samedi 8 novembre 2014

Testimonio de Alvaro Carrera "Joaquin". Un Venezolano en el Frente Sur.

Por Clemente Balladares, publicado el 20 de agosto de 2012. 


Alvaro Carrera, alias Joaquín, cuenta en primera persona sus experiencias de la guerra contra la dictadura de Somoza en un texto que me prestó su hermano Luis José Cova. Es la segunda edición del Fondo Editorial Carlos Aponte publicada en 1987. Es un librito muy económico de 128 quebradizas páginas amarillentadas por el tiempo y de una minúscula letra tipo arial narrow 10. El libro se titula Nicaragua: Frente Sur (Diario de Guerra de “Joaquin”).

Jamás había hallado un diario de combate narrado por su protagonista venezolano con una vivencia tan cercana de esas descarnadas experiencias. Ni en la Guerra de Independencia (Autobiografía de Páez, 1867; Cuentos de Venezuela, editado por Richard Longeville Vowell, 1831), menos en la Guerra Federal u otros veteranos como Rafael de Nogales Méndez, he leído descripciones tan directas de las campañas vividas en el terreno, la ropa que vistes, de que te alimentas –cuando hay comida-, tus compañeros de batalla, el armamento y que hace el mismo sobre los seres humanos cuando lo usas en toda su letalidad.
Según narra Joaquín, transcurre el año 1979, último de la dictadura Somocista, fueron cinco los venezolanos voluntarios en el FSLN, incluida una mujer llamada Lucia, el alias de Mariana Yonuss Blanco. Los otros tres eran: Jurado (Paul del Rio), Enrique Cova –mejor conocido como Cumaná, y Douglas. Con cierta vergüenza confiesa que los venezolanos son el grupo más pequeño de internacionalistas. No así uno de los más aguerridos, ya que siempre pedían la primera línea de fuego.

Son combatientes marxistas todos, quienes superan las carencias y el fragor de la guerra con la fuerza que les da la convicción.
Portada de "Nicaragua : Frente Sur, escrito por Alvaro Carrera (1987).
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En el 2013, se preparaba una nueva edicion del libro, Alvaro Carrera escribio un "posfacio"...

"Posfacio" para la edición 2013 de Nicaragua: Frente Sur
A mis camaradas, amigos y familiares:
El Ministerio Bolivariano del Poder Popular para la Educación, se propone, a través de la imprenta de los maestros (Fondo Editorial del IPASME), reeditar -no se por que causa- mi viejo libro "Nicaragua: Frente Sur". En vista de la inevitabilidad de ello (no le consultan a uno, ni le informan, sino que uno se entera "de vaina"), apele a mis restantes derechos de autor para solicitarles que incorporaran al texto original un "prefacio" que debería ir al final y por ende denominarse "posfacio", a lo cual presuntamente accedieron (habrá que ver el libro cuando salga para constatar si en efecto me pararon bolas).
Aquí se los mando por si no sale publicado  para que se enteren de lo que quise decir y a lo mejor no me dejaron. O no me dejan, porque aún no ha sido editado.En fin, los quiero mucho, aunque sea torpe en demostrarlo...

samedi 1 novembre 2014

Recordar a Ambrosio Mogorrón.

En octubre pasado, me llego un comentario de Douglas. Me mando estas lineas en recuerdo al enfermero español Ambrosio Mogorrón, caido en San José de Bocay, 24 de mayo de 1986.


Conocí a Ambrosio en el Barrio San Judas de Managua, en la casa de un cura obrero francés Jean Louis Genoud. Cuando llegaba era una maravilla ver a un hombre de lentes gruesos, escaso cabello y voz grave hablar del trabajo que realizaba “en la montaña”.

En algunas ocasiones don Nardo Fornos, peluquero, agricultor y sandinista a toda prueba, le decía que era necesario que tomará medidas de precaución y se auxiliara con tropas del ejército. Ambrosio siempre contestaba que si daba la apariencia de estar vinculado con las fuerzas armadas, el campesinado dudaría de su trabajo y perdería la confianza. 

Su muerte fue noticia de primera plana y ocho columnas en el Diario Barricada, organo oficial del FSLN. Casualmente el día de la publicación me fui a cortar el pelo y encontré a Nardo quién también era el distribuidor de Barricada, Con los ojos llorosos al preguntarle únicamente me extendió el periódico, No eran necesarios los comentarios. Fue la única vez en mi vida que un barbero me corta el pelo sin pronunciar palabra alguna. Al final estabamos tan serios que Nardo me dijo “ya nos parecemos a Ambrosio”.


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Retrato de Ambrosio publicado en el folleto
"Benjamin Linder, arribo cargado de sueños".

