mardi 7 janvier 2014

Diario de un brigadista de la alfabetización (1980).

Hace poco que estoy leyendo con mucho interés los recuerdos de un brigadista español. Llego en la primavera de la Revolución sandinista cuando se empezaba a sembrar la esperanza. A la par de las primeras leyes económicas (constitución del sector estatal, reforma agraria…) y culturales (talleres de poesía), el mayor proyecto, él que movilizó a miles de nicaragüenses – en particular, jóvenes, a veces muy joven, comprometidos con el sueño de Sandino fue la Cruzada Nacional de Alfabetización. Unos meses antes, los frentes de guerra, las escuadras guerrilleras habían convergido hacia Managua para derrocar a la dictadura. Esta vez, una onda alfabetizadora iba a cubrir el territorio desde la ciudad hacia los barrios, el campo, las comarcas olvidadas… Miles de muchachas y muchachos armados con lápices y cartillas combatieron en el Ejército Popular de Alfabetización para derrocar la ignorancia.

En su blog, esbozos y remendios, “Pinolero” nos entrega los folletos de su diario de brigadista así que algunas fotos del año 1980 en la Nicaragua libre.
Lo contacte para indicarle nuestro interés común en compartir estos recuerdos de la solidaridad y preguntarle el contexto de su llegada a Nicaragua.
Ahí va su respuesta...




Loren Sanchís, autor del blog Brigadas de solidaridad en Nicaragua, me ha planteado recientemente en un comentario una serie de cuestiones relacionadas con un tema común que nos atrae: historias, vivencias y recuerdos de los brigadistas en Nicaragua.

Mientras iba escribiendo la respuesta, me di cuenta que como comentario era muy largo, y en nada desmerecía una entrada independiente, por lo que le di una contestación de cortesía, en tanto elaboraba este texto.

 ¿En qué contexto te fuiste para Nicaragua?
Respecto a la primera de sus cuestiones, el contexto en el que fuimos a Nicaragua, debo decir previamente que lo que después se denominó brigada española, éramos en realidad un grupo de cooperantes financiados por el Ministerio de Educación. No fuimos, pues, una brigada de solidaridad al uso, en el sentido altruista de la palabra, aunque tampoco nos consideramos mercenarios, como alguna vez, injustamente, se nos trató. Simplemente, éramos trabajadores en el extranjero. Bien es cierto que al regresar de aquella experiencia que nos marcó profundamente, prácticamente todos los componentes de la brigada, hasta donde conozco, nos volvimos solidarios y altruistas con la linda gente de Nicaragua. Y orgullosos de haber participado en la Cruzada Nacional de Alfabetización de 1980, una gesta educativa que mereció el Premio Nadezhda K. Krupskaya de la UNESCO a la enseñanza en 1981.
En cuanto al contexto propiamente dicho, recuerdo que fue todo muy rápido. En mi caso concreto, me enteré a través de un amigo y compañero que también fue allá en la brigada. Recién acabábamos el servicio militar, que por entonces era obligatorio en España, y andábamos buscando trabajo. A mediados de febrero de aquel 1980, como cuento en mi entrada La noticia, mi amigo me informó que se había enterado que el Ministerio de Educación español solicitaba maestros que quisieran ir a Nicaragua, a la alfabetización. Supongo que el resto de compañeros de las distintas provincias seguirían un proceso parecido. En nuestro caso, no nos lo pensamos dos veces, pese a la situación de inestabilidad que vivía la zona: apenas quince días antes, a finales de enero, había tenido lugar el asalto a la embajada española en Guatemala; y para corroborar la inestabilidad, a las tres semanas de nuestra llegada a Nicaragua tuvo lugar el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador.
Nos apuntamos, como digo, al llamado del Ministerio de Educación, y hubo una selección previa en cada provincia; ignoro cuantos llegaron a apuntarse, tanto en cada provincia, como en el total nacional; luego, ya en Madrid, se hizo la selección definitiva, y de ahí salimos el grupo de cooperantes que formamos la denominada brigada española, compuesta por 50 maestros, 4 coordinadores y 1 un Jefe de Misión, en total, 55 personas. Nuestra misión era de asesores técnicos pedagógicos; es decir, quienes debíamos orientar a los brigadistas que estaban en contacto directo con el campesinado la forma en que se debía de llevar a cabo la enseñanza.
Ese fue, escuetamente, el contexto en el que nos integramos en la CNA (Cruzada Nacional de Alfabetización), y esa fue la parte de solidaridad inicial que el gobierno de España tuvo en ese momento con el pueblo y el gobierno de Nicaragua; pues a nuestro regreso de la Cruzada, llegó a Nicaragua un segundo contingente de cooperantes.

¿Cómo se organizó la solidaridad desde los años ´80 en España?
 Respecto a la segunda de las cuestiones, ignoro el detalle de la organización de la solidaridad en España. Sé que anualmente había convocatorias desde el Instituto de Cooperación Iberoamericana; pero eran programas específicos tanto en la temática, como en la localización geográfica.
Además del Gobierno, en aquella década de los 80 tenían bastante actividad los Comités de Solidaridad con América Latina.
Y las Organizaciones No Gubernamentales, tipo Profesiones sin Fronteras (Médicos, Farmacéuticos, etcétera), que aún siguen activas.

¿Cómo fuiste a parar a una escuadra de alfabetizadores?
Respecto a la tercera de las cuestiones, como dije al principio, fuimos de forma organizada, y ya sabíamos que nuestra misión era de asesores pedagógicos. Allá en Nicaragua se nos integró en el denominado Cuarto Taller, y estuvimos las tres primeras semanas alternando las visitas turísticas guiadas con las sesiones de cursillos intensivos para conocer la realidad nicaragüense, como voy narrando en mi blog.
Luego, cuando comenzó de lleno la Cruzada, a finales de marzo, a la brigada española nos dividieron por parejas, dada la situación de inestabilidad política, y a cada pareja nos integraron en una escuadra de alfabetizadores; unas parejas estuvimos solos como asesores, y otras compartiendo la tarea con otros maestros del país. En nuestro caso concreto, tuvimos otra maestra asesora con nosotros un breve tiempo, hasta que vistas las necesidades de cada sitio, a la profesora la trasladaron de hacienda, y solo nos quedamos los dos maestros españoles de asesores de la escuadra.
La brigada española alfabetizamos y asesoramos en la alfabetización en el departamento de Matagalpa, y estuvimos distribuidos en haciendas de los municipios de San Ramón, San Dionisio, Matiguás y Muy Muy.
En mi caso concreto estuve en la hacienda Santa Celia, perteneciente al municipio de San Ramón.
Finalmente me queda que decirle, Loren, que aunque estoy orgulloso de lo que hice en aquella época, y algunos de mis compañeros vivieron momentos de peligro, las vicisitudes pasadas no fueron nada en comparación con las de Copalar y su brigada, realmente admirables. El relato de la emboscada sufrida el 14 de octubre de 1985, en la comarca Jorgito, en Zelaya Central, leída en el blog de Alfredo Fonticelli, es escalofriante.

Invito a mis lectores a leer Mariposa de la muerte, por Copalar, en el blog de Fonti, para saber el porqué de mi admiración y de qué estoy hablando.
Un saludo a todos, especialmente en este caso a Loren Sanchís y Alfredo Fonticelli, y gracias por compartir vuestros recuerdos.

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