jeudi 20 août 2015

María Felisa Lemos, itinerario internacionalista. (1979 - 1991) (1/3)

María Felisa Lemos llegó a Nicaragua desde París, donde estaba exiliada, poco después del derrocamiento de Anastasio Somoza, en julio de 1979, por parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Su inmediato lugar de residencia fue una zona rural próxima a la frontera con Honduras donde desarrolló actividades como sanitarista. Ella permaneció en Nicaragua hasta 1991.
Maria Felisa Lemos
María Felisa Lemos.
Salud y Educación Popular en Nicaragua
Las prioridades del gobierno de la revolución sandinista fueron la salud, la educación, la reforma agraria y la creación de un banco para que los campesinos pudieran  contar con créditos para la explotación agrícola. Un objetivo fundamental del gobierno popular fue la creación de centros de salud en todo el territorio nicaragüense y la transformación  del sistema de salud en un sistema único (S.N.U.S.).
El problema era cómo cubrir con personal suficiente esos centros ubicados en el interior, sobre todo en el campo, por la carencia de médicos, enfermeras y de personal sanitario en general. En esa época, en el país egresaban de la Universidad de León cincuenta médicos por año. Fue necesario crear nuevas universidad, facultades de medicina y escuelas de enfermería en cada cabecera departamental, pero era fundamental cambiar la mentalidad de los médicos y del resto del personal de salud que había optado por quedarse y no emigrar después del triunfo de la revolución.
En 1980, en la Oficina Regional de la VI Región muchos médicos finqueros ocupaban los cargos regionales. Ellos me contaron que durante la insurrección contra el gobierno de Somoza, en Matagalpa, los médicos con sus modernas armas de caza se subían a los tejados o terrazas de sus casas y desde allí combatían. Es que la burguesía quería que cayera Somoza, pues pensaban que una vez que se fuera el dictador, se constituiría un gobierno afín a sus intereses de clase que no afectaría sus privilegios, cambiando algo para que nada cambiara.
El triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fue bien recibido, pero a mi llegada a Nicaragua, cuando me integré al Sistema de Salud, ya la situación había variado. Conocí a un médico, de apellido Padilla si mal no recuerdo, alto, de cutis blanco que había estudiado medicina en Argentina y a quien los matagalpinos le decían el Che por su apariencia física y su modo de hablar. Este hombre me hacía el siguiente comentario: “Pero vos fijate… le dicen a la gente que el poder será de los obreros y campesinos ¡y se lo van a creer! ¡Después van a andar reclamando!”. Obviamente, fue de los médicos que emigraron a Estados Unidos.
Campaña de vacunaciòn en Bocaycito en 1986
Campaña de vacunaciòn en Bocaycito (1986).
Las principales patologías existentes en la región eran la diarrea, el paludismo, la desnutrición, la tuberculosis y las enfermedades de la infancia tales como el coqueluche, el tétanos, la poliomielitis, el sarampión.
Una mención aparte merece la leishmaniasis(1). Durante el gobierno de Somoza, por decreto se había determinado que esta enfermedad no existía en Nicaragua. La padecían los campesinos y los que vivían en la selva. En esa época, si alguna persona iba en busca de remedios a los centros de salud de la ciudad y tenía leishmaniasis significaba que había andado por la selva y la montaña; los que tenían los medicamentos eran los integrantes de la Guardia Nacional, por lo tanto el enfermo era un guerrillero y caía preso. Para evitar esto, la gente se curaba como podía; a veces intentaba detener la infección y cauterizar las lesiones con un hierro candente; otras, se ponían pólvora sobre la herida y prendían fuego, o se aguantaban la enfermedad que progresaba y les dejaba daños irreparables.
Después del triunfo del FSLN aparecieron miles de casos que fueron tratados en los Centros de Salud de la Revolución.
Todas estas patologías eran fácilmente reducibles, para eso en 1980 se comenzó con las grandes campañas de vacunación;  primero únicamente con el personal de salud y después con la participación de los brigadistas de la salud. Un ejemplo es la casa que habitábamos en Matagalpa, que fue un centro de vacunación barrial desde 1980 hasta 1991. Los vecinos organizaban Jornadas de Vacunación junto con el Comité de Defensa Sandinista sin que fuera necesaria mi presencia en estas actividades, en el período en que estuve en zona de guerra.

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