Carta a Ambrosio Mogorrón, a 23 años de su caída

Cartas de los Lectores | 22 mayo de 2009

Por José María Recover
El sábado 24 de Mayo de 1986 dos vehículos se encuentran en el camino que entra a Los Cedros en el término de San José Bocay, dialogan unos momentos y reanudan su marcha. En el vehículo que entra a la comunidad de los Cedros van compañeros que son reconocidos líderes populares de la comarca, todos ellos infatigables luchadores del avance y el bienestar para sus comunidades.
Entre ellos va Ambrosio Mogorrón, el enfermero vasco de Bocay y que se encontraba en esa jornada en plena campaña de vacunación para los más pequeños.
En ese trascurso de entrar y salir el vehículo de los Cedros, la muerte estaba sembrada, la barbarie estaba servida. Una mina antitanque fue colocada en un charco del camino, senda segura por la que el vehículo estaría obligado a pasar de vuelta. La ocasión era circunstancial y única, nunca tantos dirigentes y activistas comunitarios habían estado tan juntos y pensarían que había que aprovecharlo. Ocurrió lo que la “contra” buscaba, apagar sus vidas, acabar en un solo acto con estos compañeros y lo que ellos significaban, el tesón, el coraje, la lucha, la organización, las cooperativas, la sencillez, la humildad, en una palabra cercenar la belleza.
Carta a Ambrosio:
Querido amigo, la última vez que te vi allá en mi casa en San Judas, me quedé preocupado. Me contabas que la situación estaba muy fregada, las incursiones de la “contra” eran muy fuertes y muy difícil realizar tu trabajo de salud, que muchas veces os quedabais incomunicados. Tú me decías… ya ves no puedo ni salir de Bocay para visitar a los campesinos que por sus dolencias no pueden llegar hasta aquí. Mientras te ponías tu pijama de cuadros grises se dejaban ver tus heridas en las canillas de las piernas, ¿no será lesmania? ¡No! me decías, ¡estas heridas por allá son normales!, y con tus ojos grandes, hundidos y mirándome fijamente me decías… yo tengo medicamentos o recursos a la mano, es la pobre gente quien no los tiene y ni siquiera puede bajar a buscarlos ahora por los ataques de la “contra”.
Mañana me voy para Bocay… ¡pero si llegaste ayer, yo le respondía!... si pero aquí ya he hecho lo que tenía que hacer y allí me necesitan… Te marchaste temprano, sigiloso, sin hacer ruido para no molestar a nadie, como siempre y fue la última vez que te volví a ver.
Ambrosio, ahora soy yo quien te viene a ver.
Mucha agua ha caído y muchas cosas han cambiado desde entonces, Managua sigue siendo la ciudad ajetreada y de locos que a vos te parecía, ahora tiene más vehículos y algunas carreteras de circunvalación que intentan descongestionar el tráfico. El tejido humano es el mismo, la gente madruga, sale a trabajar, tiene sueños y esperanzas y sale todos los días en busca de conseguir lo mejor para él y los suyos, claro que habiendo estado varios gobiernos neo-liberales en el poder han diezmado con sus políticas los beneficios sociales de los más débiles, de los sectores siempre más necesitados.
Pero te cuento mejor el camino a Bocay.
El camino a Bocay en bus, como tu contabas es largo y se hace pesado, ahora lo están arreglando, claro que como había llovido está la zona de “la pegaera” en la que con una mezcla de mucha paciencia y destreza por parte del conductor evitará que nos fuésemos “al guindo”.
Me dio mucha alegría ver en el camino como los niños y jóvenes se dirigían a las escuelas y los institutos. El bus por un momento se llenó de ellos, invadieron gratamente aquel espacio reducido con su alegría característica, todo ello aderezado con ese grato olor a talco y cabellos húmedos de cuerpos recién aseados, me recordó la etapa de la alfabetización y como vos decías… es que un pueblo que se forma jamás volverá a ser esclavo.
Llegamos al río y pasamos “la gusaera”, el agua hasta el eje de las ruedas. ¿Te acuerdas cuando me contabas?... cuando está crecido no se puede pasar y hay que esperar o hacer malabares para cruzarlo.
Después de 7 horas llegamos a San José de Bocay, estaba nervioso, yo quería verte y mi corazón palpitaba fuerte ante la duda de si te podría encontrar. Seguro que ahora no lo reconocerías y te sorprenderías, la comunidad es más grande y con mucha actividad económica. En el camino preguntamos por el centro de salud y rápido nos indicaron. Ya no es aquella casita de tablas rajadas con la banca de madera en la puerta donde vos dispensabas las pocas medicinas de las que disponían, ¡Ambrosio sentate y escucháme con atención!
El centro de Salud es ahora GRANDE con letras en mayúsculas, tiene varios edificios, casa materna, algunas especialidades y un laboratorio que hace exámenes patológicos y cultivos, pero lo más grande e importante, tiene en él personas como vos que se esfuerzan todos los días por dar lo mejor de sí, con humildad, con sencillez, tiene doctores y doctoras y está ahí en el laboratorio Josefa Morales “Chepita”, tu gran amiga y compañera de trabajo de la que tantas veces nos hablaste con cariño, con ella en el laboratorio está ahora también Alba Azucena, todos ellos como vos lo harías, sin desfallecer, apenas sin descansar, dejando el descanso para luego o para cuando se pueda, en circunstancias adversas y difíciles de las que vos conoces y algunos conocemos.
Ambrosio si pudieras verlo se sentirías orgulloso, te hemos buscado, hemos venido a verte y al fin lo hemos conseguido, estás ahí en tu centro de salud, no porque estés en la placa que lleva tu nombre, si no porque estás impregnado en la gente y con la gente como a vos te gustaba, hermano y amigo no en vano tienes la medalla al merito al trabajo José Benito Escobar, sobre todo tienes la medalla del pueblo de Bocay que te quiere y te recuerda, siempre te recordaremos. Amigo ahora en este centro y como vos lo soñabas, descansa en paz.
Tu amigo que no te olvida
José María Recover

jeudi 23 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (3)

