceso insurreccional en Venezuela. De allí salió para incorporarse a la guerrilla, dónde fue comandante de la Brigada Móvil “Fabricio Ojeda” de las FALN, en la cual por cierto fue jefe de Nicanor, poco más que un muchacho en ese tiempo. Pasó posteriormente por el Cuartel San Carlos y de allí, sorpresivamente, se dedico a escribir y aportó una media docena de libros de relatos revolucionarios.

          En Peñas Blancas Marcial hizo gala de su experiencia guerrillera y formación militar profesional. Como combatiente demostró ser un hombre de acción de formidables cualidades. Organizado, meticuloso, letal. No recuerdo ninguna operación contra-bandidos, como  llamábamos a la lucha contra los merodeadores y elementos dispersos del somocismo, en que Marcial no estuviese presente. Como militar profesional asumió la difícil labor de impartir formación de orden cerrado a los guerrilleros que se mostraran voluntarios para tan irritantes ejercicios. De esta tarea surgió lo que sinceramente creo fue el primer grupo de guerrilleros, al menos en la zona sur de Nicaragua, que eran capaces de formar y marchar con marcialidad. Algunos de ellos incluso con “paso de ganso”, para sorpresa y deleite de quienes acudían a las formaciones o concentraciones de personal de tropa que hacíamos de tanto en tanto.

          Marcial regreso a Venezuela casi al mismo tiempo que yo. Estuvimos presos juntos un par de veces, en la DISIP y en la DIM, cuando quedaba aún en los altos del Cuartel San Carlos. Y también en el demolido Reten de Catia, antro carcelario de triste renombre. Luego las circunstancias de la vida nos alejaron pero la amistad y camaradería perduran. De cuando en cuando aún hablamos.

          Luego llegó Antonio Herguetta, un veterano cuadro político formado en la Juventud Comunista, dirigente local en Caricuao, Caracas. Fui a recibirlo al aeropuerto de San José de Costa Rica, a donde llegó cargado con dos maletas contentivas de las obras completas de Lenin, enviadas por el PCV, las cuales fueron recibidas con sorna en una Guarnición donde casi se pasaba hambre y el papel higiénico brillaba por su ausencia, con lo cual el destino de dichos libros estaba sellado.

          Antonio adoptó el nombre de guerra de “Ismael”. Como siempre fue un gran jodedor afirmaba que su nombre era un homenaje a Ismael Rivera “Maelo”, hoy en día casi desconocido pero que para la época era nada menos que “El Sonero Mayor”. Ismael aporto la increíble capacidad de resolver cosas que solo es inherente a un verdadero “toero” u “hombre orquesta” que no conoce el significado de la flojera. Las anécdotas de su paso por Nicaragua darían material para un libro. Se hizo respetado y querido por todos los combatientes, entre los cuales efectuó lo que seguramente fue el más importante trabajo de masas en su carrera de profesional revolucionario.

          Al regresar a Venezuela, no podía ser de otra forma, estuvimos presos juntos en la DISIP (dos veces) y en la DIM (una sola vez, afortunadamente). En los tigritos de Las Brisas Antonio con su inagotable capacidad de buen humor hacia más llevadero el encierro, aportando al mismo tiempo iniciativas como mini-fogatas hechas con trozos de envases de jugo, para recalentar durante el día el café que sólo servían por la mañana. 

           Luego las circunstancias de la lucha nos llevaron por distintos caminos. Y nunca volví a saber de él. Perduran sin embargo el afecto fraternal y la nostalgia por tan extraordinario amigo y camarada.

          Otra persona a la que quiero referirme con especial afecto es a una camarada venezolana que llegó a Peñas Blancas en esos días, de la cual vergonzosamente he olvidado su nombre de guerra. Y nunca conocí el verdadero. Ella, guerrillera nata, propuso la creación de una escuelita para los niños campesinos de los alrededores. Al obtener el visto bueno solicitó materiales para la escuela, los cuales no obtuvo por tratarse de una necesidad secundaria ante la suma de otras urgencias. Entonces optó por instalar su “aula” frente al Comando de la Guarnición de Peñas Blancas, donde comenzó a dar clases sin cuadernos, lápices ni nada parecido. Al reclamarle la escogencia del sitio menos adecuado para sus alumnos, alegó que ese sitio era el más concurrido por la gente en tránsito y tenía la esperanza de que al ver a los niños recibir clases sin ningún recurso didáctico, la gente se motivaría y comenzaría a aportar materiales. Lo que en efecto ocurrió.