Amenazas de desalojo y detenciones.
10 familias quedaron en Santa Josefina para enfrentar la amenaza de desalojo. Los jueces ordenaban y la policía ya había avisado que cumplirían. Además, varias quejas fueron presentadas por los dueños por “amenaza de muerte” o “violencia” de los colonos para terminar de pintar en negro el cuadro. Los habitantes tuvieron que ocupar el centro infantil, resistir al desalojo desde sus propias casas, quedar alerta en las noches con el apoyo de habitantes de otras comunidades, para no ser expulsados por “usurpadores”.
El Centro Infantil Rural de Santa Josefina
 (Foto L. Sanchis 1989-2014)
En mayo de 1992, un informe de la Organización Internacional del trabajo (OIT) de las Naciones Unidas hace referencia a la multiplicación de conflictos en el campo en Nicaragua. Varios sindicalistas de la ATC fueron encarcelados o asesinados.
- hacienda Santa Josefina: el 29 de junio de 1992 fueron detenidos 4 sindicalistas de la ATC, siendo posteriormente liberados por orden judicial;  En su comunicación de 13 de julio de 1993, el Gobierno indica que: - los trabajadores de la hacienda (Santa) Josefina fueron detenidos por orden judicial en base a una denuncia por amenazas presentada ante un juzgado en lo criminal por la propietaria de la hacienda; al no existir pruebas suficientes fueron puestos en libertad;
Hasta hoy, Doña Marina Lanzas de Amador expresa claramente su visión en una carta que publico La Prensa en abril de 2014:

“Más de cien usurpadores invasores que nos continúan deteriorando nuestra propiedad, están despalando nuestra montaña, nos saquean nuestra producción de café, nos amenazan de muerte y atacan a nuestros cortadores, para impedir que levantemos la cosecha y ellos seguírselas robando.”
Miembros de la Brigada ENABUS en su casa.
(Foto L. Sanchis 1989-2014)

Proyectos comunitarios.
Con tal perfil, nunca me hubiera atrevido a volver a esta montaña. Pero vi todo lo contrario. La comunidad de Santa Josefina, hoy desarrolla sus proyectos comunales con el apoyo de la alcaldía municipal de Matagalpa. El trabajo comunitario permite la construcción de presas para el servicio de agua corriente. El centro infantil construido hace 25 años por la solidaridad se convirtió en escuela rural. Cuenta con dos clases de primaria y un pre-escolar, tiene un techo nuevo y todas las puertas y ventanas fueron cambiadas.
Lo que parece evidente es que ninguno de los habitantes quiere volver al estatuto de simple mozo – acatando las órdenes del patrón, sin discutir. Para los que son tildados de “usurpadores invasores”,este tiempo ha terminado definitivamente. La comunidad seguirá luchando por el derecho de vivir en la tierra donde se empeño.
La historia de este pedazo de tierra se enraíza en más de un siglo de lucha y trabajo. La comunidad se desarrolla unida, el pueblito cuida sus infraestructuras mientras la casa-hacienda se derrumba detrás de sus alambres de púa. Los lotes de auto-consumo dan maíz y papas mientras la selva se traga el cafetal de los terratenientes.


Así deje a Santa Josefina cuando me monte en el bus que pitaba en la mañana. Pensaba volver hacia los recuerdos, la nostalgia pero es una historia viva que puedo contar. Una historia actual llena de risas y esperanza.
Galeron y cocina de los internacionalistas.
(Foto L. Sanchis 1989-2014).



El Centro Infantil, logro de la Revolucion frente a la Casa Hacienda en Santa Josefina.
(Foto L. Sanchis 2014).

samedi 18 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (2)

La derrota electoral

Con la derrota electoral del FSLN de febrero de 1990, se abrió una nueva era para los trabajadores del campo y los cooperativistas. Muchos esperaron con este voto la llegada de la Paz, tras tantos años de agresión. En realidad, los trabajadores del campo entraron en una nueva era de incertidumbre, expulsión y pobreza.

Muchas comunidades rurales fueron desarticuladas al ritmo de las recuperaciones de tierras, retrocesiones de propiedad.
Cosecha de 1990 en Santa Josefina.
Santa Josefina como otras UPEs de la Empresa de Reforma Agraria “Chale Haslam” estaba programada para ser devuelta a sus ex dueños: Don Salvador Amador Kühl y doña Marina Lanzas de Amador. La directiva de la “Chale Haslam” estableció que cuatro unidades de producción iban a ser devueltas. Iván Zelaya informo a Don Lino, entonces mandador en Santa Josefina que la comunidad figuraba en la lista junto a La estrella, Los Alpes y Las piedrecitas.
Midiendo la cosecha en santa Josefina.
El Capataz y al fondo, el Mandador, Don Lino en 1990.
El gobierno de Doña Violeta orientaba hacia la restitución de propiedades. Soplaban vientos de la contra-reforma agraria: Lo que había sido confiscado o intervenido para restablecer la justicia en el campo, desarrollar programas sociales y facilitar acceso a la tierra a los desposeídos, se esfumaba.

“Fuimos relegados por los Gobiernos neoliberales después de los 90, porque ellos le dieron prioridad a otra forma de organización económica del país; pusieron los intereses y todo su esfuerzo y trabajo, para que la economía pequeña de nuestras comunidades rurales y urbanas desapareciera, prevaleciendo el espacio para la gran empresa y para la creación y el asentamiento en nuestro país, de las grandes multinacionales, que vinieron a cercenar también, gran parte de la propiedad de la tierra que la Revolución había entregado a los campesinos y campesinas en los años 80.” (Movimiento Cooperativo Nacional. Municipio de Sébaco, Matagalpa, Palabras de Pedro Haslam, 18 de agosto del 2007.)

Contra-Reforma Agraria


En septiembre de 1990, el procurador general de justicia y presidente de la Comisión Nacional Revisión de Confiscaciones ordeno “que se proceda a la entrega de dicho inmueble a la señora Marina Lanzas de Amador, sin ninguna restricción en el uso y disfrute del bien restituido” 

El expediente estaba cerrado.


Mapa de Santa Josefina con fotos de la cosecha de 1990.
Por su parte, la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), por su parte, propuso a los colonos una reubicación: Se evocaron 500 mzs en el sector de San Ramón. Que tan segura podría parecer esta alternativa cuando los tiempos de contra-reforma agraria habían venido. Habría que salirse de ahí, dejar como ajeno lo que tanto había costado: Ya la UPE de 1990 no era la finca de 1986: ya contaba con casas dignas, con un SIR y sobre todo un cafetal apto a la producción tras tres años de esfuerzo para reactivar una plantación abandonada. La historia de los colonos no se limito a la ocupación del lugar sino que lo trabajaron y le dieron valor.

De esto se trataba: negar los esfuerzos de cada uno de los pobladores y quitarles derecho a los trabajadores del campo. Ahí se situaba la mayor injusticia, mas allá de una escritura, se trataba de la dignidad de cada uno.
A pesar de la orientación de la Empresa agraria Chale Haslam y de la propuesta de la ATC, muchos pensaron que era más conveniente no moverse de santa Josefina y buscar otro compromiso.
Pintas de los brigadistas resisten al tiempo en la pared de la casa hacienda.
(Santa Josefina, foto L. Sanchis, 2014)
Salvador Amador Kühl, quien reclamaba el regreso de la propiedad, entonces propuso lo siguiente a los colonos de Santa Josefina: Se comprometió en respetar las viviendas ocupadas desde la revolución y distribuir 3 ha para autoconsumo a cada uno. “Las palabras son de aire y van al aire”. Un mes más tarde, don Salvador volvió a reclamar la totalidad de la propiedad y empezó a presionar a los trabajadores.

El conflicto se perfilaba para las familias cuando el gobierno Chamorro había prometido la paz. Más de la mitad de las 23 familias optaron por la alternativa presentada por la ATC. 13 familias de colonos se fueron para San Ramón. Esta opción, por linda que pareciera parecía dudosa en un contexto de reclamos de tierras. Quien iba a garantizar tierra a un grupo de obreros agrícolas? El programa agrario de Doña Violeta se iba para el camino opuesto.

10 familias quedaron en Santa Josefina para enfrentar la amenaza de desalojo.
Resultaba evidente que había que quedar unidos y organizarse. En 1991, se decidió formar la cooperativa “Bernardino Díaz Ochoa”.

La experiencia no resulto y fracaso dos años más tarde.


En Santa Josefina, la Casa-hacienda frente a las casas de los pobladores.
(Santa Josefina, foto L. Sanchis, 2014) 

samedi 11 octobre 2014

La UPE Santa Josefina (1)

Creación de la UPE

Santa Josefina paso en el sector estatal en los años 1986-1987. La información que nos fue dada era que la UPE estaba en situación de abandono productivo. Lo que pudo ser asimilado a un “sabotaje económico” dada la importancia del rubro café para la generación de divisas en un país sometido a una agresión militar. Entonces, Santa Josefina fue intervenida y no confiscada como la mayoría de las otras UPEs.

El cafetal de la UPE Santa Josefina (Foto L. Sanchis, 1989)
La UPE paso bajo responsabilidad de la Empresa de Reforma Agraria “Chale Haslam”. Con la intervención del gubernamental, se procedió a la construcción de viviendas decentes para los colonos quienes iban a trabajar en el lugar. El programa de construcción de viviendas esta todavía asociado en la memoria de los lugareños a chilenos. Sin poder determinar si se trato de una brigada chilena, pues, la gente recuerda que chilenos participaron en el proyecto.
Las casas construidas por "los chilenos" y la reserva de agua
en Santa Josefina . (Foto L. Sanchis, 1989)

Cuando llegaron los primeros colonos a la nueva UPE, reubicados desde una cooperativa, las casas estaban a punto de ser terminadas. La tarea principal fue de limpiar el cafetal, quitando la maleza o tumbando algunos árboles para permitir la futura cosecha.
Grupo de mujeres trabajadoras del campo comiendo en el cafetal.
(Foto L. Sanchis, 1989)

Rumbo al cafetal, Santa Josefina.
(Foto L. Sanchis, 1989)

Construccion del SIR por la brigada francesa "Roja y negra",
Santa Josefina. (Foto L. Sanchis, 1989)


vendredi 3 octobre 2014

Santa Josefina en la insurrección de 1978.