          Esa escuelita fue algo extraordinario. Venían niños difíciles, traumatizados por la guerra, que no sabían leer ni escribir. Y la compañera se afanaba tanto en alfabetizarlos como en volverlos a la normalidad infantil. También le daba clases a adultos, en unas jornadas inacabables en las cuales nunca se la vio desfallecer. A donde quiera que esté, vaya mi recuerdo y saludo afectuoso. Ella le dio calor humano a Peñas Blancas y logró que endurecidos guerreros volvieran a percibir ese sentimiento que llamamos ternura.

          Finalmente, quiero mencionar lo que para mi fue uno de los momentos más emotivos en todo ese tiempo. Habían transcurrido quizás unos diez días o un par de semanas desde el triunfo y me estaba desempeñando como responsable o comandante de la Guarnición de Peñas Blancas. El trabajo era intenso, en gran medida por la cantidad de refugiados, curiosos y viajeros en general que venían a Nicaragua desde Costa Rica, y allí, en la línea fronteriza, había que anotar los datos de sus documentos personales y tomar las precauciones de rigor para evitar la entrada de agentes provocadores o espías, que entre paréntesis nunca identificamos ninguno. Ese trajín comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde, cuando exhaustos cerrábamos la frontera. El cansancio nos impuso cerrar igualmente la frontera los días domingo, para permitirle algún descanso al escaso personal con que contábamos.

          Pues un domingo tempranito llegó un combatiente a despertarme, diciendo que del lado costarricense, en la línea fronteriza, estaba un venezolano preguntando por su hijo, que era compañero nuestro. Medio dormido le pregunte como se llamaba ese venezolano, pero no lo había anotado. “¿Y el hijo, cómo se llama?”,  “Pues Alberto, o Álvaro, o algo así”. Me pare como un rayo y me fui corriendo a la línea fronteriza, donde en efecto estaba mi papá con una sonrisa que no le cabía en la cara. Mi viejo venia con unos camaradas del Partido Comunista de Costa Rica, que no se llama o llamaba así pero que eso era. Y de entonces tengo la primera anécdota de los dos días que literalmente obligue a mi papá a quedarse en Peñas Blancas. Le dije que pasaran a Nicaragua, pero me respondió que no se podía, que la frontera estaba cerrada los domingos. “No joda, papá, si esa orden la di yo”.

          Mi viejo estuvo dos días allí. Teníamos tiempo sin vernos y aparte de que no conocía mi nombre de guerra, “Joaquín”, la única noticia que había recibido de mi era que había resultado herido en combate, lo cual sólo era una verdad a medias, porque una conmoción cerebral no es exactamente una herida, ni de guerra ni de nada.

          El Partido Comunista de Venezuela en esa época no simpatizaba mucho con los sandinistas. Apreciaban la caída de la dictadura somocista, pero veían al Frente Sandinista como una creación de la socialdemocracia internacional. Lo cual también era una verdad a medias puesto que el FSLN acunaba a todo el amplio espectro de opositores a Somoza, desde eso que llaman ultra-izquierda hasta las más rancias organizaciones social demócratas, Acción Democrática de Venezuela incluida destacadamente en ese conglomerado. Entonces mi viejo venia a algo así, sospecho, como calibrar y tomar contacto a nombre del PCV con la dirección sandinista. Nunca me lo dijo.

          Lo que si me dijo era que tenía prisa en llegar con los camaradas ticos hasta Managua. Le ofrecí un medio de transporte y una escolta, pero para dos días después. El discutió un poco, sin mucha insistencia, y acepto quedarse esos dos días en Peñas Blancas, compartiendo con un hijo con el cual no había pasado más de dos horas desde que era un niño.

          Las otras anécdotas del encuentro quedan para la familia. Este es un libro de guerra, no las remembranzas de un viejo nostálgico. 



Álvaro Carrera

Puerto Ayacucho, 19 de Julio de 2013




UCCA.-PRES.-   www.uncafeconangiolillo.com