El repliegue de los muchachos hacia Apante.

Mario Mairena M escribe en “La insurrección de los muchachos”.
Cuando los muchachos levantados en armas conocieron de la masacre en el Hotel Soza, se desprendieron hacia el lugar dándose un enfrentamiento que llevó a los guardias hacia un hotel que estaba frente al lugar de la barbarie.
La mediación fracasó por la masacre del Hotel Soza y el avance ya incontenible de tropas bien apertrechadas por el norte y sur, iniciándose las ya conocidas operaciones limpieza de la Guardia Nacional, en las cuales el delito era ser joven.El grueso de los muchachos ante la evidente superioridad de la GN se miró obligado a replegarse hacia el cerro Apante y las propiedades ubicadas en la parte sur de la ciudad, pasando por donde don Uriel Pineda, Salvador Amador en la hacienda Santa Josefina, terminando en la hacienda La Luz, de Julio Rivera.Entre la columna de muchachos, cuyo número llegaba casi a los mil, estaba Víctor Guevara, Sadie Rivas, Néstor López, Mercedes Tijerino, Ermes y Noel Matuz, Guillermo González, Ernesto Cabrera, Sergio Cruz, Salvador Gutiérrez, Aníbal Rivas, Erwin Cárdenas, Guillermo González, Silvia Soza, Santos Sobalvarro, todos dirigidos por José González Picado.”
Monumento de la insurreccion de los muchachos
(foto : L. Sanchis, Matagalpa, 1989)

Salvador Amador Lanzas

Haber llegado a Santa Josefina no fue tanto debido al azar ya que el hijo de Salvador Amador Kühl, Salvador Amador Lanzas era colaborador del Frente Sandinista. En el libro “Ser madre en Nicaragua: testimonios de una historia no escrita” de Roser Solà, María Pau Trayner publicado en 1988, doña Marina Lanzas de Amador habla de su hijo:
Él trabajaba acá, en una de las fincas nuestras. Su papa se la había dado para que se dedicara exclusivamente a eso. (…) Se daba completamente a todos sus empleados, les daba clase en la tarde. Antes, aquí en Nicaragua, el horario de los trabajadores era de 6 a 12 y de 2 a 4; pero él implanto que fuera una sola jornada hasta el mediodía para que así los empleados pudieran tener más tiempo libre y les pudiera dar clases en la tarde”.


 
La bandera Rojinegra en Santa Josefina.
(foto : L. Sanchis, Santa Josefina, 1989)

Muerte de Salvador Amador lanzas

En las memorias de la lucha sandinista, compilado por la Comandante Verónica Baltodano, aparece el testimonio de José González quien relata las circunstancias de la muerte de Salvador Amador Lanzas :
Cuando la insurrección de agosto de 1978, que se llamó la “insurrección de los muchachos”, ésta fue en realidad un desborde de presión popular que terminó siendo una sublevación, porque nosotros no teníamos orientaciones de lanzarnos.
Estaba a cargo del Regional Faustino Ruiz “El Cuje”, el compañero Crescencio Rosales Cabrera, quien había llegado de la montaña y tenía algunos padecimientos médicos. A veces en reuniones cuando pasábamos varios días de desvelo por el trabajo, le daban como cuadros de epilepsia. Seguro el desvelo, el cansancio, la mala alimentación.
Era un compañero de unas cualidades increíbles y una firmeza revolucionaria. Estuvimos en contacto con él.
Después de la insurrección de agosto del 78, hay un operativo en el cual participan dos compañeros destacados de Matagalpa, Sócrates Baldizón y José Adrián Castillo, conocido como “Cuchumbeco”. Ellos hacen una operación en un jeep Toyota PJ-40 color rojo, similar al que usaba Salvador Amador, quien movía usualmente a Crescencio. El operativo era súper simple, era recuperar un mimeógrafo del Colegio Monseñor Carrillo, para las tareas de propaganda. Los compañeros incluso anuncian que el operativo es del Frente Sandinista; la Guardia recibe la denuncia y comienzan a buscar un jeep Toyota rojo. Y se le pegan al de Salvador que, en ese momento, se movía ajeno a todo lo que pasaba. Como ellos se dan cuenta que los van siguiendo, todavía Crescencio puede desprenderse de unos papeles que andaba, y luego logra hacer unos disparos. A Salvador lo capturan y asesinan dándolo como muerto en combate. (Cayeron el 2 de noviembre de 1978).

Sandino y Carlos Fonseca en la UPE La Pintada.
(foto : L. Sanchis, La pintada, 1989)

Pero también es verdad que a Crescencio lo tenían penetrado, porque después del triunfo de la Revolución, tuve acceso a los archivos de la OSN y de la Sección del Servicio Anticomunista (SAC) y pude ver que una de las personas donde llegaba Crescencio, tenía carnet del SAC. Además, había una serie de informes de nosotros, que sólo podían ser elaborados por alguien que estaba dentro. A Crescencio, ellos no lo querían quebrar sino seguir, porque a ellos no les interesaba un cuadro por aquí o por allá, sino las redadas y los quiebres de los principales cuadros.”

vendredi 26 septembre 2014

Santa Josefina, terratenientes y colonos.

El libro de Eddy Kühl, evoca los propietarios de la hacienda Santa Josefina que se sucedieron a lo largo del siglo XX. Su vocación cafetalera aparece desde su fundación.

Casa hacienda en Santa Josefina, Matagalpa.
(Foto L. Sanchis - 2014)

El primer dueño mencionado fue Adán Guevara.

Eudoro Mantilla y Hernán Delgado, los copropietarios que siguieron son mencionados en un informe de la Guardia Nacional de 1930. Mientras el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional del General A. C. Sandino desarrollaba sus acciones desde el Norte del país, la GN llevo un censo entre los trabajadores y jornaleros de las haciendas y minas de la región de Matagalpa. El fin era verificar el impacto de la guerra en la producción y evaluar la actitud de los trabajadores ante la gesta libertaria.

El informe “Datos acerca de plantaciones cafeteras en el distrito de Matagalpa”, precisa que los datos de producción de la hacienda Santa Josefina son parecidos a los de 1927.

La hacienda produce 1000 sacos de café con rendimiento promedio. Tiene 140.000 cafetos en producción y 60.000 sin cosechar. Santa Josefina cuenta 3 casas y una casa de maquinas. (La maquinaria tiene un valor fiscal de 500 US $). El valor fiscal de la propiedad está estimado a unos 18.000 US $.Durante la cosecha, la hacienda emplea a 140 hombres y entre 40 y 50 a lo largo del año.
Maquinaria detras del edificio principal.
(Foto L. Sanchis - 2014)

Luego, Joaquín Lanzas compro la hacienda Santa Josefina. Salvador Amador Khül aparece como ultimo hacendado sin precisar la fecha en que compro la propiedad de unas 400 mzs.

Condiciones de trabajo.

Tras la insurrección indígena de 1881, la ley de trabajo forzoso en las haciendas cafetaleras perduro hasta 1904 cuando el gobierno Zelaya la anulo. Lo que causo gran inconformidad entre los cafetaleros matagalpinos contra el gobierno y un reclamo constante hasta los años 1920 para su restablecimiento. Muy difícilmente los indígenas de la región aceptaron transformarse en colonos. Se hacían “adelantos” a los futuros cosechadores… en  otras palabras, se les endeudaban para captarlos en las haciendas y utilizar las leyes represivas para obligarlos a trabajar. 
Muchos indígenas se fugaban de las haciendas cafetaleras. La falta de mano de obra para la cosecha fue recurrente a principio del siglo XX. Fue hasta los años 1930, tras años de pérdida progresiva de sus derechos y tierras que los indígenas se convirtieron poco a poco al sistema de colonato. Los malos salarios apenas permitían la subsistencia de los trabajadores. (Jeffrey Gould, El café, el trabajo y la comunidad indígena de Matagalpa, 1880 – 1925)

Detalle, Retrato de AC Sandino
(Palacio de la cultura, Managua, foto L. Sanchis - 2014)
Las contradicciones sociales eran evidentes en el campo. Lo que hizo que la GN se preocupara por prevenir las reacciones de los trabajadores. Los programas sociales para los trabajadores del campo llegaron hasta medio siglo después con el triunfo de la Revolución sandinista.

samedi 20 septembre 2014

Santa Josefina, tierra indigena.

La guerra de las comunidades.

Pocos estudios se preocupan por la historia de estas comunidades diseminadas en el territorio matagalpino donde fueron a parar decenas de brigadas extranjeras. Entre la Revolución y la guerra, vivíamos momentos históricos. El proyecto de remodelación de la tenencia de tierra, de la propiedad y del acceso a la tierra no era algo inédito en este lugar. Un siglo antes, los indígenas matagalpas habían vivido un cataclismo con el despojo de sus tierras. El bus me llevaba al lugar donde esperaba escuchar la continuación de esta historia vivida que tanto me había marcado.

La expansión cafetalera origino la creación del latifundio agrícola en el departamento y contribuyo al enriquecimiento de una reducida capa de productores y al despojo de la población indígena” (Dora María Téllez, p.262).(Foto L. Sanchis, 2014)

Los indígenas matagalpas vivieron una presión creciente debido a las nuevas leyes que permitían la denuncia de las tierras ejidales, la negación de sus costumbres y ritos tradicionales, la liquidación de la representación legal de las autoridades indígenas, la obligación de trabajo en infraestructuras públicas (como el telégrafo)… En marzo de 1881, se desato la rebelión en el territorio contra el gobierno central.

El 31 de marzo de 1881, unos mil indígenas cercaron Matagalpa y la atacaron, enfrentándose a la pequeña guarnición y a grupos de ladinos que se sumaron a la defensa del poblado. Los indígenas de Jucuapa participaron al levantamiento, junto a grupos de Uluse, El Horno, El Gorrión, San Pablo, San Marcos, El Zapote, El Matasano y Potrero de Yasica, armados de sus tafixtes (flecha de punta afilada).

Tras el asalto, las autoridades locales pretendieron negociar con los sublevados. Lo que permitió al gobierno nicaragüense preparar y mandar sus tropas que llegaron el 10 de agosto. (Dora María Téllez, Muera la gobierna, 1999, p.16-17). Hasta el final de 1881, se llevo a cabo la “pacificación” de la región dejando un saldo de unos 5000 muertos, lo que el historiador Ortega Acuna llego a calificar de “genocidio” (Historia general de Centroamérica, tomo 4, p. 311)

Los mapas publicados al final en “Muera la gobierna” de Dora María Téllez,  indican que el sector de Santa Josefina pertenecía a la comunidad indígena de Matagalpa. Tras el genocidio, fueron miles de manzanas las que fueron disponibles para la expansión cafetalera. Entre 1889 y 1891, en la comarca de Jucuapa arriba, 300 mzs fueron denunciadas para plantar café.

La propiedad latitudinaria se constituyo a expensas de la masiva privatización de baldíos, la ocupación privada de tierras comunales y de ejidos indígenas. (Dora María Téllez, p.301). (Foto L. Sanchis, 2014)

Eddy Khül no comparte el hecho de que el desarrollo de la caficultura fuera responsable del levantamiento indígena. (Eddy Khül, Nicaragua y su café, 2004, p. 128). En 1881, eran todavía pocas las fincas de café por Matagalpa pero ningún desarrollo hubiera sido posible sin las leyes que permitieron el despojo de las tierras indígenas. El objetivo de esta reforma gubernamental era crear disponibilidades de tierras para los hacendados en una zona donde ya se experimentaba el café desde 1870.


Mario Samper, historiador especialista de la caficultura en Centroamerica afirma que “La presión sobre la tierra comunal cuando se iniciaba el crecimiento agroexportador asociado al café se conjunto con la reimposición del trabajo forzoso para desencadenar la guerra de las comunidades en 1881”. (Samper, en Historia general de Centroamérica, tomo 4, p. 64)

lundi 15 septembre 2014

La hacienda Santa Josefina.

Matagalpa y el café.

El bus salió con pena de la ciudad. Desde el principio, la cuesta se pone brava hasta llegar a las primeras alturas desde donde se divisa la “Perla de septentrión”. Hoy, Matagalpa es una de las principales ciudades del Norte y es capital regional. Un siglo antes, Matagalpa era una capital de la frontera agrícola, de la frontera de la Republica ya que la Nicaragua independiente de 1821 desconocía totalmente su “espacio interior”. Durante la colonización, La Mosquitia, Chontales y Matagalpa fueron zonas de resistencia que la Republica buscaría como integrar.

Hacienda La Luz - 1989 (Foto L. Sanchis)

A partir de los años 1860, el país se recuperaba de varios años de guerra entre conservadores y liberales. Nicaragua experimentaba nuevos rubros para insertarse en el comercio internacional y empezó el movimiento de incorporación de las regiones centrales y orientales. Por lo tanto, las regiones de la frontera agrícola no eran vacías. Hasta el siglo 20, los indígenas representaban 35 % de la población total. (Jeffrey Gould, la nación indohispana, 1993, p.1).

El desarrollo de los cafetales en Matagalpa conto con la privatización de inmensos lotes de tierras indígenas. La incorporación económica de la región de Matagalpa tuvo consecuencia no solo en la eliminación de las tierras ejidales pero también con parte de la población indígena después de la rebelión de 1881. La presencia indígena era asimilada a un “freno  al progreso” y fue calificada de “mancha en la civilización”. El gobierno impulso un programa de “regeneración racial” llamando a la inmigración de Europeos y financio el desarrollo de la plantación de café.

Plantios de café en espera de ser plantados. 2014 (Foto L. Sanchis)

Las leyes agrarias del gobierno conservador de Pedro Joaquín Chamorro, en 1877, permitieron la disolución de las tierras indígenas y años más tarde, obligaron a la mano de obra “ociosa” a trabajar en obras del gobierno (Trabajo forzado en 1880 y Ley contra la vagancia en 1881), estableciendo así un sistema de esclavitud en nombre del progreso.

El geógrafo francés, Pablo Levy, escribió en 1870: “Desde la proclamación de la independencia, Centroamérica ha atravesado un periodo de pruebas políticas, durante el cual puede decirse que el abuso ha continuado para los indios (…) La abolición de las encomiendas, de los tributos y de la esclavitud hicieron que las empresas agrícolas tuvieron todavía más necesidad de ellos que antes de la independencia”. (Pablo Levy, Notas geográficas y económicas de la Republica de Nicaragua, 1873, p. 215)
Hacienda La Luz - 2014 (Foto L. Sanchis)
El bus amarrillo seguía caótico, por las faldas del cerro Apante. Al Sur, siempre buscando el Sur, pasando los caseríos. El Socorro, San Juan, La Pintada… Ahora sí, iba llegando porque varias veces venimos a la UPE La Pintada. Ahí había una presa que convertimos en bañera general de la brigada. Recuerdo la última curva larga hacia la derecha y ahí se divisa un cerrito. El que domina Santa Josefina.

lundi 8 septembre 2014

Volver a Santa Josefina.

Santa Josefina es un lugar verde donde corre el agua. Sus casas aparecen abajo de un camino encorvado como una serpiente, en la comarca de Jucuapa al Sur de Matagalpa. Este pedazo de tierra sigue con dulzura la vertiente del cerro frente al valle de Sébaco. Este pedazo de tierra fue la puerta por la cual, hacen 25 años conocí a Nicaragua… La Nicaragua sandinista de los años 1980 donde aterrizo la aeronave soviética que transportaba estudiantes de regreso al país y brigadistas extranjeros. Como parte del proceso de solidaridad, eran miles de mujeres y hombres, los que se turnaban para conocer el proceso revolucionario y trabajar en los proyectos definidos por el gobierno: construcción, cosecha, asesoría…

Mural en Managua por 7 Sur (Foto L. Sanchis, Agosto de 1989)
Pasaban los años pero siempre se mantuvo esta inquietud: que habrá pasado en Santa Josefina? Después de tanto tiempo, donde estarán los que limpiaron el cafetal abandonado, los que participaron en la cosecha, las cocineras, las maestras, los que nos orientaron en la construcción del SIR, los que nos regalaban risas ante nuestros rostros perplejos y enfermos por la difícil adaptación a la realidad rural.

No fue que me olvide de Nicaragua. Con Compañeros, hemos apoyado proyectos entre Carazo y Nueva Segovia… Si hasta en otros países centroamericanos fui a parar con mi eterna mochila. Pero no sabía cómo concretizar el deseo de volver.

Tenía varios años de acumular documentos y testimonios sobre el movimiento brigadista en Nicaragua. En mi blog, entre varios artículos, publique algunas fotos del trabajo de la brigada francesa “roja y negra” y algunas vistas de Santa Josefina cuando aún era UPE. Venían junto a las fotos unos recuerdos y comentarios de un obrero agrícola sobre el trato de los terratenientes antes de la Revolución. Esta publicación me valió el comentario siguiente de Federico Mairena: “La historia de la confiscación de esta hacienda aún no está clara. Me extraña que se diga que los propietarios Don Salvador Amador Kühl y Doña Marina Lanzas hayan sido odiadas”. Era la primera vez que oía mencionar a los ex terratenientes y se hacía referencia al hijo Salvador Amador matado por la Guardia Nacional en 1978. Espere tener más detalles pero no supe más sobre la historia del lugar. Hasta un día de 2013, un tal “Magyver” me escribió haciendo referencia a su comunidad, Santa Josefina, sus habitantes quienes seguían en conflicto con los dueños.
Aja, ya tenía algo concreto; la relación con Santa josefina podía reanudarse. Ya era tiempo de apartar la nostalgia y las fotos viejas. Ya era tiempo de volver. Así, el 21 de agosto, salí a las 7 de Managua con el expreso para Matagalpa. El bus dejo el mercado “Iván Montenegro” para reunirse con el flujo intenso de la carretera norte y recorrer este mismo camino que había hecho 25 años atrás cuando tenía apenas 18 años.

Mural en Managua por Plaza España (Foto L. Sanchis, Agosto de 1989)
En el bus, el tiempo se compacto a pesar de los cambios reales cuando miraba el paisaje más seco, la Panamericana más transitada y la ropa de los nicas menos uniformada. Es que entonces, todo el mundo vestía algo verde o camuflado, fuera una gorra de cachorro, una camiseta verde olivo o las mochilas del Servicio. Ya no pasaban convoyes del EPS, repletos de cachorros que volvían del Norte. Habían pasado 25 años, y volvía a estas mismas montañas sin saber cual era la situación en  la zona. 

Pensando en mi ausencia en este lapso de tiempo, este cuarto de siglo, podría reinventar una historia para hablar de mi militancia política y tratar de hacer resaltar mediante figuras literarias una vida al final muy común (de no ser meramente comunista) y muy cómoda (de no ser tan proletaria). Lo que sí está seguro es que como para tantos otros, la experiencia nicaragüense influyo en mis concepciones y en la urgencia de organizarse para cambiar este mundo. 25 años… en este lapso, la comunidad que siempre recordé, mantuvo un solo discurso: “No nos van a desalojar”. “No nos vamos a ir de aquí”. Este lapso de tiempo fue la “paciente impaciencia” que compartimos.

Desde la terminal de Matagalpa me indicaron que buses pasaban por Santa Josefina. Un taxista me lo confirmo y me dijo de esperarme en una esquina, que a las 11 saldría el camión.

Y así, seguí el camino del retorno…

Terminal de Matagalpa (Foto L. Sanchis, Agosto de 2014)